Las explicaciones mágicas de las cosas es una de las ilusiones humanas más apreciadas: siglos de civilizaciones se abrazaron a ellas y la actual lo sigue haciendo, incluso en este particular período que atraviesa. Sumo es una de esas cosas que sucedieron y que aún hoy resultan poco explicables para los habitantes de esta Tierra: una anomalía que marcó a fuego a más de una generación, que dejó en el altar de su historia a un pelado que nadie sabía de dónde había salido e impuso un sonido que no reconocía antecedentes en las barriadas urbanas argentinas. Pero, como Luca Prodan (el pelado del altar), Nicolás Tacconi llegó a Hurlingam (la barriada del sonido original) por cuestiones tan ajenas a su deseo como prosaicas: su madre, recién separada, dejó el Villa del Parque natal para ir a vivir allí con su hijo.

“Soy de Hurlingham”, dice rotundo Tacconi. “Por adopción y decisión”, despeja cualquier duda. “Lo primero que me acuerdo es que me levantaba a la mañana y veía si podía cazar algún benteveo, era un lugar en el que había muchos pájaros. Después fui creciendo”, recuerda.

Ahí apareció la música: varios de sus amigos, de distintas maneras, le dedicaban su tiempo. Entre ellos Hernán Kallis, amigo desde aquellos infantes años, y luego Fernando “Popa” Arnedo (sobrino de Diego). “Hacíamos un programa en FM Triac, la de (Mario) Ferrarese, que se llamaba El cuerpo pide. En ese tiempo vivía con Nacho, el hermano de Fernando, y empecé a escribir algo, más como una ficción, y quedó ahí. Con los años, con Fernando hicimos otro documental, que es Aire de chacarera, donde ya hicimos esto de mezclar cierta ficción con lo documental, y nos gustó cómo había funcionado. Y después de eso, viendo qué cosa hacer, tenía eso que había escrito, y Sumo obviamente es reimportante: me parece definitorio en un montón de gente de Hurlingham, en qué hacer y cómo encarar lo que uno hace. Entonces pensamos en hacer un documental, pero que fuera más del momento de los músicos que fueron terminando en Sumo o alrededores, el momento en el que ellos empezaban a hacer música”, explica Fernando Arnedo.

Diego Arnedo, Ricardo Mollo, German Daffunchio, Tito «Fargo» D’aviero, Lucas Rocca, Gabriel Dahbar, Juampy Juarez, Jorge Gauto, Tano Salmos, Rubén Moreno, Miguel Calcagno, Mario Ferrarese, Leandro Carrizo, Pablo Guerra, Hernán Kallis, Rubén Caballero, Patricio Magnacco, Juan Fernández. Ellos son algunos de los que fueron armando ese sonido cuya condición de posibilidad se dio en un lugar específico y del que Sumo fue su máxima expresión. En Los rayos aparecen desde músicos consagradísimos, como queda claro, hasta plomos, titulares de la FM de la zona y coleccionistas de discos. Como bien dice en el documental el guitarrista Pablo Guerra, el sonido de un lugar “es la gente con la que te encontrás, la que ves, las cosas que compartís”.

“Queríamos mostrar ese momento de empezar –cuenta Tacconi–. Y en las charlas que tuvo Popa con ellos apareció mucho de eso, porque hay mucho de ingenio. Cuentan que tenían que hervir las cuerdas (para que les duraran) porque no les daba la guita para comprar nuevas, o que tenían que usar una caja de galletitas para amplificar los graves. Mucho rebusque y mucha actitud. Y eso siempre lo tomé para mí, para mi camino. Cuando uno elige lo que quiere hacer a fondo, las cosas van pasando.”

“A muchos de los que están los conozco desde chico –interviene Popa Arnedo–. Entonces, no tuve un rol de tipo periodístico, sino que fue más una charla con gente que conozco. La historia es más de Nicolás, fue el que lo pensó, pero es como el fútbol: cuando uno se mira y ya sabe cómo es la jugada. Voy recogiendo la calidez, el momento, los distintos costados, como la rebeldía, la parte de los militares, la parte de llevar un bafle con una carretilla; yo la vi. Y también tengo otros tíos que tenían amigos, pero no eran como los de Diego (ríe casi en carcajada). Para mí eran como Kiss, aparecen con un look que no eran de la época. Hurlingham era una cosa medio de pueblo y llegó todo ese mundo, que era una cosa rarísima. Para mí Los rayos refleja ese momento”.

Un momento que, ellos no sabían, pero la historia registraría como de profundos cambios en la sociedad argentina, todos ellos bien materiales y sin nada de magia. Aunque acaso esa sea la verdadera magia: en medio del oprobio, un grupo de jóvenes se resisten a la humillación total; y en esa resistencia, iluminan un nacimiento.

Tacconi destaca: “Muchos de los que dan su testimonio en el documental siguen viviendo con ese espíritu. Es una manera de vivir que yo aprecio mucho. Yo estaba también en un momento de definir realmente qué quería hacer, si dedicarme a las películas o ver por qué otro lado podía seguir. Finalmente, tomé valor desde el valor que tuvieron ellos en momentos muy difíciles».

Los Rayos

De Nicolás Tacconi. Con Fernando Popa Arnedo y Esteban Bigliardi. Estreno en cines. Fecha a confirmar, a partir de que las medidas sanitarias así lo permitan.