Una noche cualquiera de 1986 o 1987 un adolescente de 16 años entra al Parakultural, un espacio artístico multidisciplinario que se convertiría en un paradigma de la cultura underground porteña, para escuchar a Todos Tus Muertos y ver los espectáculos de Batato Barea, Alejandro Urdapilleta y Humberto Tortonese, las Gambas al Ajillo o Los Melli. También admiraba a poetas e intelectuales como Enrique Symns y Tom Lupo. “Yo soñaba con ser músico o performer, que es lo que terminé siendo”, cuenta Guillermo “Walas” Cidade a Tiempo. Casi 40 años después de aquellas recorridas nocturnas que emprendía siendo menor, Walas canta: “Necesito una máquina del tiempo hacia atrás”.
Así empieza el nuevo disco de Massacre: Nueve. La primera canción es, justamente, “La máquina del tiempo” y tiene como invitado a Santiago Motorizado. En ese viaje al revés que propone el tema, Walas dice que va “provisto de muchas novedades” porque al futuro lo tiene en sus manos cuando despierta. El álbum tuvo la producción de Gustavo Santaolalla –que también toma parte en una de las canciones–, Héctor Castillo y Federico “Fico” Piskorz, guitarrista de la banda. Fue grabado y mezclado en Buenos Aires, Texas, Brooklyn y Los Ángeles.
Nueve dura 37 minutos, el tiempo que le llevaría a cualquier automovilista recorrer la distancia que hay entre Venezuela al 300, donde estaba ubicado el Parakultural, hasta el estadio de Obras Sanitarias, «la catedral del rock», al que volverá Massacre para presentar y tocar este 1 de noviembre su nuevo disco.
La numerología parece ser una de las características del álbum, que tiene nueve temas y es el noveno de una banda cuya carrera empezó a fines de los ’80 bajo el nombre de Massacre Palestina. La anterior producción del grupo, Biblia ovni, salió a la luz en 2015. Sí, nueve años antes.
“Cuando empezamos éramos musicalmente skate punks e, ideológicamente, anarco punks. Nuestros enemigos eran los hippies”, recuerda Walas riendo, y en esa lista de rivales menciona a Fito Páez, Juan Carlos Baglietto, Charly García y Luis Alberto Spinetta. Con los años, reconoce, aquella enemistad musical y cultural fue desapareciendo. “Fuimos entendiendo que sus discos eran buenísimos y que ellos eran los mejores. Que habían sido parte de las bandas más reconocidas del rock argentino, como Almendra, por ejemplo. Y también entendimos que nosotros fuimos una new wave del rock de la democracia”, que recién había regresado tras la dictadura militar, comenta. Una new wave que Massacre Palestina integró con Fun People, Los Minimals, Los Brujos, Los Natas, Cienfuegos y Babasónicos, entre otros. “Nosotros salimos como alternativa a Virus, Soda Stereo, Los Twist y Los Abuelos de la Nada. Éramos muy chicos cuando conformamos esa camada. Todavía seguimos siendo amigos y nos juntamos cada tanto para comer un asado”, menciona.
Para Walas, muchas de aquellas bandas tuvieron “como enseñanza musical más clara” a Luca Prodan y Sumo. “A los Sumo los vi varias veces en Cemento. Por eso estoy tan contento con la vida. Vi a Luca Prodan y el año pasado a The Cure. Tocamos con ellos en el Primavera Sound. Fijate las cosas que pasaron en el medio”, reflexiona entusiasta.
Además de Santiago Motorizado, que canta en “esa bomba atómica musical” que para “Walas” es “La máquina del tiempo”, el nuevo disco de Massacre cuenta con invitados como Gustavo Santaolalla, Vicentico y Goyo Degano, de Bandalos Chinos.
“La elección de los invitados se puede comparar con qué instrumentos querés usar en esos temas. Pensás si tiene que tener un estilo grave o si, para equilibrar, debe sonar más agudo. Como los invitados van a cantar conmigo, al momento de elegirlos pensamos en el color de la voz que tienen. Estamos muy contentos con los amigos que se sumaron en este disco”, sostiene.
Santaolalla participa en “Mariposa”, la tercera canción del disco. “Tejimos redes que nos unen más; aceptémoslo”, dice en una parte de la letra. “Con Santaolalla somos de diferentes generaciones, pero nos hicimos amigos. Una vez vino a tocar al teatro Coliseo y de ahí, a cenar a mi casa”. Walas recuerda que aquella noche se quedaron charlando y escuchando música hasta muy tarde. Santaolalla recorrió cada uno de los más de 3 mil discos que tiene el cantante de Massacre.
La convocatoria de Goyo Degano tuvo como objetivo “equilibrar una canción que se iba muy para lo grave, lo oscuro, lo nocturno y dark. Lo llamamos para eso y trajo luz”, cuenta Walas. “Los miedos y las sombras, abrazándome, siempre llegan para la hora de dormir. Cuéntame una historia, la que vos sabés”, dice la letra del tema. En “Insomnio”, que fue presentado en abril último como adelanto de Nueve y donde también toca el piano Sebastián Schachtel, de Las Pelotas, se dio una mezcla de “química y magia, un experimento social y artístico que dio buenísimos resultados”, agrega el cantante.
