Intentaré sumar mi mirada desde el feminismo académico a los múltiples balances periodísticos de estos días sobre los 4 años de existencia del Ministerio Nacional de las Mujeres, Géneros y Diversidades de cara a la amenaza de su desaparición expresada por el presidente electo.

Como todo balance, siempre depende de quien lo haga y de cuales sean sus intenciones.

También diré que esta es una etapa dentro de un movimiento social como el feminismo argentino que lleva más de 100 años en el país. Es la etapa de llegada al mayor nivel de representación en los esquemas de política pública nacional, después de casi 40 años con el retorno a la democracia de su creación como área gubernamental, pero con menor nivel que el logrado en la actualidad (Secretaria, Consejo o Dirección Nacional). Vale recordar en esta ocasión a una de sus primeras responsables, la inolvidable Zita Montes de Oca.

 Y hago esta historia, porque si algo identifica al feminismo es que se sabe trangeneracional  e histórico. Y sabe que sus logros en materia de derechos para las mujeres se deben a los avances que han hecho las generaciones anteriores y también sabe que cada generación no se engendra solo asimisma. Es como si nos dijera todos los días: Piba, aunque no te guste, le debés tus derechos y tus libertades a quienes vinieron antes.

Durante los 4 años que los cuales existe el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidades tuvo que lidiar fundamentalmente en redes sociales, con una campaña sostenida de desprestigio y banalización de sus tareas y alcance. Es una de las falacias armadas desde los think tank de la derecha argentina que le ha permitido generar adeptos para su triunfo reciente electoral. Y si se suma que este Ministerio incluyó la novedad de llevar las necesidades y demandas del colectivo LGTBI* por primera vez en la historia del país al rango de políticas públicas del más alto nivel se entiende mucho más lo que la derecha está combatiendo.

¿Cuál es el público que aplaude esa falacia?: La cantidad de varones precarizados y desafiliados de un sistema formal de empleo que en otros momentos descargaba su frustración en mujeres subordinadas y subjetivadas en el sistema tradicional que amortiguaban el impacto de lo social y económico al interior de los hogares y parejas. Como señaló el teórico catalán Josep Vicent Marques especialista en masculinidades: “el patriarcado es un sistema por el cual tu patrón te puede tratar mal y pagar poco, pero te ofrece que tengas una mujer de tu mismo sector social con quien agarrártelas y sentirte el amo de tu casa y de la vida”.

Lo que pasó estos años de crecimiento del neoliberalismo acérrimo, más la pandemia, más el feminismo, es que esos varones desencantados dejaron de poder agarrárselas con las mujeres y esperar de ellas que sanen sus heridas. Quedaron en off side, hasta que las nuevas derechas comenzaron a hablarles y sumarles a sus filas.

¿El feminismo en el Estado le habló a esos varones? Solo en algunos casos: Los hicieron los Ministerios de las Provincias de Buenos Aires y la de Santa Fé que desplegaron programas específicos de género para masculinidades en el nuevo escenario económico y social, feminismo incluido. En el estado nacional, no lo hizo el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades que decidió abocarse a los grupos que visualizó como más vulnerables: mujeres y población LGTBI*, no impulsando políticas preventivas para los varones como grupo generizado impactado por los cambios. Como si lo hizo desde Nación la Dirección de Adolescencias y Juventudes del Ministerio de Salud.

En mi tarea de extensión desde la Universidad realicé muchos talleres en Colegios secundarios impactados por los escraches y las denuncias de abusos desde una perspectiva no punitivista pero que tampoco sostenía la impunidad, que tuvo muy buenos resultados en varones y en mujeres adolescentes.

El feminismo actual es el la 4ta ola, no de la 3era ola. Su característica principal es el de ser un feminismo de masas que surge en nuestro país a partir del 2015 posterior al #Niunamenos (invento argentino replicado en todo el mundo) y de la movilización en torno al logro de la legalización del derecho al aborto de 2018 y que además es importante decirlo para entender los ataques actuales: fue el actor social con más poder de movilización frente a las políticas neoliberales del periodo macrista 2015/2019 que explica en parte, porque el Gobierno de Alberto Fernández incorporó muchas de sus demandas en su gestión, pero que además en 2023 sumó gran parte del 45% que logró UP en las últimas elecciones. Lo cual nuevamente permite comprender el actual ataque.

