En el cierre de un año con indicadores económicos que parecen hablar de una pospandemia pero con una realidad económica atravesada por el ajuste fiscal, la precarización y la caída de los ingresos reales apostamos a construir nuevas formas para pensar tanto las crisis como las formas de salir de ellas.
Más allá de los desarrollos teóricos de la economía feminista, contamos con los aprendizajes vividos en la experiencia de una cuarentena reciente que dio cuenta de cuáles eran los trabajos esenciales para mantener a las sociedades y cuáles eran los trabajos que pudieron frenar o pasar a realizarse dentro de los hogares. En este sentido, el trabajo de cuidados de las infancias, de los adultos mayores y las personas con discapacidad, cobró un rol central para las agendas públicas y se hizo más visible que nunca que sin trabajadores y trabajadoras sanas, cuidados, alimentados, higienizados, no hay economía que funcione.
Según ONU Mujeres, las mujeres realizaron casi un 30% más de trabajo de cuidados que los varones en la región. Si bien esta experiencia fue vivida en grandes porciones del planeta, la salida de los controles estrictos no significó una revalorización de los trabajos de cuidados como la enfermería, la docencia y el empleo doméstico.
Incluso, en nuestro país, no logramos avanzar en leyes ni políticas que pongan a los cuidados en el centro de la escena de la recuperación económica, dejándonos como horizonte una profundización de la vieja normalidad que ya encerraba viejas desigualdades.
De cara al comienzo de un nuevo año, que a su vez es electoral, es fundamental insistir con la agenda de los cuidados para plantear soluciones que construyan una sociedad más inclusiva. Al fenómeno del pluriempleo y trabajadores y trabajadoras pobres les respondemos con la creación de un verdadero sistema integral de cuidados que genere empleos en condiciones y que también pueda garantizar el derecho al cuidado como un derecho básico. El cajoneo del anteproyecto presentado en relación a la extensión de las licencias maternopaternales deja un sinsabor en relación a las posibilidades de avanzar con estas políticas tan necesarias para las familias argentinas. Seguimos con dos días de licencia para los padres a nivel nacional, evidenciando el rol de proveedores que tienen las paternidades dentro de la Ley de contrato de trabajo y su imposibilidad concreta de ejercer paternidades más activas.
Más allá de la necesidad de avanzar con horizontes de construcción mejores para todos y todas también debemos alertar sobre el quinto mes de ajuste fiscal que está realizando este gobierno para cumplir las metas con el Fondo Monetario Internacional. Hay numerosos trabajos que muestran la relación entre los programas de austeridad y los efectos que tiene para las grandes mayorías en general y las mujeres en particular. En nuestro país, la licuación de las asignaciones sociales, jubilaciones y pensiones que no pueden competir ante una inflación que va a rozar los tres dígitos repercute diferenciadamente en términos de género. A su vez, siendo el empleo público el sector de empleo más paritario, los recortes de ingresos reales tienen un impacto directo en los trabajos de las mujeres.
Otro fenómeno muy común que aparece en las crisis es «la nivelación hacia abajo» entre varones y mujeres. En Argentina, las mujeres en la pandemia alcanzaron el máximo histórico de empleo y el mínimo nivel de desempleo desde 2017. Estos valores récord se relacionan con la dinámica contracíclica de la fuerza de trabajo femenina. Durante los períodos de crisis se suele hablar del «efecto trabajador(a) adicional», que refiere a que, frente a la falta de plata más personas salen a buscar trabajo para fortalecer los ingresos que aún así en muchos casos no alcanzan para llegar a fin de mes.
Discutir todo esto se vuelve urgente en el marco de un nuevo programa con el FMI y con un presupuesto para 2023 acorde a la «consolidación fiscal». Estas medidas son las que reproducen y construyen sociedades más excluyentes. Es ahora cuando hay que pensar no sólo como salir de la crisis sino cómo hacerlo con las personas adentro.
No podemos esperar a una economía estable para atender la agenda de género. El momento es ahora y es con nosotras: ante las crisis, más feminismo. «