Desde el comienzo del distanciamiento social, preventivo y obligatorio, numerosos integrantes de diversas industrias culturales comparten en la web una cantidad cada vez mayor de contenidos: cineastas “liberan” sus películas, actores improvisan en sus redes sociales, músicos brindan conciertos íntimos vía streaming, y la lista sigue. A medida que la novedad en relación al confinamiento va dando paso a la ansiedad y el hastío, las producciones artísticas comienzan a ser previsibles y, acorralado por la instantaneidad de Internet, lo disruptivo se convierte en rutinario.

En esta escena inédita, compleja y de futuro cada vez más incierto, Valentín Oliva –o, para que andar con rodeos, Wos–, lanzó “Tres puntos suspensivos”, su primer EP. Hasta entonces su repertorio constaba de singles y de un disco excelente: “Caravana”. Ahora, con sus cortes de difusión, EP y LP, completó el álbum de figuritas que suele exigir el mercado discográfico tradicional, con un pequeño detalle: no le importa en absoluto. Así, con una libertad creativa admirable y una valiente desfachatez, Wos regala a sus fanáticos cuatro canciones condensadas en poco más de diez minutos que se constituyen sin dudas como parte de lo más destacado de la cuarentena.

La primera canción es “Ojeras negras”, una clara muestra del estilo más revisitado por el músico: fraseos rápidos que apelan a una interpelación directa, apoyados en beats electrónicos y en la ironía que sólo Wos puede tejer con la lana de una oveja negra. El segundo tema se titula “Alma dinamita”, una balada que reza que “cuando el destino se pone austero sale al rescate lo verdadero”, algo cada vez más necesario en los tiempos que corren. Luego es el turno de una rareza: “40”, un lamento de encierro en clave grunge y punk que solo necesita de una voz rasposa y un rasgueo frenético a una guitarra distorsionada para plantar su bandera de protesta. Finalmente, el track que cierra la obra es “Algo del vacío”, que actúa como síntesis perfecta de los tres anteriores al maridar instrumentos con electrónica y al rapeo con lírica melódica.

“Tres puntos suspensivos” cuenta con una pieza audiovisual que reúne las cuatro composiciones del EP. El clip tiene influencias que incluyen desde “21st century digital boy”, de Bad Religion, hasta “’Cause I’m a man”, de Tame Impala.

Apenas se publicaron el EP y su respectivo video, no fueron pocos los críticos “especializados” que repitieron lo hecho tras el lanzamiento de “Caravana”: destacaron la calidad de la producción, pero dejando en claro que Wos es una excepción que confirma una regla ridícula que repite hasta el hartazgo que la música urbana argentina es de mala calidad. Así, los conservadores de un supuesto buen gusto insisten con diferenciar a este joven artista con sus pares de un género ecléctico, en crecimiento y heredero de una amplia tradición de rap y hip hop, entre otros. Wos anunció el lanzamiento un día antes, publicando en Instagram una foto de su infancia, misma estrategia utilizada por otros exponentes de la escena en sus artes de tapa: ya lo vimos en “Homerum” de Paulo Londra y en “Perrea” de Duki. El primero suena en Radio Disney y protagoniza publicidades de Serenito; el segundo, se tatúa la cara y escribe odas “A punta de espada” y canta “Entre cuatro paredes”. Así de amplia es la escena, y así de inconcebible resulta para sus detractores.

Nostálgicos de una infancia que terminó hace relativamente poco, pero irrumpiendo en el presente con miras al futuro que parece haber llegado hace rato, los músicos urbanos se convirtieron en fundamentales para la escena musical actual. WOS es, sin dudas, el máximo referente y, como lo narra Hugo Montero en el libro editado por Sudestada “El pibe de la plaza”, representa mucho más que un cambio generacional. “A mi corta edad la vida es una obviedad”, esclarece Valentín con sus 22 años, desde su encierro hogareño, desde su melancolía, desde su impecable “Tres puntos suspensivos”. «


Tres puntos suspensivos

De Wos. 1) «Ojeras negras». 2) «Alma dinamita». 3) «40». 4) «Algo del vacío».