La segunda ola del feminismo, la de los años 1960 surgió en los países centrales en los cuales había más derechos de las mujeres que en los países periféricos. Lo mismo aconteció siempre con el movimiento obrero, es sumamente lógico e históricamente probado que a mayor logro de derechos mayor poder de movilización y mayor visibilidad de lo que falta por lograr.

Por otra parte, a nivel local todo el avance en materia de derechos de las mujeres que tenemos en la actualidad es debido a la acción de las diferentes feministas de todas las generaciones, fundamentalmente las juristas que han permitido ese avance.

Dos datos: uno, el feminismo argentino es de larga data, su primer congreso se desarrolló en 1910 para celebrar el centenario de la Revolución de Mayo. Sus temas fueron: igualdad de derechos civiles y jurídicos, divorcio, regulación de la cantidad de horas de trabajo y educación obligatoria. Derechos que se fueron consiguiendo progresivamente en el país en el siglo XX, debido al trabajo constante de las feministas de cada período, entre las cuales se ha destacado Alicia Moreau de Justo. Dos, mas cercanamente en la década de 1980, durante el gobierno alfonsinista se lograron dos hitos de mayores grados de igualdad: el divorcio vincular y la patria potestad compartida ambos en 1987. Hasta ese momento los hijos eran del padre, las madres no tenían ningún derecho. Nuevamente gracias a la multisectorial de mujeres feministas de esa época entre las cuales se destacó la Diputada radical Florentina Gómez Miranda.

Durante el gobierno de Cristina Fernández hubo otro hito jurídico que contribuyó a lograr mayores grados de igualdad: el fallo FAL de la Corte Suprema que permitió la ampliación de las causales de aborto legal. Nuevamente gracias a feministas en la Corte Suprema se logró ese derecho: Carmen Argibay, Elena Highton de Nolasco y Eugenio Zaffaroni.

Por otra parte, la aprobación del aborto voluntario legal en 2020, que se sancionó al mismo tiempo que la ley de los 1000 días que protege económicamente a quienes quieren seguir con un embarazo y no lo pueden seguir por razones económicas inauguró mejoras en la calidad de vida de las mujeres en el país: garantizó que aborten quienes no querían o no podían por diversas razones llevar adelante un embarazo y garantizó a su vez que no tener recursos económicos no sea una causal de aborto. Esto permitió dos logros fundamentales de estos 3 últimos años de gestión: bajó la maternidad adolescente y no se produjo ninguna muerte por aborto. Dos logros de primer nivel en términos sociales y sanitarios. Que se sumó a la ley de reproducción asistida del 2013 que amplió a todos los sectores sociales la posibilidad de acceder a tratamientos de fertilidad. Si a eso le sumamos la Asignación Universal por hijo del 2009 (nuevamente Cristina Fernández), asignación que no se les da a las mujeres sino a los niños que comenzaron a tener CUIL permitiendo las universalización de las asignaciones familiares. Todo esto ha contribuido a que la maternidad haya sido protegida desde las políticas públicas como nunca se había hecho desde el Estado  hasta el momento. Claro que no es cualquier maternidad: es la maternidad deseada y no la forzada.

La gestión de la pandemia también se vio beneficiada por varias medidas promovidas por la existencia de rango Ministerial de las políticas del gobierno nacional, sumadas al rango Ministerial de Salud (que en la gestión anterior fue y en la próxima gestión parece que será solo una secretaria). Frente a la ola mundial de aumento de la violencia de género fruto del necesario confinamiento para enfrentar un nuevo virus pandémico, que evidenció que el lugar menos seguro para una mujer es el hogar junto a un hombre violento, se incluyó a la atención de la violencia de género como política esencial.

Y sumada a otra medida previa, la formalización del empleo doméstico (cuya tasa de femineidad es del 90%) que permitió que se paguen los sueldos de las empleadas sin que tengan que concurrir y exponerse al virus, permitió la ralentización de la llegada de la pandemia a los sectores humildes por esa vía a diferencia de lo que pasó con la gripe A en 2009. Solo recordar que ambos virus llegaron en avión traídos por los sectores más privilegiados de la sociedad.

