La movida de los sectores antiderechos para impedir la práctica de un aborto contemplado por la ley vigente se multiplicó durante el fin de semana con vigilias ante la puerta del Hospital Rivadavia, pintadas con amenazas a los médicos y tuits de celebridades “pro vida” como el periodista Mariano Obarrio. Pero esta situación había comenzado una semana atrás con la denuncia de un abogado de fuertes vínculos con el integrismo católico.

Marcelo Luis Breide Obeid, autor del volumen “Vocación del militar cristiano: consideraciones de la doctrina católica en el derecho de guerra moderno”, fue quien en la tarde del 30 de septiembre pasado se presentó en la Comisaría 17° a denunciar penalmente la inminente comisión de un delito.

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Sin ventilar, desde luego, cómo accedió al dato de que iba a practicarse una Interrupción Legal de Embarazo (ILE) en el Rivadavia, el fantástico relato en sede policial de Breide Obeid asegura que el día 28, “en momentos en que se encontraba a bordo de la línea de colectivo 60, le fue dado escuchar mediante frecuencia radial sintonizada por el chofer” que el día 2 de octubre iba a practicarse un aborto en ese hospital. Por tal motivo, agregó, “se presentó a radicar la denuncia penal correspondiente y evitar la muerte de la persona por nacer”.

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El acta cierra con este párrafo: “Es su deseo agregar que llamó su atención que habiendo la Academia Nacional de Medicina manifestado su oposición a esta práctica y rechazado el Senado la despenalización del aborto, en un hospital público se pretenda cometer un delito”.

Admirador del cura integrista e ideológo antisemita Julio Meinvielle, guía espiritual del Movimiento Nacionalista tacuara en los años ’60, el abogado denunciante es familiar de Gustavo Breide Obeid, el ex carapintada que participó de las sublevaciones de Semana Santa en 1987, con Aldo Rico, y de 1990 junto a Mohamed Alí Seineldín, y que luego se candidateó a la presidencia por el Partido Popular de la Reconstrucción.

Tras la denuncia de Breide Obeid, comenzaron las vigilias de militantes “pro vida” en la puerta del hospital, y el viernes, la Fundación Más Vida presentó un amparo contra el Gobierno porteño para frenar la ILE, que no prosperó.

Más Vida es la principal impulsora del Partido Celeste, presentado a fines de agosto en el auditorio del Hotel Savoy, inmediatamente después de que el Senado votara en contra de la legalización del aborto, y cuya plataforma básica es “proteger la vida como primer derecho humano”. Raúl Magnasco, fundador del partido y presidente de la ONG, dijo entonces que venían a representar a los “jóvenes cansados de los políticos del sistema y que reclaman una nueva política”. Magnasco fue uno de los animadores de los plenarios durante el debate en Diputados y Senadores, relativizando los abortos clandestinos como principal causa de mortalidad materna. También lo fue la vicepresidenta de la asociación, Ayelén Alancay, quien nombró a Hitler para decir que “impulsaba el aborto entre las judías” y luego hizo escuchar a los legisladores los latidos de un feto en una ecografía.

Ensoberbecidos por el triunfo que supuso el voto negativo de los 38 senadores “percha”, como se los ha dado en llamar, los sectores “pro vida” pretenden avanzar hacia la conculcación de todos los derechos, también los que ya consagra la ley desde hace casi un siglo, favorecidos por el clima retrógrado que se hace sentir en la región y aún más allá.

En esa línea van mensajes como los que en las últimas horas escribió Obarrio en su Twitter: “En Brasil ganó Bolsonaro, en Argentina se los come la Ola Celeste”, y “La Ola Celeste llegó a USA y no frena. USA será pro vida como Argentina”, en referencia a los votos obtenidos por el ultraderechista Jair Bolsonaro y la confirmación de Brett Kavanaugh, el funcionario ultraconservador acusado de abuso sexual, como juez de la Corte Suprema estadounidense. Dos sombríos espaldarazos para los antiderechos que adquieren una peligrosa dimensión global.