No había llegado a los 30 años Willy Quiroga cuando en “Total qué”, incluido en Caliente, el disco debut de Vox Dei de 1970, escribió “siempre sigue adelante sin mirar atrás, total qué te importa un escollo más”, y bajo ese lema transitó hasta hoy una intensa vida de rock suburbano, que comenzó a apagarse cuando obligado por problemas de salud, tuvo que bajarse de los escenarios en julio de este año.
El cantante de voz cavernosa y bajista de la banda más añeja del rock argentino murió este jueves 21 de noviembre, a los 84 años, en la Clínica de la Trinidad de su Quilmes; pero hacía muchos meses que no se lo veía haciendo lo que lo definía como artista: pisando escenarios, sin importar si era el protagonista o solo un convidado en un bar perdido de la ciudad en el que solían armarse zapadas.
La noche solía ser el momento en que Willy Quiroga tomaba vida y recargaba energías, a partir de extensos entreveros rocanroleros con toda una cofradía local que gusta regresar a las fuentes toda vez que es posible. Pero el EPOC que acechaba desde hacía varios años se puso intenso en los últimos meses y le puso un freno al modus vivendi de este noble artista.
Corría el año 2014 cuando en una entrevista audiovisual concedida a la agencia Télam recurrió a la letra de “Total qué” para graficar su postura personal frente a la música. “Lo que dice esa letra es lo que estoy haciendo hace años. Escribí esa letra porque es mi forma de pensar. Yo voy para adelante; para atrás, ni para tomar carrera. La vida no para. Todos los días te levantás y tenés que seguir adelante. No podés descansar”, sintetizaba.
Y esa vida que no paraba para Willy Quiroga era la música, el contacto con los altos decibeles, la mirada frente a frente con el público; y la sobrevida que se encargó de darle a Vox Dei fue la gran plataforma desde donde mantuvo su esencia artística.
Nacido el 17 de mayo de 1940, en Río Cuarto, Córdoba, desde muy chico vivió en los alrededores de la ciudad de Buenos Aires; primero en San Fernando y luego, definitivamente, en Quilmes, a la que adoptó como su ciudad de origen. Hasta su juventud, se debatió entre el folklore y la Fuerza Aérea, pero su futuro se definió cuando en 1967 conoció a Ricardo Soulé, Rubén Basoalto y Juan Carlos “Yodi” Godoy.
Influenciados por Los Beatles, Los Rolling Stones y otros íconos de la “Invasión británica”, como The Who y The Kinks, dan vida a Mach 4, nombre que aún conservaba el sello del paso de Quiroga por las Fuerzas, y que servía de marco para los rocks en inglés que desplegaba el grupo.
Es por demás conocida la anécdota de cuando Mach 4 participa de un festival en el Teatro Payró y que al terminar su set, debajo del escenario, Luis Alberto Spinetta, figura de Almendra, cruzó al bajista y le hizo una reveladora devolución: “Lo que hacen ustedes mata, pero ¿por qué cantan en inglés teniendo todo un idioma a disposición?”.
Los muchachos tomaron nota e, inmediatamente, convirtieron “Bitter Sugar” en “Azucar amargo”. El sello Mandioca mostró interés en fichar al grupo pero le exigió un cambio de nombre, y allí apareció la mano de dios. O mejor dicho, la voz de dios.
Caliente, con el eterno clásico de las guitarreadas, “Presente”, como broche de oro convirtió a Vox Dei en el cuarto jinete, junto a Los Gatos, Almendra y Manal, que empujó al rock argentino en sus años formativos.
Los Gatos había demostrado que la música beat podía ser cantada en “argentino”; mejor aún, en “porteño” y en el lenguaje coloquial de los jóvenes. Almendra creó un mundo de fantasía con su poesía surrealista. Manal se alzó como el nuevo tango con su lírica lunfarda extraída de noches en los bares de la calle Corrientes. Moris cuestionó todo desde su lugar de trovador existencialista. Arco Iris se proponía aggiornar el folklore al nuevo movimiento.
