La activista travesti Agustina Ponce asumió el cargo de subsecretaria de Políticas de Diversidad del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad el 16 de enero pasado. La ministra Ayelén Mazzina y su equipo la consideraron idónea por su compromiso, militancia y su gestión como coordinadora de Promoción de Empleo para las Personas Travestis, Transexuales y Transgéneros, cargo que ocupó anteriormente.
Ponce recibió la propuesta luego de que su antecesora, Greta Pena, dejara el puesto para desarrollarse al frente del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). Antes de ella lo había ocupado por primera vez la activista travesti Alba Rueda, hoy Representante Especial sobre Orientación Sexual e Identidad de Cancillería argentina.
En un diálogo con Presentes, la flamante subsecretaria habló sobre cómo el cupo laboral «salva vidas», la necesidad de una reparación para las travestis y trans mayores y la importancia de pensar políticas federales contra la discriminación.
Su corazón, familia, amigues, perros, gatos y militancia están en Mar del Plata, la localidad bonaerense en la que vivió muchos años. Si bien es oriunda de San Miguel, provincia de Buenos Aires, allí creó lazos y fue una de las fundadoras de la Asociación Mundo Igualitario (AMI), donde sigue participando. Desde que fue convocada por Pena para su rol de coordinadora de Promoción de Empleo pasa sus semanas en la ciudad de Buenos Aires, pero cuando puede vuelve unos días a La Feliz.
El viernes pasado cumplió 41 años: dentro de su comunidad es una sobreviviente. Como muchas travesti y trans estuvo en situación de prostitución y pudo dejar este trabajo, dice, gracias a la militancia colectiva y la inclusión laboral. De hecho, comenzó a militar en una cooperativa textil del Movimiento Atahualpa que daba respuesta a quienes querían dejar la calle. «Lo colectivo y el trabajo nos ordena y nos da perspectiva de vida”, expresó a Presentes.
También fue docente en el marco del Plan FinEs, cree fervientemente en la educación popular y la construcción de conocimiento colectivo. Para poder “entender algunas cosas” se anotó en Derecho en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), siendo una de las primeras travestis estudiantes de la carrera. Sin embargo, se considera a sí misma una persona “más pragmática que teórica”.
-¿Cómo asumís este nuevo rol al frente de la Subsecretaría de Políticas de Diversidad?
-Asumo con absoluta responsabilidad. Sabiendo que falta un montón por hacer y un montón de recorrido para terminar de institucionalizar las políticas de diversidad. Sobre todo, trabajar con la sociedad para que entienda de qué va esto. Si bien la sociedad ha avanzado, queda mucho para alcanzar una verdadera inclusión de la mirada LGBTTBINB+ dentro del Estado, en principio, y de la sociedad.
– Hace muchos años que venís militando la inclusión laboral travesti trans. En este sentido ayudaste a crear la cátedra “Lohana Berkins” en la Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social de la UNMdP y luego la “Diana Sacayán” en la Facultad de Psicología. ¿Qué importancia tiene para vos el cupo?
– Hoy me toca estar de este lado, pero hasta ayer nomás estaba en el otro, pidiendo que mis compañeras sean incorporadas al mundo del trabajo formal. Porque yo fui incorporada y doy cuenta de cómo el trabajo a mí me ordenó la vida. Atravesé situaciones de prostitución, la calle, un montón de cuestiones que atravesamos todas nosotras. Por eso digo que creo mucho en la política de cupo. Creo que el trabajo a mí y a la gente que tengo cerca nos ha salvado la vida. De hecho, de todas las compañeras con las que estuve parada en las esquinas, las que estamos vivas al día de hoy somos las que nos hemos involucrado colectivamente en acciones políticas, organizaciones sociales y hemos podido insertarnos en el mundo del trabajo. Lo colectivo y el trabajo nos ordena y nos da perspectiva de vida.
– ¿Cómo pudiste abordarlo al frente del área de Promoción de Empleo para las Personas Travestis, Transexuales y Transgéneros?
– Pudimos profundizar el hermoso trabajo que venía haciendo María Pía Ceballos (anterior coordinadora). Trabajamos mucho en poder federalizar la política pública y ponerle foco a lo que tiene que ver con la permanencia. Las poblaciones travestis y trans siguen molestando en aquellos espacios que en el cotidiano no son los «validados» por esta sociedad «responsable» para nosotras.
Por otra parte, desde la gestión en la que estoy creció un cuatrocientos y pico por ciento la contratación respecto de cómo venía anteriormente. No tiene que ver conmigo, no creo en los individualismos para nada. Tiene que ver con el movimiento organizado del colectivo LGBTIQ y, sobre todo, de las travestis y las trans que piden el cumplimiento de la ley. Esto emerge en los territorios.
– ¿Sobre cuáles reclamos urgentes del colectivo LGBTIQ+ va a trabajar la Subsecretaría?
– Primero que nada, el movimiento sobre todo travesti trans está pidiendo una política de reparación. Hay un emergente a tomar que tiene que ver con qué pasa con las viejas. La política de cupo viene a dar respuesta en mayor medida a personas de 18 a 50 años, pero ¿qué pasa con las sobrevivientes, que aparte han sido perseguidas? Siempre se dice que el Estado antes ha estado ausente. Eso es una falacia. Siempre estuvo presente, nada más que antes lo estaba desde un rol criminalizante y ese rol le tocó vivir a las maricas y travas más viejas.
Otra de las cuestiones tiene que ver claramente con acompañar el pedido de la comunidad intersex para que su proyecto de ley sea reconocido y aprobado en el Congreso de la Nación. El Estado tiene que finalmente hacerse cargo de esta medicina hegemónica que normaliza cuerpos.
Por otra parte, el derecho al deporte. Muches de nosotres somos expulsades del deporte. De hecho, está tan naturalizada esa expulsión que recién ahora se está empezando a hablar: siempre hablamos del derecho a la educación, al trabajo, a la salud, pero nunca mencionamos el derecho al deporte como algo a aspirar.
Y, finalmente, la continuidad de la política de cupo laboral travesti trans. Se está lejos del piso de cumplimiento de lo que tiene que tener el Estado nacional, pero ha sido una política que desde que se sancionó el decreto y después la ley ha ido en creciendo.
– Luego de un 2022 con récord de denuncias en la Defensoría del Público contra opiniones realizadas en programas de televisión vinculadas a los feminismos, la violencia de género y los derechos de la población LGTBIQ+, ¿cómo se puede dar respuesta a los discursos de odio?
– Hay que seguir disputando el sentido. Hay una mirada muy retrógrada reaccionaria en frente alimentada por grandes medios de comunicación constantemente donde en general se crea un sentido que no está nada bueno para que crezcamos como sociedad. Es sumamente importante abordar los procesos sociales y estar constantemente en la disputa del discurso que instala un odio a los pobres, a las maricas, a las travas, a lo diferente. Con la creación de este Ministerio, el de la provincia de Buenos Aires y las áreas, el Estado se está haciendo cargo de que en algún momento miró para otro lado o en otro sentido. Ahora hay que acompañar esto.
*Este artículo pertenece a la Agencia Presentes y es reproducido por Tiempo Argentino a partir de un convenio de publicación para difundir periodismo especializado y de calidad.