El 22 de julio es el Día Internacional del Trabajo Doméstico. ¿Qué hay detrás de esta efeméride? ¿Quiénes se ocupan de estas tareas y qué valor le otorga la sociedad?
Desde Grow, género y trabajo nos proponemos reflexionar sobre el impacto que tiene el trabajo doméstico en la vida laboral de las mujeres y lo lejos que estamos aún de lograr la igualdad.
El trabajo doméstico desde una perspectiva de género
El trabajo doméstico comprende las actividades que se desarrollan para satisfacer las necesidades básicas para la existencia y el desarrollo de las personas. Al mismo tiempo, ocupa un rol fundamental –económico y social– porque permite la producción y reproducción de la fuerza de trabajo. No obstante, vale mencionar que la asignación de roles no es equitativa, como tampoco el valor que la sociedad otorga a cada actividad.
“Eso que llaman amor es trabajo no pago” afirmó Silvia Federici para visibilizar esa desigual distribución de las tareas al interior de los hogares, que aún hoy persiste. En Argentina, según los resultados preliminares de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT, 2021), el 91,6% de las mujeres realiza trabajo doméstico –incluye el cuidado o apoyo a otros hogares y el trabajo voluntario– versus el 73,9% de los varones.
En este marco, desde Grow, género y trabajo sostenemos que las condiciones de trabajo remunerado se encuentran necesariamente relacionadas con la forma en que se desarrollan las tareas domésticas no remuneradas.
¿Dónde estamos y hacia dónde vamos?
El mayor tiempo que las mujeres dedican a las tareas domésticas y de cuidado tiene como consecuencia una menor participación en el mercado de trabajo respecto de los varones. Es así que, la tasa de empleo femenina es del 46,4 mientras que la masculina es del 65,3 (EPH-Indec, 4to trimestre de 2021). Pero además, aquellas que logran insertarse laboralmente lo hacen en peores condiciones: trabajos más precarios, con menor protección social y más dificultades para acceder a una futura jubilación por no contar con los aportes suficientes.
Desde Grow, género y trabajo, en nuestra experiencia acompañando a instituciones públicas, privadas y de la sociedad civil, hemos observado que todavía persisten dificultades para identificar las causas de las diferencias de género en las tasas de participación laboral, así como también en los obstáculos que enfrentan las mujeres para conciliar vida personal y profesional.
Es en este sentido que consideramos fundamental el desarrollo de un sistema integral de cuidados que promueva la corresponsabilidad, así como también la extensión de las licencias para personas gestantes, no gestantes y por adopción. Estas estrategias, entre otras posibles, pueden contribuir a equiparar las oportunidades de desarrollo profesional y las condiciones laborales de las personas, independientemente de su género.