En vísperas de una elección presidencial donde todo en materia de derechos está en juego, hay quienes siguen apostando no sólo por no perder sino por ampliar las conquistas de los últimos años en cuestiones de géneros. Lejos de la impronta de las motosierras, Fundación Huésped acaba de publicar De chicos a hombres: guía de educación sexual integral para trabajar con los varones en la escuela y la familia. Una propuesta que se enfoca sobre todo en los varones adolescentes de hoy, para problematizar mandatos y reconocer privilegios, pero también para que puedan alzar la voz en tiempos de redes, cancelaciones y escraches.
“Hay dos situaciones que vemos muy a menudo que dispararon el libro. Para nosotros un indicador histórico en Huésped sobre cuestiones emergentes es el tipo de consultas que recibimos. Y desde 2018 para acá hubo muchas consultas sobre varones apartados, escrachados”, dice el politólogo Leandro Cahn, director ejecutivo de Huésped y uno de los autores del flamante libro, junto a Mar Lucas, Cecilia Valeriano y Marcelo Gutiérrez.
Entre esas consultas, detectaron “dos situaciones que se repetían: episodios que implicaban un delito penal y otros que se reconstruían años después y se analizaban a la luz de la nueva forma de relacionamiento. Donde muchas veces se pedía a adolescentes de hoy que se responsabilicen por mil y pico de años de inequidad”. Ante esos escenarios, “autoridades educativas y adultos en general quedaban sin respuesta y dejaban en manos de adolescentes la manera de resolver esos conflictos. Ese fue uno de los disparadores del libro”.
Más ESI
Esta nueva obra de la colección Educación que ladra, dirigida por Diego Golombek y Melina Furman y editada por Siglo XXI, llega después de Educación sexual integral – Guía básica para trabajar en la escuela y en la familia, publicada por la Fundación Huésped en 2020.
“En el trayecto entre que se hizo el libro de ESI y los cambios sociales que sucedieron, los varones quedaban al margen de los debates y sin un espacio donde expresarse. Eso ha tenido consecuencias tanto a nivel grupal como individual. Si de algo estamos convencidos es de la importancia del diálogo y de escuchar a los otros, y nos parecía que era importante poder plantearlo desde el lado de cómo este grupo -sobre todo los varones adolescentes de hoy- necesitamos que recuperen lugar en la discusión pública”, apunta Cahn.
“Sin duda la ESI tiene la equidad de género como uno de sus componentes. En este momento, donde hubo un fuerte y bienvenido movimiento de mujeres, donde hubo muchas situaciones donde las chicas pudieron poner en palabras y actos situaciones de injusticia, muchas veces las escuelas no supieron cómo acompañar sin que fuera un disvalor para varones”, señala el director ejecutivo de Huésped.
En el libro se presentan modelos de protocolos y herramientas de intervención posibles para abordar situaciones de inequidad en distintos ámbitos. El eje pasa por “más escucha, más espacios, fortalecer redes. No callar. Que podamos integrar a toda la comunidad educativa en proyectos que tienen que ver con ESI. Por eso insistimos en el primer libro que no hay una clase magistral de ESI, porque si después en el patio ellos ocupan todo el espacio para jugar al fútbol y las nenas quedan al costado, de nada sirve”.
Menos slogans
El libro abre con una frase largamente repetida en conversaciones en los últimos tiempos: “Yo no elegí tener pene”. Los autores se preguntan “¿por qué quienes sostenemos que los géneros son una construcción cultural nos agarramos la cabeza cuando toda la discusión acerca de cómo reordenar la distribución de poder y los roles sociales queda reducida a una afirmación tan simple como que nadie eligió nacer con pene?”.
“Tiene que ver con la simplificación. Todo lo que dice esa frase en cinco palabras. Explicar que nadie está pidiendo que pidan perdón por tener pene, que nadie tiene que sentir un disvalor en la sociedad de hoy por ser hombre. Pero como muchas de estas frases se transforman en slogan, es mucho más difícil desarmarla que simplemente emitirla y con eso se entienda todo. Es cómo encontrar una síntesis que pueda dar respuesta a eso. De lo que se trata es de poder reflexionar sobre los privilegios, los mandatos, las desigualdades”, dice Cahn en relación a los procesos culturales complejos que analiza el libro.
Esos procesos se abordan mediante cuatro casos reales “que tienen que ver con privilegios, mandatos, escraches y protocolos. Para desde ese lugar encontrar líneas de trabajo que nunca van a ser una ficha para poner en práctica pero sí pueden dar un poco de idea, un lineamiento, de cómo actuar”.
Adolescentes, mandatos y prejuicios
Uno de los casos es el de Daniel, un joven de 26 años y muy futbolero que participó de una campaña para visibilizar los mandatos que pesan sobre las identidades masculinas y se sacó una foto con la frase “Soy varón y me encanta abrazar a otros varones”. Las reacciones que recibió, incluso en su propio ámbito, incluyeron calificativos como ‘raro’, ‘abortero’ o ‘feminazi’. “Estas prácticas, más o menos violentas, de mostrar una anomalía en el ‘otro’ que no cumple con el mandato de la masculinidad es una de las garantías de perpetuación de eso que llamamos ‘patriarcado’”, advierten los autores.
Otro caso presenta a Axel, un joven que a los 20 es escrachado por una chica de 18 con quien había salido cinco años atrás. Cuando tenían 15 y 13 respectivamente. A partir de esa denuncia pública, sin implicancia judicial, fue expulsado de una escuela de educación superior. El relato incluye también los efectos sobre su familia, que necesitó asistencia para transitar lo sucedido, e interpela sobre los efectos de esos escraches también sobre los entornos de jóvenes a los que se aparta de todo como única forma de respuesta.
“Lo que está desafiado es el rol de varones y mujeres en la sociedad y eso para muchos puede ser una amenaza porque rompe con muchos de los mandatos con los que nos criaron. Pedimos emociones diferentes a la ira y el odio cuando nos criaron diciendo que ser varón y llorar estaba mal”, plantea Cahn. Ante eso, “problematizar, discutir, conversar”.
El libro insta a pensar con y sobre esos adolescentes y jóvenes de hoy que “tienen que desaprender reglas que no inventaron y responsabilizarse de una herencia que no pretendían. Mientras lidian con mandatos y eluden prejuicios, chicos y adolescentes de hoy van descubriendo cómo ‘hacerse hombres’ en este mundo de verdades que tambalean”. Nadie dijo que fuera fácil.