A esa hora, tenemos la reunión de directoras en el zoom de los viernes. La pantalla del celu titiló y alcancé a leer «gran tristeza». Se trataba del chat de la Colectiva Feminista Federal. Hablaban del dolor por una muerte. Me asusté.
¿Se murió Ginés? pregunté conociendo la respuesta. Quiero, desde ese momento, retener la memoria de las entrevistas en tiempos en que la lucha por legalizar el aborto eran la agenda top de la periodista feminista y él ya hablaba de las muertes evitables, consecuencias de la clandestinidad. Y otras, las más viejas las del 2002, 2003, las de La Noticia en Casa (TN) cuando decía con franqueza y con coraje que acceder a los medicamentos es un derecho y con esa convicción profunda y peronista enfrentó a los laboratorios, con políticas públicas como el Plan Remediar y la Ley de Medicamentos Genéricos (2002).
Quiero quedarme allí, en su voz ronca, en su risa fuerte, en esa manera de dar la cara y hablar de cosas de las que nadie hablaba, Pero me gana la rabia por la hipocresía de una parte de la sociedad profundamente antiperonista que compra en la construcción de la idea un «vacunatorio VIP», un nuevo slogan que abone al mito de la corrupción K.
El mismo, el día de su muerte escuchaba a una periodista radial describir compungida, una vez más a las familias que no pudieron despedirse por el «encierro» y las muertes por las vacunas que no había. Y habla de su “sombrío final”. Ni una palabra de quienes lo ensombrecieron negando el éxito reconocido en todo el mundo del plan de vacunación en los tiempos terribles del coronavirus
Mienten ahora como mintieron entonces. Los datos son otros, pero ya casi no importa. Nombres que se repiten, los de los jueces Leopoldo Broglia, Pablo Bertuzzi y Mariano Llorens y la confirmación absurda y cruel de su procesamiento. Absurda por mentirosa, cruel porque él ya estaba internado y grave.
Ginés igual que Ramón Carrillo caen en barro injurioso que intenta que nadie recuerde que fue un enorme sanitarista, un tipo que se cargó temas con los que enfrentó a la sociedad pacata y conservadora, con los grandes negocios de los medicamentos, esos que están desregulados y son de venta libre, por lo que el mercado les pone el precio que se le ocurra y son incomparables para el 80% de la población que los necesita. Eso evitaba Ginés, creía y trabajaba por la justicia social en la medicina. Remediar y los genéricos, el aborto legalizado, la entrega de preservativos, las campañas para prevenir el SIDA.
Estoy triste porque se murió así, enchastrado por los débiles y los cobardes y enojada con quienes lo ensuciaron y lo castigaron por un pecado inexistente.
No creo que haya un más allá, un otro lugar donde descansará en paz, creo que hay un más acá donde unos cuantos deberían no descansar en paz.
Y en este acá que ya no admite absurdidades, tenemos la responsabilidad de rescatar la gesta, la historia de ese hombre que puso el cuerpo para acompañar nuestras banderas feministas. Esas que hoy están en riesgo.
Chau Ginés Gracias por tanto… Perdón si no supimos o no pudimos decir esto mismo antes y en voz bien alta.