Vox Dei, en cambio, traía el lenguaje musical y verbal llano de los suburbios. No había planteos filosóficos; ni mixturas de ritmos y estilos en una misma canción; aunque no renunciaba a una mirada humanística de tono barrial. Al fin y al cabo, “Presente” se apoya en una ruptura amorosa para reflexionar sobre el paso del tiempo; y hubo un segundo disco inspirado nada menos que en La Biblia.
Con una mezcla perfecta de baladas fogoneras, rocanroles sanguíneos y los primeros visos de los que más tarde se conocería como música stoner, Vox Dei se ganó pronto la medalla de clásico. Acaso, fundamentalmente, por la gran cantidad de composiciones que aportó al cancionero popular argentino. “Presente”, “Génesis”, “Libros Sapienciales”, “Es una nube, no hay duda”, “Jeremías, pies de plomo” son algunos ejemplos notorios.
Establecido como trío tras la salida de Godoy en medio de la grabación de La Biblia, la banda mantuvo un camino zigzagueante avanzada la década del ‘70 por la difícil relación entre Soulé y Quiroga. Tras varias idas y vueltas, el grupo se disolvió a principios de los ‘80.
Willy intentó seguir en la senda del rocanrol visceral con un proyecto al que bautizó Destroyer y que contó con Polo Corbella en la batería, un experimentado músico al que lo esperaba el éxito a la vuelta de la esquina con Los Abuelos de la Nada. Pero no era fácil dejar atrás a Vox Dei, por eso, desde entonces, intentó permanentes regresos, con o sin Soulé.
Las cosas se complicaron por demás cuando en noviembre de 2010 murió Basoalto, el miembro original que siempre estaba dispuesto a seguir espalda con espalda dando batalla con Quiroga por mantener vivo el legado del histórico grupo, y la tercera pata, autor de muchas de las páginas más gloriosas, recurrió a la justicia para que ya no pueda seguir usando ese nombre.
Con un pequeño giro para cumplir con las formalidades judiciales, continuó su camino como Willy Quiroga-Vox Dei, acompañado por su hijo Simón en la batería y Carlos Gardellini en la guitarra; y así se presentaba asiduamente en bares y teatros de todo el país. Hasta que a mediados de este año hizo un importante anunció a través de un video publicado en redes sociales.
“Desgraciadamente, tengo que darles una noticia que jamás quise dar. A mis 84 años, con todas las ganas de continuar, me ha aparecido una enfermedad, que no me permite cantar, ni tocar, ni continuar con la banda. Pero quiero agradecerles a todos mis amigos y a todos los que me han hecho el aguante durante tantos años. Se los agradezco, de todo corazón. Ya no puedo continuar”, dijo antes subir por última vez a un escenario en el pub Mr. Jones, de Ramos Mejía.
Y no lo vimos más. Ni con su banda, ni trenzado en largas zapadas en donde siempre afloraba algún clásico de Vox Dei. “Día muy triste, partió el querido Willy Quiroga, enorme músico y figura de nuestro Rock. Abrazo grande a su familia y amigos. QEPD”, lo despidió Rogelio Rugilo, el dueño de Mr. Jones.
Dos compañeros de época como Emilio del Guercio y Claudio Gabis también lamentaron su pérdida. “Hasta el último minuto expresando su humanidad con la música! Willy Querido!”, expresó el exAlmendra; en tanto que el exManal posteó una foto juntos y una leyenda que dice: “Adiós querido amigo y compañero de ruta!!!”.
Entre los artistas que despidieron en redes a Willy Quiroga también aparecen Juanchi Baleirón, Carca, los exRedondos Semilla Bucciarelli y Sergio Dawi, Conejo Jolivet, Andrea Álvarez, Cristina Dall y Jimmy Rip.