“Yo crecí con Barbie. Y sé lo que significaba. La que yo usaba sólo tenía vestidos de fiesta. Si bien existían otras, la de moda era la hegemónicamente correcta. Jugué y me divertí con Barbie y seguramente moldeó mi pensamiento, pero no hacia el lado que quieren hoy plantear: que de repente las niñas dejaron de jugar con bebotes. En todo caso era como ponerse en contacto con la parte más frívola de la mujer, que iba a la peluquería, compraba ropa. Las profesionales existían, pero no eran las que más se promocionaban. La forma en que tratan de reivindicar a Barbie me resulta un tanto forzada”, dice Ángeles Estrada Vigil, diseñadora de 44 años. Como mamá, se encontró con que a su hija no le gustaban los juegos tradicionalmente considerados “de nenas” y eso la impulsó a gestar una revista infantil con propuestas de arte y ciencias, Intrépidas: “Necesitaba mostrarle a mi hija que ella podía ser quien quisiera ser. Y gustarle jugar a lo que quisiera. Que nadie le iba a decir lo que tenía que ser”.

Esa impronta sobre el juego que buscó transmitir con su revista la bisnieta del fundador de Billiken es también la que prima desde la mirada de la Educación Sexual Integral (ESI). Se avanzaron muchos casilleros, pero todavía falta para que el juego libre y sin estereotipos sea algo generalizado. “Ya no hay rincón de nenes y rincón de nenas en las escuelas. Pero hay que ver cuán real es. ¿Qué pasa cuando un nene quiere disfrazarse de nena, de princesa? Sigue siendo un tema que no en todos los espacios educativos se acepta. Sigue existiendo una presión social conservadora muy grande”, plantea Estrada Vigil.

¿Qué lugar ocupa Barbie en ese universo? “Es una muñeca que tiene y tuvo una presencia indiscutible, pero depende mucho de tu contexto sociocultural cómo vos juegues con esa Barbie. Es un producto de marketing que quería vender, lo logró y lo sigue logrando y ahora se reinventa para seguir haciéndolo”, dice en el marco del fenómeno disparado por la película de Greta Gerwin. Si bien el filme no está dirigido al público infantil, la marea rosa impregnó todo y se tradujo en una explosión de ventas de la marca Barbie en las jugueterías, de cara al Día de las Infancias.

Los roles en juego

“Lo cultural nos antecede y en las formas de jugar están los estereotipos, que nos anteceden cuando empezamos a ir al jardín y a vincularnos con un mundo que está lleno de preconceptos”, explica Claudia Smaliroff, psicopedagoga, docente de la Universidad de Córdoba y especializada en mediación cultural. “Las propuestas que vienen desde la ESI han posibilitado el comenzar a romper tabúes en relación a los modos de jugar, a lo que está establecido estereotipadamente para un cuerpo u otro. Hay muchas niñas que se anotan para jugar al fútbol, y si bien son muchas menos que los varones, cada vez son más. Falta mucho por recorrer, pero esto va cambiando en ámbitos escolares, clubes sociales. Sobre todo, allí donde se crean espacios para la escucha y la pregunta”, analiza la psicopedagoga.

Para Daniel Brailovsky –doctor en Educación, formador de docentes e investigador de FLACSO- “la relación entre ciertas formas de jugar y de concebir los roles de género en la sociedad es evidente e innegable”. Y así como durante largas décadas los cochecitos de bebé y las cocinitas como juguetes exclusivos para nenas representaban el rol asignado a las mujeres, de a poco hubo quienes se fueron animando a los bebotes y cocinas para nenes. Y hay marcas que promueven estos juguetes sin género, como la línea de cocinas de Petit Gourmet de Lionel’s, según ejemplificó la Cámara Argentina de la Industria del Juguete.

“En virtud de los cambios gracias a las luchas del movimiento feminista, los cambios en las representaciones sociales impulsados por la ESI, esto obviamente impacta en los juegos, así como en las producciones televisivas, la literatura, las relaciones”, enumera Brailovsky. “Cuando en sus juegos niñas y niños reproducen roles familiares o sociales, juegan a la mamá o al papá, al doctor o a que andan en colectivo poniendo las sillas en fila, este tipo de juegos son espacios en los que puede verse la mirada infantil respecto del mundo, pero también son espacios de negociación, construcción y transformación. En los que puede jugarse a variar esos roles sin los riesgos de la vida real y con la inventiva y la creatividad que propone el juego. Los chicos, de alguna manera y especialmente en este tipo de juegos siempre juegan a ser grandes. Y los adultos, cuando jugamos con ellos, de alguna manera sacamos a la luz algo de nuestra infantilidad. Por eso los juegos dramáticos son espacios preciosos para encontrarse intergeneracionalmente y reconstruir el sentido de los roles sociales”, propone el especialista.

