El próximo 10 de noviembre llega la séptima edición del Festival Asterisco, el festival de cine LGBTIQ+ más disruptivo de la región, y uno de los más rebeldes de cualquier clase en cuanto a la radicalidad de sus propuestas. “Asterisco busca las formas un poco más desafiantes -asegura Diego Trerotola, Director artístico y programador del Festival-. No en un sentido único: somos un festival rebelde porque programamos cine mudo por ejemplo, o películas experimentales; no es un cine didáctico en el peor sentido, que dice cómo ser gay, lesbiana, trans o queer. Programamos películas que incluso nos interpelan a nosotros, nos ponen en un lugar incómodo sobre la certeza de la identidad sexual. Que eso circule en un celular, que cualquiera puede ver estas películas rebeldes, nos parece muy interesante. Este festival Asterisco es como una intervención al cine online, no es que vamos a hacer algo que hace todo el mundo ahora online.”

Lo de ver una película en celular es literal, y no sólo porque esta vuelta el Festival será exclusivamente virtual, decisión impuesta en gran medida por la pandemia. “Estoy en grupos de WhatsApp y de cinefilia en los miramos una película y la comentamos. De hecho la circulación del cine online por internet y demás da nuevas vinculaciones del espectador con el cine, hay una relación distinta. Y es una forma que empezamos a explorar en Asterisco. De hecho la relación a través de una pantalla en tu casa es una relación más íntima con el cine, y más íntima es más personal. Muchas veces la recepción en el cine online es individual, pero colectiva, y ahora las pantallas son cada vez más individuales: gente que ve cosas directamente en el celular -yo también veo a veces cortos en el celular-. Y esa recepción individual te da una intimidad con las películas que es distinta a la intimidad de una sala colectiva en cine. Y cuando digo distinta no es ni mejor ni peor. Esa intimidad a mucha gente que está acostumbrada a esas formas de recepción, ver una película por primera vez LGBTIQ+ le puede ofrecer cosas distintas sobre su identidad y género,  y sobre todo el tipo de películas rebeldes que pasa Asterisco.”

En esta oportunidad la versión online y gratuita tendrá 50 títulos entre largos y cortometrajes, con una competencia oficial de con largos latinoamericanos. “Queríamos hacer un festival que tuviera al cine que nos gusta y ese cine es un poco raro y está en Latinoamérica. Fernando Martín Peña, Albertina Carri, Andrea Guzmán y yo tenemos esas búsquedas y una mirada lo suficientemente amplia. Me gusta mucho la expresión: somos culo inquieto. Experimentamos, tratamos de cambiar, de ampliar, de hacer desafíos, inventar cosas en relación a ese mundo en el que nos movemos. Y ese espíritu de Asterisco fue reconocido de inmediato por el Festival de Berlín, que lo convocó como jurado al Premio Teddy, que es un premio pionero en el cine descubriendo grandes nombres del cine LGBTIQ+. El premio Teddy es un poco la identidad de Asterisco.”

-En la Nota del Director Artístico, que funciona a la manera de las palabras de apertura del Festival, hacés una reivindicación importante del cine como forma privilegiada de accionar sobre la realidad, que es capaz de “inventar lo que no existe, lo que todavía es invisible”. ¿Cómo lo ves frente a otras expresiones audiovisuales que le compiten su atención, como las series?

-Hace unos años me invitaron a hablar sobre una serie que se llama Transparent. Me pareció una mierda total, una de las series más transfobicas que vi en mi vida. La gente que me invitó pensó que iba a hablar a favor y hablé en contra porque la serie tenía una posición heteronormativa muy profunda y era totalmente transfóbica. Porque el personaje de la mujer trans no muestra su cuerpo, y es un cuerpo no hegemónico. Y toda la serie -las dos primeras temporadas, que son las que vi, después no pude seguir- trabajaba sobre cuerpos hegemónicos, y el sexo que se mostraba era solamente  heterosexual y lésbico, que es el que hay en las películas porno heterosexuales. Ese era un sexo bastante explícito, pero las personas trans no tenían erotismo y el cuerpo no lo mostraban completo, como sí lo mostraban los varones y las mujeres cis. Y la serie fue muy premiada y a mí me parecía una de las peores que vi en mi vida. Y me decían: bueno, es televisión. Entonces de qué estamos hablando. Si la serie es transfóbica heteronormativa y trabaja la idea del erotismo como una película porno heterosexista de los 80, me quiero matar. Me pasa mucho eso. Este año tenemos nueve cortos argentinos y a mí me volaron la cabeza. Se presentaron más de 100 y la gente está haciendo cosas muy distintas, las veo y me ponen en un lugar incómodo. Y todo eso nunca lo puedo traducir a una serie. El cine está interviniendo mucho en la realidad. Todavía lo están haciendo cineastas que salen con la cámara y exploran. Me parece que eso está pasando con el cine queer: está pensando en el mundo; se puede partir de una historia muy chica, muy particular, pero desde esa particularidad se piensa el mundo. Pinta tu aldea, el cine todavía está pintando una aldea, y al mismo tiempo piensa el mundo. Y para mí la serie trata de pintar el mundo, trata de hacer globalizados casos particulares, y para eso los vuelve muy convencionales, no delimita un territorio, sino que trata de evaporar ese territorio, que no sea nada concreto, que todo sea medio lavado para cualquiera y ese cualquiera, por lo general, es un ser desdibujado sin personalidad. Eso es lo que me pasa.



Asterisco. Festival Internacional de cine LGBTIQ+. Del 10 al 19 de noviembre, por las salas virtuales del Centro Cultural Kirchner, MALBA, Filmoteca Online y la plataforma Cont.ar.



Tres películas recomendadas:

Forcone (Argentina, 2020) de Agustín Lostra.

Ensayo experimental sobre un chico que se identifica con una amiga de la familia, y a partir de ahí empieza a mutar su conocimiento,  pero muy contaminado por toda la cultura que consumió. “Es una película que te pone en un lugar muy raro -define Trerotola-, con una mirada muy personal. Es alguien muy radicalizado pensando su propia identidad.”

Canela (Argentina, 2020) de Cecilia del Valle. Documental rosarino en el que una arquitecta trans, madre de dos hijos y titular de una empresa constructora que la familia fundó en 1925, “con una concepción anticapitalista sobre la arquitectura y de cómo se planifica un espacio urbano”, se propone un viaje por la ciudad al tiempo que está “está reinventando: está empezando a operarse. Es un retrato muy genial”.

El viaje de Monalisa (Chile/Estados Unidos, 2019) de Nicole Costa

“Trabaja sobre una idea que acá no está muy difundida -explica Trerotola-, que es el género no conformista, que es una identidad de género que no es necesariamente no binaria, sino que no se conforma con las categorías tradicionales.” Nicole Costa es escritora, performance y directora, y en su film habla de los cuerpos migrantes (en sus múltiples posibilidades) y “cómo construyó su personalidad a partir de un concepto de la cultura indígena nativa americana, como la llaman ellos: two spirit. Se trata de las personas que eran indias y también americanas blancas, que es un tipo de identidad muy propia de la cultura nativa americana. Y en su documento tiene también el nombre Monalisa”, completa sobre esta directora admirada por Pedro Almodóvar.