La serie que funcionó como la nave insignia para la conversión de Netflix en productor de historias originales llega a una temporada crucial. Son varios los motivos que lo acreditan, y comenzarán a develarse este martes, cuando los nuevos 13 capítulos de House of Cards estén online. Para empezar, en esta temporada, no estará Beau Willimon uno de los creadores y principales guionistas de la serie.
Pero hay asuntos más complejos. El entramado de traiciones, intrigas y manipulaciones que marcaron el ritmo y el ADN de House of Cards se encontró con un competidor directo y de enorme influencia: ni más ni menos que Donald Trump, el mismísimo presidente de los Estados Unidos. Una cosa es fantasear con qué pasaría si un político como Frank Underwood (Kevin Spacey, productor ejecutivo de la serie y presidente en la ficción) se convierte en el primer mandatario del país más poderoso del mundo y otra que alguien de similares características ocupe efectivamente ese cargo. Los guionistas deberán demostrar su creatividad para que el imaginario que rodea a Trump no se coma a Underwood, pero también para no caer en la caricatura.
Desgraciadamente hay más problemas para la serie con la que Netflix hizo entender al mundo que entre la sofisticación de HBO y la masividad de una cadena como NBC por citar solo dos ejemplos había un espacio a ocupar ofreciendo productos más complejos sin llegar a abrumar. En los últimos días se conoció la declaración de Robin Wright (Claire, mujer de Underwood y primera dama en la ficción, y en varios momentos el centro de la trama) insinuando que Netflix la había engañado: «Me dijeron que me estaban pagando lo mismo (que a Spacey) y les creí». Según el sitio The Huffington Post, ya en 2014 Spacey cobraba medio millón de dólares por capítulo, cifra que para Forbes se estiró a un millón a partir de 2015; mientras, Wright solo llegaba a los 420 mil. La desigualdad de género expresada en los sueldos no es una novedad en Hollywood: el tema es que aquí puede hacer que esta sea la última temporada de Wright.
En consecuencia, las especulaciones surgidas a partir de la cuarta temporada que decían que House of Cards iba rumbo a convertirse en la historia de un matrimonio presidencial con alternancia en el mando deberán enfrentar la probable salida de Wright en 2018. De hecho, junto con la denuncia de desigualdad salarial, la actriz dijo: «Lo único que quiero es dirigir. Ya no me interesa seguir estando delante de las cámaras. Ya lo he hecho y me aburre». Pero para 2018 todavía falta y muchas cosas pueden pasar.
«El pueblo estadounidense no sabe lo que le conviene. Yo sí. Son como niños, Claire. Tenemos que limpiarles las manos y la boca. Enseñarles a distinguir el bien del mal. Decirles qué pensar, cómo sentirse y qué querer. Incluso necesitan ayuda para escribir sus fantasías más salvajes, para desarrollar sus peores miedos. Por suerte para ellos, me tienen a mí. Te tienen a vos», le dice Frank Underwood a su esposa en el trailer de la quinta temporada.
Se trata apenas de un adelanto. Este martes se develará cómo los guionistas lograron estirar una historia exitosa y de alto impacto global. Ese juego de brutales ambiciones de poder y ausencia de escrúpulos deberá encontrar un cauce tan potente como el que le permitió llegar hasta aquí. «Trump nos robó todas nuestras ideas», dijo la indómita Wright a la revista Variety. La realidad a veces supera a la ficción. Ahí está el nudo de los desafíos de House of Cards. «