El 31 de marzo es el Día Internacional de la Visibilidad Trans, que busca sensibilizar sobre las condiciones de vida del colectivo. En este marco, no podemos dejar de reconocer los avances que se han logrado, tras décadas de supervivencia y lucha colectiva. Por ejemplo, la Ley de Identidad de Género (N° 26.743) sancionada hace más de 10 años asume el reconocimiento de las personas travesti/trans como sujetos/as reconocidos/as por el Estado.
Asimismo, en el 2021 se sancionó La Ley N° 27.636 de Acceso al Empleo Formal para personas Travestis, Transexuales y Transgéneros «Diana Sacayán-Lohana Berkins», que establece un cupo mínimo de 1% de los puestos del Estado Nacional para esta población.
Sin embargo, los caminos que llevan de la sanción a la implementación de una ley son complejos, y a la fecha, se encuentran empleadas en el sector público nacional 574 personas travesti/trans, de las 3376 que deberían estarlo, solo un 17% objetivo establecido por la ley. Además, es en el territorio porteño donde radica el 60% de los puestos asignados, mientras que el 40% restante se reparte entre las 23 provincias, señalando la urgencia de federalizar la implementación de la medida.
Esto es clave, teniendo en cuenta que dicho colectivo se vio históricamente, y aún hoy se ve, obligado a migrar a los grandes centros metropolitanos para sobrevivir frente a la altísima tasa de crímenes de odio que se perpetúan en su contra y al generalizado desempleo y precarización laboral.
La normativa vigente de cupo laboral travesti trans no obliga a las empresas privadas a incorporar a personas del colectivo travesti trans en sus plantas, pero ofrece incentivos a aquellas que lo hagan. Es por ello que desde Grow- género y trabajo desarrollamos el dispositivo “Engranajes de la exclusión” en colaboración con la organización “Contratá Trans”. A través de esta metáfora, se busca representar una maquinaria a la cual se enfrentan las personas trans, que desemboca en una expectativa de vida reducida a la mitad y en la falta de oportunidades laborales que profundizan la brecha y el acceso a una vida digna.
El dispositivo busca sensibilizar sobre la realidad del colectivo, puesto que cada uno de estos acontecimientos (violación del derecho a la identidad, expulsión del hogar y migración, educación cis-hetero normativa, violencia institucional, maltrato social y violencia simbolica, falta de acceso a la salud y discriminación laboral), de no ser superados con estrategias colectivas o apoyos particulares, producen una fuerza negativa sobre quienes las vivencian.
Es imprescindible que las organizaciones, empresas e instituciones asumamos el lugar que tenemos como promotores/as de una cultura laboral inclusiva que ponga en valor la diversidad en nuestros espacios de trabajo. En este sentido, es que las invitamos a formar parte de la transformación siendo agentes activos y liderando este proceso de cambio.