Sobre Vicentico, Walas dice que Los Cadillacs fueron una suerte de “hermanos mayores” de Massacre en sus inicios y que fue él mismo quien lo presentó entre sí. “La banda no existía y yo los presenté entre ellos en Mar del Plata. Además, Los Cadillacs nos regalaron el primer bajo que tuvimos como Massacre Palestina”, rememora.
Vicentico canta en “Medusa lunar”, un tema de “psicodelia total” que podría ser “una canción de Gustavo Cerati con un estilo Flaming Lips”. Al momento de grabarlo, el tema “adquirió una atmósfera” especial. Para Walas, Nueve es un disco que tiene “mucho de espíritu, psicodelia y psicología, porque de alguna manera volvemos a temas que ya habíamos tocado en las letras de Doce nuevas patologías. Ahora aparecen cosas como el insomnio, la ansiedad y también otras espirituales. ‘Medusa lunar’ va en esa línea y está buenísimo”, recomienda. Walas dice que Massacre tiene como “máximos referentes en el rock nacional” a Cerati y, lo ya dicho, a Sumo. “En los ‘80 había una rivalidad, una grieta entre ambos. ¿Qué pasó con esa grieta? Aprendimos y entendimos”, responde.
Por eso Massace no utilizaría “para nada” esa máquina del tiempo hacia atrás” con la que comienza Nueve. Por el contrario, Walas afirma que la banda “cumplió todos sus sueños. Hemos ido de a poquito: empezamos muy under, muy rudimentarios y mirá dónde llegamos. Fuimos tapa de Rolling Stone, tocamos en el Luna Park, el Gran Rex, los Grammy… Estamos muy contentos con todo eso y ahora salimos con esta nueva obra que es un compendio de himnos de espiritualidad”, explica.
En lo personal, sin embargo, Walas sí recurriría a la máquina del tiempo “para rehacer o corregir alguna situación”. También lo haría para toda la Argentina: “Con una máquina del tiempo podríamos cambiar la cagada de gobierno que tenemos”, dice y ríe.
Massacre, asegura su cantante, es una banda “re moderna” pese a los años que lleva en la ruta del rock. “Nosotros fuimos, somos y seguiremos siendo vanguardia. Como diría el poeta francés Arthur Rimbaud, somos absolutamente modernos. Siempre queremos ser vanguardia y modernos, especialmente, para sorprendernos a nosotros mismos, no nos interesa repetirnos”, sostiene.
Y agrega: “Si tuviéramos que dejar un legado sería el sonoro y la forma de componer y construir canciones y poesías. Massacre tiene una característica sónica única. Es muy difícil, por ejemplo, hacer covers nuestros porque estamos en otra afinación y eso los vuelve muy complicados. Nuestro legado sería una forma única y singular de musicalidad y de poesía”, resume.
La música de Massacre atraviesa varias generaciones: “Nos vienen a ver los nietos de aquellos skate punks que comenzaron a seguirnos cuando éramos Massacre Palestina. Somos una congregación de tres generaciones y nos identificamos con todas ellas. Yo soy consciente de que a los chicos les caigo bien y les gusto porque tengo un niño interior bastante manifestado y lo muestro sobre el escenario. No lo oculto para nada. Alrededor de Massacre hay niños por todos lados y nos gusta”. «
En vivo
Massacre presenta Nueve el 1º de noviembre a las 21 en el estadio Obras, Av. del Libertador 7395.
Nueve – Massacre
- «La máquina del tiempo».
- «Ella va».
- «Mariposa».
- «La cita».
- «Insomnio».
- «Medusa lunar».
- «Riesgo».
- «Bajo la alfombra».
- «Viaje astral».
Puentes con las nuevas generaciones
“Con Zaina nos vemos casi todos los días y nos llevamos bárbaro”, dice Walas sobre el joven de 20 años campeón de la segunda temporada de la liga profesional de freestyle. Lo mismo le pasa, cuenta, con Wos y muchos otros músicos del género urbano. No se reproduce en estos vínculos intergeneracionales la grieta que hace cuatro décadas separó a Massacre Palestina de los próceres del rock nacional.
“Desde un punto de vista cultural, celebro que los nuevos músicos desarrollen la palabra, porque eso te hace trabajar la mente. Con el freestyle están creando rimas todo el tiempo. Tienen que respetar la métrica y la entonación, ser ocurrentes y graciosos. Es una payada moderna, lo cual implica mucho talento, creatividad y rapidez”, destaca.
Además de sus miles de discos de las más diversas bandas e intérpretes argentinos y extranjeros, comprados en distintos países gracias a las giras pero también en disquerías de la época como la legendaria Abraxas, en la avenida Santa Fe, o Cuk, a metros de la estación de trenes de Constitución, Walas también escucha compilados de grupos como Happy Mondays, Blur, Moby y Cat Power, entre otros. “Nosotros tenemos una inspiración que es al revés. Por ejemplo, nos salen cosas en los ensayos y después decimos: ‘Esto se parece a tal o cual’. En el caso del nuevo disco, hubo momentos en los que dijimos: ‘Eso suene a Velvet Underground o Flaming Lips, como en el caso de la canción que cantó Vicentico. No nos inspira algo en especial, pero seguramente, sin darnos cuenta, permanece en nuestro inconsciente”, reconoce.