“Las parteras están ocupadas no te pueden atender”, le dijeron las enfermeras del Hospital Público de Morón a Karen Pérez el 14 de octubre de 2017. Tenía 37 semanas y media de un embarazo normal. Sin embargo, ese día comenzó con un sangrado que iba en aumento.
Estuvo casi una hora desangrándose hasta que una partera que pasó cerca de la camilla donde la habían dejado la vio casi desmayada y la llevaron de urgencia para una cesárea. Según esa partera, nadie le había avisado que ella estaba ahí. Ya en el quirófano, a Karen no le hizo efecto la anestesia de la peridural y avisó que le dolían los cortes. “Qué exagerada”, le respondieron.
Ese fue sólo el comienzo de uno de los episodios más tristes de su vida. Cuando volvió en sí, Karen preguntó por su hija y le dijeron que estaba en Neonatología, pero a los minutos vio que llegó el equipo médico con la beba vestida pero muerta. Le dijeron que la muerte fue porque Giuliana tenía dos vueltas de cordón y que ella sufrió un sangrado por desprendimiento de placenta. Si la atendían diez minutos antes, la beba se salvaba.
Semanas después, sucedió el caso Alma, en ese mismo hospital. Eso animó a Karen a contar lo que le había pasado y fue entonces cuando Laura Cáceres, la mamá de Alma se contactó con ella. “Lo hice para que a nadie más le pase”, dice a Tiempo Argentino.
Las mismas violencias
Karen recuerda que en julio de 2018 mientras ella daba una nota en un canal local, contando su caso Celeste Cornejo estaba viviendo una situación similar en ese mismo hospital.
Celeste Cornejo llegó al hospital el 14 de julio con muchísimos dolores. Llevaba una semana yendo a controles porque estaba dolorida. Cada vez que iba la maltrataban. Le pedían que regresara a su casa a hacer reposo, pero ni siquiera le tomaban la presión. Ese día fue por la mañana, pero la mandaron de vuelta. A las 19, no soportaba más los dolores y volvió. Como había comenzado con pérdidas la dejaron en observación y controlaron (por pedido de ella) al bebé. Sus latidos se escuchaban.
Cuenta Celeste que pasó la noche sola, sin frazada y descubierta de las piernas para abajo en pleno invierno. No dejaban que su pareja entrara a acompañarla. Los dolores no habían disminuido. Tampoco los malos tratos. “Dormite mamita, dejá de joder”, le dijeron. Recién al otro día, una médica fue a controlarla y no escuchó los latidos del bebé por lo que hicieron una cesárea de urgencia. Cuando terminaron de atenderla le avisaron que su bebé, Benicio, había nacido muerto.
“¿Por qué no realizaron antes la cesárea si estaba con pérdidas?” atinó a preguntar Celeste. “No era hemorragia”, le respondieron. A pesar de que su mamá y el papá de Benicio estaban desde la noche anterior no les avisaron que a Celeste le realizaron una cesárea de urgencia ni que el bebé nació muerto. Recién tres horas después lo comunicaron. A pesar de que tenían una autorización de una doctora para que el papá del bebé se quede con ella lo echaron con el personal de seguridad.
La hermana de Celeste fue quien contó en Facebook lo que había pasado y de ese modo se enteró que hubo otros casos en el hospital. “Hasta el momento no me había enterado de nada. Cuando publicamos empiezan a surgir comentarios y los contactos de las chicas. Pensé que era una falla humana que hubo una comunicación. Y no. Hay algo que sistemático y que está mal”, cuenta a Tiempo.
A la espera de un sumario
Las chicas de las que habla Celeste son Karen, Laura, Daiana y Patricia. Sufrieron violencia obstétrica entre 2016 y 2019 en el Hospital de Morón, reconocido por sus políticas públicas de una maternidad segura pero que durante ese período fue completamente distinto.
Las mujeres debieron armar un camino para ver dónde se denunciaba. Así acudieron a la Consavig, luego al Inadi y por último a la Defensoría del Pueblo de Nación. Allí fue donde les dijeron que habían sufrido violencia obstétrica y así fue como lograron que se abra un sumario que hoy permanece abierto.
“En enero de 2020 nos reunimos con el actual intendente de Morón, Lucas Ghi y le explicamos que queríamos hacer un sumario administrativo a los médicos intervinientes y hacer un sumario colectivo. Era algo inédito para el municipio. Hoy nos encontramos ante esta posibilidad de que, al haber declarado médicos y testigos, ver cómo se resuelve este sumario administrativo que para nosotras es tan importante. Lo que buscamos es esta reparación del Estado de decir que hubo violencia obstétrica”, explica Laura Anzorena abogada de las mujeres.
“El recorrido que falta es el de saber cómo denunciar. Falta que exista una mesa que escuche, que tome decisiones, que haga estadísticas y que esto se pueda visibilizar. Uno no se da cuenta a veces que está sufriendo violencia obstétrica”, agrega la abogada. “No hay por qué pagar para un parto personalizado, es un derecho que te traten bien”.
Abrazar, contar, sanar
Karen y Celeste coinciden en algo: que no vuelva a pasarle a nadie. Cuando lo dicen parecen abrazar al pasado y al futuro.
“Una aprende a convivir con el dolor. Porque siempre hay algún recuerdo y con cada recuerdo siempre nos corre una lágrima. Hacemos muchas cosas juntas y cuando una se cae siempre hay alguna acompañando, conteniendo”, dice Karen. Con el objetivo de contar sus historias y difundir sus acciones armaron el Instagram Gestar justicia-Parir derechos. “Queremos lograr que a ninguna otra le pase. Que a ningún niño le pase, que ninguna mujer viva este dolor. Y que si alguien lo vive que lo pueda denunciar. No queremos que pase más esto”.
Unos días antes de la primera marcha contra la violencia ginecoobstétrica, Celeste piensa cuáles son sus expectativas. “Que se deje de naturalizar la violencia obstétrica”, reflexiona. “Las mujeres gestantes tienen que saber que hay una ley de parto y hay que pedir que se cumpla. No como a mí que me dejaron tirada como un perro. A mi hijo nadie lo vio, que eso no pase más. Desde un primer momento que estén informadas de todos los derechos que tienen como mujeres gestantes. Que en cualquier situación que se sientan violentadas la denuncien sin miedo, y que todos los médicos y enfermeros entiendan que es un momento único para las mujeres”.
“No quiero que ninguna mujer tenga que pasar por lo que pasé yo. A mi hijo nadie me lo va a devolver. Haga lo que haga nadie me lo va a devolver, pero no quiero que haya más Benicio. Mi corazón roto nada lo va a sanar, pero sí le prometí a él principalmente hacer justicia. Y que esto no pase nunca más”.
Visibilizar la violencia
Fueron más de 40 organizaciones las que participaron de la primera marcha contra la violencia ginecobstétrica y neonatal. La concentración fue en CABA y hubo acciones en Tucumán, Mendoza, Chaco y Tierra del Fuego. En el marco de la Semana del Parto Respetado, reclamaron la efectiva aplicación de la ley.
«Queremos instalar el concepto de violencia ginecobstétrica. Esta violencia se ejerce dentro del sistema de salud», expresó Luján Arcidiácono coordinadora de la campaña Mi parto, mi decisión.
Mural
Entre las acciones de las mujeres que denunciaron al hospital está un mural en homenaje. Están a la espera de la autorización para comenzar con la obra.
«Queríamos hacer algo simbólico que represente a nuestros hijos. Se nos ocurrió hacer un mural en el hospital y una placa con el nombre de nuestros hijos», detalla Karen Pérez, mamá de Giuliana.