Cielo López tenía 18 años cuando fue abusada, asesinada, descuartizada y sus restos arrojados al río Limay. Fue un femicidio que conmocionó a Neuquén. A tal punto, que una ley lleva su nombre: prevé la capacitación en materia de prevención de violencia de género en todas las escuelas de esa provincia. A casi tres años de ese crimen atroz, sus ecos siguen resonando en la sociedad neuquina. La condena al femicida fue el impulso que permitió a dos hermanas de 11 y 12 años contar que también eran víctimas de abuso. El agresor, primo de las nenas, ya fue declarado culpable. Sólo falta la instancia de otorgamiento de pena.
El femicidio de Cielo fue en septiembre de 2019. Un año y dos meses después, un jurado popular declaró responsable a Alfredo Escobar (quien luego, en la audiencia de cesura, sería penado a prisión perpetua). El veredicto fue transmitido en vivo y en directo. Así lo vieron dos hermanas de Zapala, que venían siguiendo el caso al detalle, algo que llamaba la atención de su mamá.
Tras la decisión del jurado popular, una de las nenas comenzó a llorar desconsoladamente. Le dijo a su madre que no aguantaba más y debía contarle lo que le hacía su primo. La otra niña también eligió hablar cuando vio al femicida de Cielo López condenado. Su palabra se convirtió en denuncia y prueba y el abusador al que señalaron, su propio primo, acaba de ser declarado culpable.
Romper silencios
«Una víctima que denuncia no solo habla por ella. Habla por muchas otras que aún no pueden hacerlo. No es la primera vez que me encuentro con develamientos que se dan a raíz de la noticia de otros hechos de abusos denunciados y/o condenados. La palabra del otro o la otra sí que ayuda. Ayuda a convertir ‘heridas’ en relatos, a romper los silencios», definió la jueza Carolina González, en diálogo con Tiempo. Y agregó: “No es en absoluto nada fácil denunciar un hecho de abuso sexual, transitar los pasillos de los tribunales con estas historias. Saber que otros pudieron claro que empodera”.
Junto con las magistradas Bibiana Ojeda y Leticia Lorenzo, González integró el tribunal que declaró por unanimidad la responsabilidad del imputado. Ahora se espera que la Oficina Judicial local fije fecha para la audiencia de cesura, como consignó el diario Río Negro.
“Cielo López no sólo nos dejó una enseñanza, sino que les permitió a las niñas ver que esto que sufrían era un abuso. Cielo no supo lo que generó con su muerte”, dijo el fiscal Marcelo Jofré en su alegato.
El juicio y la ESI
La madre de las niñas declaró como testigo en el juicio. Describió esa escena clave en la que sus hijas, viendo el veredicto al femicida de Cielo, se quebraron y hablaron. Contó también que a partir de conversar sobre ese caso ella había comenzado a hablarles sobre que nadie debía tocarlas.
Según reprodujo el diario Río Negro tras las audiencias, la víctima más pequeña también recurrió a lo aprendido en las clases de Educación Sexual Integral (ESI) para tratar de enfrentar al abusador: le dijo que sabía que lo que hacía no era un juego y que en el hospital había profesionales que podrían ayudarla. Su hermana mayor la frenó, por miedo. El primo abusador las tenía amenazadas.
“Cuando una víctima logra contar, esa red de develamientos, esa cadena se da”, dijo la jueza González, y aludió a otros casos en los que eso fue el detonante para que otra víctima hable. Por ejemplo, refirió al juicio a un acosador que fue denunciado luego de que un grupo de hermanas viera en la televisión una nota sobre un tío que abusaba de su sobrina.
En esa escena familiar la nena contó lo que había aprendido en la escuela sobre secretos que hacen mal y no deben guardarse –a partir de la canción Hay Secretos, del grupo Canticuénticos- y esa charla dio lugar a que una de sus hermanas contara lo que sufría. El caso trascendió porque la jueza, tras el veredicto, hizo que el abusador declarado culpable escuchara aquella canción que había ayudado a romper el silencio.