Más allá de las diferencias y discusiones internas que existen en el sector, quienes transitan la comunidad educativa desde hace décadas, coinciden que la actual titular de la cartera porteña, Soledad Acuña, será recordada como “la peor ministra de educación de la historia de la Ciudad”. Atrás quedaron las anécdotas y antipatías que generaba el ex ministro Esteban Bullrich, o incluso los enfrentamientos con docentes y estudiantes, tras ser acusado de haber contratado al espía Ciro James, que tuvo durante su corto mandato Mariano Narodowski al frente del sector; más aún, el polémico Abel Posse que renunció a los doce días de haber asumido, en diciembre de 2009, ante el rechazo social que generaron sus expresiones negacionistas al decir que el kirchnerismo “busca mantener ilegítimamente encarcelados a los militares”. Soledad Acuña “supo ganarse el desprecio de gran parte de la sociedad porque superó notablemente lo peor de cada ex ministro” pero siempre la sostuvieron en su cargo.
Luego de que Acuña reconoció que intervienen en escuelas donde las cooperadoras “tienen un perfil ideológico determinado”, expresiones publicadas en este medio, la comunidad educativa le respondió y rechazó el hostigamiento y la persecución política sobre las familias de la comunidad educativa.
Mediante un comunicado conjunto, varias cooperadoras porteñas le respondieron a Acuña y manifestaron que “si las escuelas no se caen a pedazos es porque estamos sosteniéndolas”. Paralelamente plasmaron varios reclamos como: que se revea la ley de Cooperadoras aprobada en diciembre 2022; que haya una mejora sustancial del FUDE para el corriente año; y que se termine el discurso de odio. Uno de los hechos máximos de persecución, ocurrió cuando la ministra Soledad Acuña decidió intervenir la cooperadora de la Escuela Álvarez Thomas en septiembre de 2020 y luego de 15 meses de intervención, al no encontrar un solo hecho ilícito, tuvo que devoler la gestión a las familias (Ver recuadro).
“A mi los dichos de Soledad Acuña en algún punto me gratifican. No es menor que haya reconocido con su propia voz que arremete contra las cooperadoras de acuerdo a su orientación ideológica. Porque incluso, cuando uno tiene pruebas incontrastables de por qué la cooperadora del Álvarez Thomas había sido intervenida, como por ejemplo: porque tenemos nuestro comedor autogestionado, o porque habíamos construido nuestro natatorio, o porque el gobierno de la Ciudad no pudo quitarnos las clases de natación luego de que la justicia fallara a nuestro favor”, reflexiona en diálogo con Tiempo Yamila Mathon, integrante de la cooperadora.
”Digo que sus expresiones me gratifican”, continúa, “porque más allá de poder demostrar con documentación y hechos de que nosotros estábamos haciendo las cosas bien, siempre del otro lado existía la duda y señalaban hasta qué punto esto es tan así que la coope era hostigada por un gobierno, o pensaban que veíamos fantasmas en todos lados. De alguna manera ponían en duda si la ministra perseguía o no a nuestra cooperadora. Con estas expresiones quedó demostrado que era así tal cual como pensábamos, no hay ninguna discusión cuando la propia protagonista lo reconoce”, agrega.
Los gremios docentes también salieron al cruce de la titular de la cartera educativa: “Es evidente que era una reunión partidaria donde la ministra se ofreció cómo modelo de mano dura. Como es algo que está en su naturaleza, intenta romper la gestión colectiva de las cooperadoras suponiendo que quienes quieren colaborar en la escuela están ideologizados”, analiza en diálogo con Tiempo la secretaria general de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE-Ctera) Angélica Graciano. La docente y referente sindical señala que “como la ministra es tan de derecha, a las familias que integran las cooperadoras y quieren mejorar la educación, las ve como un sujeto amenazante. Es realmente increíble”. Por todo esto, afirma, “la titular de la cartera educativa de CABA, evidenció los procedimientos de persecución y hostigamiento que tiene con el sector docente y las familias”.
Tras la publicación en este medio, rápidamente las declaraciones de Acuña repercutieron en varios sectores: “Ahí es donde nosotros pusimos un marco de intervención y es por eso que empezamos a entablar comunicaciones directas con las familias cuando se dieron las situaciones de tomas de escuelas, o cuando la situación de los alacranes (…) para que no fuesen las cooperadoras las que gestionaban por sí mismas como si fueran los gerentes de la escuela lo que iba pasando dentro del Lengüitas”, dijo este sábado la ministra Soledad Acuña a un puñado de vecinos y vecinas, en un encuentro realizado en la confitería San Martín, ubicada en Av Santa Fe al 3400 en el barrio de Palermo.
“Hay mucho para trabajar”, continuó la ministra, “lo más importante es que los directivos se sientan respaldados para poder tomar decisiones en esas comunidades donde las familias son muy fuertes y tienen un perfil ideológico determinado”, agregó.
“Está claro que la ministra Acuña persigue políticamente a las familias y cooperadoras que no están alineadas a su pensamiento y que no le responden, pero fundamentalmente a aquellas familias que denuncian lo que está pasando realmente en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires”, destaca Amanda Martin, secretaria adjunta de la asociación docente Ademys.
En declaraciones a este diario, la docente y ex legisladora porteña del FIT, afirmó que a la ministra le molesta que a través de la organización de las familias y estudiantes, salga la luz la crisis por la que atraviesan las escuelas porteñas. “En esa reunión con los vecinos confesó como intentó acallar y cómo persiguió a las familias de la comunidad educativa. Desde Ademys repudiamos estas declaraciones porque muchas veces las cooperadoras son las que reemplazan las necesidades materiales que tenemos en las escuelas y que no garantiza el Estado. Recordemos que el año pasado también persiguió a los estudiantes que se manifestaban en contra de las pasantías truchas, y ahora que reconozca esto en plena campaña merece el más amplio repudio”, termina.
La intervención de la Coope del Álvarez Thomas
En septiembre de 2020, el ministerio de educación decidió intervenir la cooperadora y, luego de 15 meses, tras no encontrar ninguna irregularidad, la gestión volvió a manos de las familias. Había pasado un año y tres meses. En el medio, el confinamiento producto de la pandemia. Las familias de la Escuela N°4 Álvarez Thomas habían comenzado un plan de contingencia para que los estudiantes no se quedaran sin computadoras luego de la interrupción intempestiva del Plan Sarmiento que dejó a miles de alumnos porteños sin dispositivos para poder estudiar en sus casas.
Habían entregado varias «compus» que consiguieron por sus propios medios; tenían en mente aprovechar el confinamiento para diagramar las obras de un gimnasio para la escuela, al tiempo que continuaban entregando viandas para la comunidad educativa con mercadería comprada por la cooperadora y elaborada en su propio comedor. Una vez retornada la presencialidad, quedaron paralizados los cursos y talleres artísticos, las obras, y los proyectos que tenían en mente.
Desde la cooperadora aseguran que uno de los objetivos principales del gobierno porteño fue desorganizar a la comunidad educativa del Álvarez Thomas y desarticular la «coope», que es considerada un ejemplo por el resto de las escuelas que intentan organizarse en torno a su forma de trabajo. “Durante estos 15 meses las familias cuidamos minuciosamente con muchas dificultades e impedimentos nuestro comedor, uno de los pocos autogestionados que hay en las escuelas porteñas. Claramente la intención del gobierno era meter a sus proveedores y negocios amigos dentro del establecimiento”, contó en su momento a este medio, Paula Insaurralde, integrante de la cooperadora.