Interrogantes, sensaciones, charlas y debates se acumularon en unos días luego de la victoria del ahora presidente electo Javier Milei. Desde los feminismos, blancos favoritos del libertario ultraderechista, los análisis también se amplían. En ese sentido, la escritora, docente, socióloga e investigadora María Pía López analiza el escenario actual del país y las incidencias en la región.
–¿Cómo ves este contexto que empieza a cambiar a partir de diciembre en la Argentina?
–Tengo una impresión que lo que les interesa muy de fondo, es un redisciplinamiento social y una jerarquización social de otros siglos, como ocurrió con el bolsonarismo y con Trump, que traían un modelo de sociedad en la que intentaban reponer las jerarquías tradicionales de género, de raza, de clase. Ese disciplinamiento es uno de los hilos fuertes del programa de gobierno. Y el otro, que es estratégico, es lo que ponen bajo el nombre de dolarización y privatización del acceso a los recursos y a los bienes comunes. Para hacer todo esto, plantea un ajuste feroz. Toda esa discursividad está llamando al sacrificio social, que será incluso para sus votantes. Ahí tenemos uno de los problemas principales y es que hay que compensar ese sacrificio general con el show de la crueldad sobre algunos cuerpos destinados a ello y pone a ciertas personas como objetos sacrificiales. Eso es lo que están haciendo ya con los empleados de los medios públicos, los trabajadores estatales, las personas LGTBIQ y las feministas. Vamos a ser objeto de ese linchamiento sacrificial para compensar el goce de los sacrificios en términos económicos.
–¿Cómo es posible construir o sostener una agenda de género en este contexto?
–Lo primero es pensar una articulación defensiva. Las leyes que ellos pretenden cambiar, como la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo o la Ley de Educación Sexual Integral, hay que poder discutirlas en el Parlamento. Entonces hay que pedir compromiso a los partidos democráticos para sostener los derechos. Y después una repolitización por abajo. La potencia de movilización de nosotros, los feminismos, (y de otros sectores) desde la pandemia prácticamente se agotó y se perdió la lógica de transversalidad que había construido la fuerza movilizada. Ahora hay que volver con redes de cuidado recíprocas a construir esa politización por abajo. Y va a ser difícil, porque también hoy es el momento en que los libertarios están a la ofensiva. Me parece que una agenda de género debe pensarse con aliades y articulaciones para sostenerla. Este momento fundamental también nos obliga a pensar de qué modo concebimos una idea de resistencia. No creo que sean las resistencias tradicionales, sólo callejeras, ante un gobierno que lo primero que hace es amenazar con represiones duras.
–¿Hay posibilidades de construir esa resistencia en las calles?
–Es el desafío más grande: cómo construir resistencia que no sea con la exposición de las personas que resisten a ese show de la crueldad en forma de víctima. Tenemos que pensar cómo reiniciar el repertorio de luchas de las organizaciones que crecieron durante la dictadura. ¿Qué hicieron las Madres? ¿Cómo se constituyeron? Hay un primer punto para todas las compañeras, militantes, feministas que es la lógica del cuidado recíproco y del cuidado del sentido de la defensa de las condiciones de la salud, de la amorosidad, del afecto. Vamos a necesitar de esa trama más afectiva para sostener un momento de agresión tan fuerte a nuestros derechos y a nuestras personas.
–¿Qué pasó con la narrativa en cuanto a la transmisión de valores y pactos sociales?
–Durante la pandemia se resquebrajó un modo de ser en lo social. Pero creo que tenemos otra discusión compleja para pensar y es que todos los feminismos construimos una transmisión entre generaciones con las chicas y no con los varones que atravesaron el crecimiento de los feminismos con una sensación de fuerte amenaza y e incompresión. La pelea que dábamos contra el patriarcado como sistema de opresión parecía terminar encarnándose en la denuncia y el escrache contra pibitos de 13 o 14. Es muy poco lo que se pudo, retramar en relación a eso.
–¿Cuánto tiene que ver el antifeminismo con ese voto positivo a Milei?
–Hay algo que nos cuesta aceptar pero que algunos autores ya lo vienen llamando como «deseo de fascismo» en el sentido de fundar de nuevo un orden social que tenga una representación tradicional de las corporalidades. Es decir, que haya mujeres varones, y que esas mujeres estén subordinadas a los varones. Eso está como deseo de muchos pibes y de muchos votantes de Milei. Ya vimos en Estados Unidos y en Brasil esta subjetivación que resulta buena para esos varones jóvenes que se vieron asustados por la expansión de los feminismos. Esto aparece como una revancha o empoderamiento. También creo que en nuestra sociedad viene acumulándose, viene macerándose una lógica de la crueldad, de una aceptación, naturalización y hasta un placer ante el sufrimiento de otras personas. Eso tiene efectos muy dramáticos porque este gobierno quiere construir su legitimidad sobre su potencia de hacer sufrir. «
Debates sobre el antipunitivismo
María Pía López fue una de las participantes del primer Encuentro Internacional Antipunitivista y Abolicionista Penal denominado Justicias Alternativas, que comenzó el viernes y termina este domingo.
«Justicias Alternativas es un evento clave y necesario para tejer redes transfronterizas, organizar formas de autocuidado y estrategias que puedan crear soluciones alternativas al sistema punitivista que domina en los diferentes territorios del mundo, en un contexto global de avance de las ultraderechas», señalan lxs organizadorxs en un comunicado.
Durante los tres días del encuentro se desarrollaron charlas, talleres, música en vivo y actuaciones en distintos puntos de la ciudad. La actividad de hoy es el II Parlamento de Ladrones y Desviadxs y se realizará de 14 a 19:30 en la Manzana de la Luces, Perú 272.