Detrás de Vitor Ramil hay un mundo musical enorme. Tiene el sonido delicado del río, los colores tropicales, la calidez de amazona y el viento rioplatense. Todo eso suena en sus acordes, en las melodías que se escuchan en Foi no mês que vem el álbum doble que el viernes 5 y sábado 6 de agosto el músico presentará en el Centro Cultural Torquato Tasso.
«La idea original era hacer un álbum que ilustrara el songbook que iba a salir sobre mi trabajo. Sería un álbum de guitarra y voz justamente para detallar los acordes, las melodías, los arpeggios, el uso del capotraste, etc. Pero después de un concierto con Carlos Moscardini en Lisboa, Portugal, lo invité para tocar en algunos temas. Con eso, el criterio original dejó de hacer sentido y partí para invitar a viejos y nuevos colaboradores. Terminó siendo un gran encuentro de amigos y artistas con mucha afinidad», explica a Tiempo Ramil, vía mail desde Brasil.
Foi no mês que vem contiene 32 canciones de su autoría reinterpretadas para esta ocasión con nuevos sonidos e invitados, entre ellos Fito Páez, Jorge Drexler, Pedro Aznar, Franco Luciani, Milton Nascimento, Ney Matogrosso y Marcos Suzano entre muchos otros destacados artistas. Vitor Ramil nació en el estado de Rio Grande do Sul (extremo sur de Brasil), y sus primeros años estuvieron marcados por la Música Popular Brasileña, aunque luego creció su fascinación por la música argentina. «La forma simples de los viejos tangos, los cromatismos melódicos y el espacio de las milongas sureñas, la melodía piazzolesca fluyendo como un pensamiento que va lejos, el silencio de Yupanqui, el sonido de Moscardini Todo eso quiero sentir en mis canciones.»
Su carrera musical comenzó en 1981 con el disco Estrela estrela, que editó con 18 años. «Siempre hice las cosas sin prisa y con dedicación, atendiendo a mis necesidades expresivas», describe acerca de su carrera. «No puedo decir que llegué a hacer algo bueno, pero estoy seguro de que mejoré como cantor, compositor, letrista, instrumentista; lo mismo con mi trabajo literario. Es para mejorar siempre que estamos en eso, ¿no?»
¿Cómo es tu relación con la composición, se basa en la inspiración o en el trabajo?
En las dos cosas. No siempre tengo control de lo que hago. Creo que fue Gastón Bachelard (filósofo) quien dijo que la poesía es más rápida que el pensamiento. Creo que es verdad. Es como una síntesis rapidísima. Casi siempre se puede decir en una frase, poética o musical, algo que necesitaría de mucho discurso para ser explicada. Hacer estas síntesis se convierte en un hábito sin lo cual ya no se puede vivir. Inspiración y trabajo actúan juntos para que eso ocurra.
¿Cuál fue tu punto de encuentro con la música y la cultura argentina?
Se dio en muchos momentos: cuando niño escuchaba con mi papá, que es uruguayo, a los viejos tangos, Gardel, las orquestas; después me llegó Piazzolla con «Adiós Nonino» (que desde luego me pareció el tema perfecto) y toda su obra espectacular. A los trece empecé a leer Borges y a los diecinueve a musicalizar su milongas; durante la dictadura llegaron Mercedes, Yupanqui (Mercedes me daba ganas de cantar, Yupanqui de ir al fondo de las cosas y ganar sabiduría); en los 80 Pedro Aznar, Charly García, Fito Paez, un rock con una desenvoltura y una musicalidad que no tenía paralelo en Brasil. A partir de ahí, en los 90, hubo un acercamiento físico, concreto, comencé a colaborar con artistas argentinos de géneros diversos y del más alto nivel, el propio Pedro, Carlos Moscardini, Santiago Vázquez y tantos otros. Ya grabé cuatro discos en Buenos Aires, donde ahora mismo empiezo a grabar el quinto
Vitor Ramil se presenta viernes 5 y sábados 6 de agosto en el Centro Cultural Tasso, Defensa 1575.