El logro del 30% de las bancas en cargos electivos conseguido en 1991 nuevamente en un avance de la multipartidaria de mujeres feministas de los diversos partidos políticos que se juntaron sororamente, al igual que aconteció en 2018-20 en el logro del aborto legal, de manera transversal en todos los partidos políticos. Nuevamente otra deuda de las mujeres argentinas con el feminismo y van…..?

Esa incorporación de mujeres cambio la agenda legislativa de los 90. Permitió múltiples incorporaciones de temas afines a la vida cotidiana que estaban ausentes en las cámaras de predominio de quienes usan corbatas: familia, lugar de las mujeres, salud, educación e infancias.

La brecha salarial es real, pero no basada en la legislaciónque actualmente es igualitaria, sino en las prácticas concretas. De hecho en lo personal actualmente gano la mitad de un varón en la misma función por la misma responsabilidad en una institución de gran prestigio como consecuencia de ardides políticos- administrativos.

También las brechas salariales en una misma rama de la producción entre varones y mujeres se debe a que, por la salida o baja de rendimiento de las mujeres por las cargas de cuidado, las mismas reciben menos promociones, premios, ascensos que forman parte de las diferencias salariales de hecho en un mismo puesto y a igual capacitación. Nuevamente la vida real versus la igualdad formal.

Las mujeres en nuestro país todavía se jubilan 5 años antes que los varones como compensación por la doble carga de trabajo por la todavía inexistente redistribución de las tareas de cuidado. Decimos todavía porque muy posiblemente sea una de las ideas que este en la cabeza de la alianza triunfante Milei/Macri para este periodo. Ya lo intentó Carlos Saúl Menem en 1998 utilizando el entonces Consejo Nacional de la Mujer para legitimarlo, lo cual no pudo ser posible por tensiones al interior del mismo CNM entre mujeres meritocráticas y mujeres feministas.  

Las estadísticas de femicidios es la primera vez que se llevar a cabo desde el Estado. Las inauguró en el país una ONG en 2009, la Casa del Encuentro. Cabe recordar además que los mismos no se deben solo a la violencia conyugal. Puede ser a manos de desconocidos, como le ocurrió a Micaela García, estudiante universitaria de Entre Rios, en cuya memoria se consagró la Ley Micaela de capacitación en género de la administración pública.

La enesmistad de género es un invento, lo que si existe en la democratización de las incomodidades y la imposibilidad de que la frustración de los varones frente al maltrato de las condiciones de trabajo y vida sea compensada con el desquite violento con las mujeres, a eso el feminismo de la 4ta ola le puso coto.

Hace falta más ampliación de derechos, lograr más de lo logrado. Y en ese sentido en estos 4 años faltó más feminismo desde el Estado: está pendiente la sanción de la Ley de Cuidados presentada por el Presidente Fernández al Congreso el 2 de Mayo de 2022. Además de que el presupuesto del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidades fue siempre fue exiguo, y las mujeres a cargo, como siempre pasa, lograron estirar y hacer mucho con poco.

Parece que en este momento se está eligiendo a las mujeres y al colectivo LGTBI* como chivo expiatorio, se han registrado varios casos de maltrato verbal y físico hacía personas leídas como disidencias y a mujeres con pañuelo verde en la mochila luego del triunfo electoral.

Igual que la Alemania nazi eligió con el mismo motivo a los judíos y a los homosexuales. Como decía John Lennon: la mujer es el negro del mundo. Y al igual que en la Alemania nazi se incita a que haya grupos de choque de la sociedad civil para que hagan ese “trabajo sucio”, describiendo a estos colectivos como parte de “los orcos”, perdiendo el estatus de ciudadanos, ya no serían personas, no califican como “gente de bien” según palabras del presidente electo. Jóvenes contra jóvenes, trabajadores contra trabajadores.

Eligieron esta nube de humo para que no se visibilice que vienen por todas las aéreas aun no mercantilizadas de nuestra sociedad para hacer negocios, para ellos y para sus amigos del norte global. Vienen por lo que quedó pendiente de los 90 y del 2015-2019.

Entiendo por todo esto, que si alguna voz desde el feminismo está faltando en estos días es la de las feministas liberales, radicales y de la coalición cívica que forman parte de la alianza ganadora. Si están dando una disputa interna, sería bueno saberlo para ayudarlas.