Un rey con vestido

La obra Cuentos Feroces –que nació como un podcast y llegó al escenario del Teatro Metropolitan- reversiona cuentos clásicos para romper estereotipos. La historia incluye a un rey que quiere usar vestido, pero le advierten que el pueblo se burlará si lo hace. “Cuando el rey aparece con un vestido divino, brillante, todos lo aplaudimos y ovacionamos”, contó en su cuenta de Instagram la pediatra e influencer Jimena Le Bellot. Expresó su emoción y su deseo de infancias libres, y entre muchos comentarios afines recibió una catarata de mensajes en contra de que nenes se vistan de princesas, se maquillen o jueguen a ser nenas.

“Siguen primando ciertos estereotipos. Hay padres y madres que permiten mucha más apertura que otros. No es una batalla ganada”, alerta Estrada Vigil. Pero celebra que “es un buen momento para las infancias, porque los adultos estamos prestando más atención, preguntando, cuestionando lo que no nos parece correcto, dando espacios a niños y niñas que tienen formas distintas de ser y actuar. Cuando yo era chica no sé cuán presente estaba esto”.

“En la polifonía de voces entre pares y adultos, muchos niños pueden ser transformadores, aunque los padres sean estereotipados. La ESI promueve esa diversidad de voces que por ahí no tienen en la casa y encuentran en la escuela”, remarca Smaliroff. Y enfatiza: “Hay que ofrecer variadas propuestas a las niñeces para que no haya únicas formas de jugar, únicas formas de mirar las masculinidades o las identidades”. En esas propuestas, considera, no importa tanto qué objeto se ofrezca para jugar: “Cualquiera puede promover la imaginación y creatividad”. Sí hará la diferencia la presencia de adultos y adultas con tiempo disponible para jugar.

La princesa Medialuna y compañía

Así como los cuestionamientos a los roles tradicionalmente asignados a las mujeres impactaron en las formas de jugar, también lo hicieron sobre la literatura, el cine y el arte en general. En materia de dibujitos animados, la transformación se dio de la mano de personajes como la princesa Medialuna, que va por su quinta temporada en Paka Paka.

Gracias a un hechizo, Medialuna duerme de día y por las noches se embarca en grandes aventuras, con sus amigos el sapo Chacabuco y la lagartija Petunia, un dragón, una yaguareté sabia, un rey inventor y una reina que adora la naturaleza. “La aparición de personajes como Medialuna -y su permanencia en la pantalla-, Siesta o Juana Azurduy (de Mundo Zamba) o la liga Antiprincesas de Chirimbote, como la aparición de otrxs personajes que contrarrestan los estereotipos que la producción audiovisual ha construido sobre las niñas y también sobre los niños, colaboran en la construcción de otros imaginarios, aspiraciones, sentidos sobre lo que implica ser niña/o/e”, dice Cielo Salviolo, directora de la señal televisiva estatal para las infancias.

“Amplían los repertorios culturales de las infancias al poner otros/as referencias a disposición y eso impacta en los modos de jugar pero también en la construcción de las subjetividades e identidades de las infancias –resalta- Es importante que las infancias crezcan con contenidos que les cuenten que ellas pueden ser como quieren ser, jugar con lo que quiera jugar, amar a quien se quiera amar. Y que todas esas formas son válidas y deben ser respetadas”.

 

Más pantallas, menos juego

Para la psicopedagoga y docente Claudia Smaliroff, en los últimos años hay un factor “tan grave o más que los estereotipos” en las infancias: las pantallas. “Una gran preocupación que tenía mucho antes de la pandemia y se profundizó luego es el inicio temprano, muy temprano, de bebitos que juegan con pantallas. Ya antes de la pandemia decíamos que había que alejar a los chiquitos de la pantalla porque la ausencia de juego los deja al desamparo. La ausencia del juego con otros, de esperar turnos, de enojarse. Es grave. No se dimensiona la gravedad de los efectos de poner a los niños a jugar frente a la pantalla y no aprender modos de socialización tempranos a través del arte, el canto, la palabra”

El factor pantalla, advierte, “marca modos de jugar. Se ve en el nivel inicial, en los jardines. La diferencia entre quienes tienen más contacto con la naturaleza, más acceso a la música, al arte, al mundo sonoro y sensible, y quienes no. María Elena Walsh decía que el niño no sólo aprendió a hablar para expresar sentimientos y necesidades, sino también a hablar por hablar. Para enamorarse muy temprano del sonido de las palabras y sus posibilidades de juego. El juego invita a la incertidumbre y a la creación; si se coarta con algo ya dado, con respuestas únicas, coartamos esa posibilidad de que sea desde pequeño un ser reflexivo, crítico, creativo, no plausible de ser manipulado”.

101%

“Si comparamos las ventas del primer semestre del año, Barbie creció 101%”, afirma Julián Benítez, gerente de Relaciones Institucionales de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ). El impacto “no es por la película en sí, porque es para un público que ya no juega con juguetes (+12 años), pero sí todo el furor alrededor de la película generó movimiento en los comercios”. Si bien hay múltiples opciones de la emblemática muñeca y las elecciones varían mucho según el comercio y la zona, “las más sencillas, que parten desde los $6500, son las de mayor rotación”.