En el #Díadelasniñeces nos disponemos a reflexionar, ¿cómo estamos formando a les más peques? Si bien hay innegables conquistas de la agenda de género, diferentes estudios muestran que hay desigualdades que son más difíciles de erradicar.
Las estadísticas públicas muestran la reproducción de los estereotipos de género tradicionales en el mercado laboral, que dejan a la población femenina sobrerrepresentada en los trabajos vinculados a las tareas domésticas y de cuidado (educación, salud y servicio doméstico) y a los varones en trabajos más técnicos o que requieren de cierto grado de fuerza, como la construcción, el transporte y almacenamiento y la industria manufacturera.
El cortometraje Juguetes (1978), de la directora argentina María Luisa Bemberg, indaga sobre las pautas de conducta impuestas por la educación primaria a partir de 70 entrevistas realizadas a niñeces de entre 9 y 10 años, donde se les pregunta qué quieren ser cuando sean grandes y se muestran diferentes historias infantiles, juguetes y hasta canciones que consumen niñas y niños.
El corto inicia con el mensaje “Desde la infancia las expectativas de conducta son distintas para cada sexo. Se educa de manera específica para que actúen de manera específica”. Pese a que el corto tiene más de 40 años, los roles que se enseñan a las niñeces, a través de los juguetes y distintos dispositivos culturales, siguen intactos: cocinitas, muñecas, secadores, equipos de cosmética y todo el universo doméstico para las nenas; los juegos creativos, los que despiertan imaginación (autos, juegos para armar, hombres en el espacio, etc.), se destinan a los varones.
Pensemos en las protagonistas de las películas clásicas de Disney; Blancanieves, La Bella Durmiente, Cenicienta, La Sirenita ¿Qué tienen en común? Que son personajes pasivos que esperan que el protagonista varón las salve. Estas películas terminan cuando se besan con su príncipe azul, se casan y “viven felices por siempre”, indicando que este es el final feliz de toda historia para niñas. El eje es el amor.
En cambio, películas como El Gato con botas, Barba Azul o Robin Hood, tienen personajes masculinos audaces, valientes y ambiciosos. No es su fin último casarse o ser rescatados; la trama romántica es secundaria.
Este análisis de la revista de medios y educación Pixel-Bit toma 11 películas infantiles de las productoras más consumidas por el público infantil (Disney, Pixar y DreamWorks) para ver si presentan contenidos audiovisuales con un enfoque sexista. Se eligieron 11 películas de diferentes épocas como Blancanieves (1937), Toy Story (1995) o Los Increíbles (2004), y la conclusión a la que llega es que pese a ser las mujeres protagonistas en muchas de las películas, hay una tendencia a que los personajes sean mayoritariamente masculinos, donde la mujer suele interpretar papeles secundarios que reproducen los roles tradicionales de género. También detecta que la mayoría de las películas representa a la mujer focalizada en el amor, justificándose la dependencia, el control y la sumisión con respecto a la figura masculina y que, además, en todas las películas, aparecen comentarios y acciones sexistas.
El cine es un agente socializador que construye identidades. Es un medio transmisor de valores e influye en las actitudes y conductas de los y las espectadoras. Las películas infantiles reflejan una realidad estereotipada y perpetúan identidades y formas de actuar. Para romper con esta “tradición”, es más que necesario que niñas y niños vean otras historias. A continuación, algunas películas que rompen con los roles de género impuestos.
Encanto (2021, Byron Howard y Jared Bush) y Red (2022, Domee Shi) son películas donde las protagonistas son adolescentes que llevan solas el relato sin que nadie las tenga que salvar, son sujetas de acción con deseos propios, se rebelan contra un mandato familiar. Mei Lee (Red), tiene 13 años, es oriental, tiene un grupo de amigas peculiares y tiene que lidiar con una madre sobreprotectora. Maribel (Encanto), tiene 15 años, lleva anteojos y pelos con rulos. El vínculo fuerte de la película es con una abuela exigente guardiana de la magia. Ninguna de las protagonistas cae en estereotipos físicos, sino que el foco está en la toma de decisiones y en sus dones.
Valiente (2012, Brenda Chapman y Mark Andrews) actúa como antesala de Encanto y Red. Merinda es una princesa con espíritu libre y enérgica que vive en Escocia medieval. No se conforma con el rol que la sociedad espera de ella. La presión social la ejerce su madre, la reina, que es todo lo que su hija no es. La película muestra los dos puntos de vista, el de la hija con otra visión del mundo y su madre.
Frozen (2013, Chris Buck y Jennifer Lee) parece la típica historia de princesas, pero en verdad es una historia sobre la amistad entre mujeres, en este caso entre hermanas, y como se pueden cuidar la una a la otra a pesar de las diferencias. El mensaje final es claro: no necesitas un príncipe que te salve.
La vida de Calabacín (2016, Claude Barras), relata los miedos de niñxs de una casa de huérfanxs, cuyo protagonista es Calabacín. La madre de Calabacín es alcohólica y ella le puso el apodo por ser cabezón. La película habla de un lugar solitario y frío como es un centro de huérfanxs para reflejar un mundo amable. Calabacín y sus amigxs se cuidan mutuamente y se transforman en padres y madres unxs a otrxs.
La nota es parte de la alianza entre Tiempo y Ecofeminita, una organización aliada que trabaja para visibilizar la desigualdad de género a través de la elaboración de contenidos claros y de calidad.