«Tangalanga no es un humorista, es un fenómeno social. Un tipo que inventó un formato único. Está al nivel de Borges y Piazzolla en el sentido de que creó un lenguaje absolutamente personal. Una forma de expresión donde la mala palabra dejó de ser mala para volverse una palabra más. La despojó del prejuicio que la condena al conjunto de las malas palabras. La rescató, la elevó y le dio una legitimidad que no tenía». La cita pertenece a Diego Recalde, realizador cinematográfico que estrena su película Víctimas de Tangalanga este sábado 6 en el Abasto.
Y para fundamentar esa aseveración, el actor, hombre de radio, músico, guionista, actor también escritor de novelas, apuntó que «Borges mezcló el español y el inglés e inventó el lenguaje borgeano. Piazzolla mezcló el jazz y el tango e inventó el género musical Piazzolla. Tangalanga mezcló el lenguaje elegante con la grosería y creó un idioma único que solamente él pudo hablar».
En su faceta como cineasta, Recalde, que viene proponiendo ficciones cargadas de humor acerca de temas diversos, ensaya esta vez un documental, Víctimas de Tangalanga, que pone en la mira a aquellos que fueron blanco del humorista Juan Ignacio de Rissio, mejor conocido como Tangalanga, que con sus desopilantes grabaciones a desconocidos -o no- fue éxito entre 1989 y 2013.
En sus 20 años de trayectoria, Tangalanga grabó numerosos casetes y discos (Los llamados del Dr, Tangalanga que tuvo nueve entregas, De parte de Tangalanga o En qué sentido me lo dice? que llegaron a vender más 250 mil unidades), convirtiéndose en el humorista telefónico más famoso de todos los tiempos, y superó fronteras ya que llegó a tener giras que lo llevaron a Uruguay, Chile, México y Estados Unidos
Di Risio, que falleció a los 97 años en 2013, también es recordado por una memorable «cargada» que le hizo al expresidente Fernando De la Rúa en la que el humorista le ofrece sus servicios haciéndose pasar por el representante de un estudio jurídico y Tangalanga le dicta un número telefónico que tiene cifras de más, lo que lleva a una confusión de dimensiones.
El formato elegido por el multifacético Recalde es el del documental, que se exhibirá de manera singular, desde este sábado en las trasnoches de los sábados en uno de los cines Hoyts del Shopping Abasto, donde generó una singular atención del público, que ya agota incluso las localidades de la próxima exhibición, el 13 de este mes.
Como director -y actor-, en cine, Recalde es autor de El periodista, Habano y cigarrillo, T.Ves?, Sidra y Tenemos un problema, Ernesto, que fueron audaces en más de un sentido, desde su producción independiente, lo desaforado del abordaje de temas como la manipulación en el periodismo y en la televisión, o el caso de un hombre que un día se despierta sin su miembro viril.
– ¿Por qué decidiste hacer este documental en torno a quienes padecieron a Tangalanga?
Diego Recalde: –Es una risa abierta que tengo adentro mío y necesito cerrar. Yo crecí escuchando los casetes clandestinos de Tangalanga a tal punto de saberme muchos llamados de memoria y repetirlos. Durante muchos años de mi vida me dormía escuchando esas grabaciones para despertarme riendo. Mi obsesión llegó a tal grado de locura que cuando iba a bailar y encaraba una chica, aparte de las consabidas preguntas estudiás o trabajás, o de qué signo sos, mi tercera pregunta era si le gustaba Tangalanga.
-Parece muy delirante…
-Lo bueno es que en la medida en que me fui relacionando con otras personas, me di cuenta de que no era el único que estaba preso de tan insólita obsesión. Había muchos otros a los que le pasaba lo mismo que a mí. En aquel entonces, cuando escuchaba esos cassettes, como todos, quería conocerlo al Doctor, que en aquél entonces para mí era Tarufetti y era el líder de nuestra secta.
-¿Y lo de las víctimas?
-También, como muchos, quería conocer a las víctimas. Quería saber dónde vivían, cómo vivían… En ese entonces no me animé a rastrearlas. Pero ya se sabe que la obsesión es más fuerte que el amor. Y tarde o temprano viene por vos. Es por eso que después de casi 30 años, acorralado por la asignatura pendiente, me decidí y salí a buscarlas. Necesito cerrar una historia personal que estoy seguro, es también la de muchos. Necesito ponerle cara a esa silueta anónima para conocer el otro lado del casete.
-¿Cómo fue complejo rastreo de las víctimas?
-No fue fácil. Tengo la suerte de contar con los cassettes más viejos, los primeros que circularon sin ningún tipo de edición, donde estaba el nombre o apellido de la víctima, la calle en la que vivía, pero no más que eso. Con esas pocas pistas que disponía, me convertí en detective y salí a la calle a buscarlos. Y por eso tardé cinco años.
– ¿Hubo muchas sorpresas?
-Lo bueno es que en ese lapso logré encontrar a la mayoría de las víctimas que buscaba. Y no sólo eso. Lo bueno es que volví al periodismo puro, al de la calle, donde les preguntás a los vecinos, sin quedarte sentadito en tu casa quedándote solamente con la data que encontrás por Google.
– ¿Es cierto que esta película consta de tres partes?
-Sí, es una trilogía. Es que encontré a muchísimas víctimas. Es la primera película que viene en tres partes sin saber si va a ser un éxito la primera. Aunque por lo que estoy viendo sí. Nunca pensé que iba a despertar tanto fanatismo al punto tal de que las entradas se agotaron en la preventa. Antes del estreno.
-Un mensaje final a los viejos fans de Tangalanga de toda la vida y a los chicos que recién lo conocen.
-No sé si un mensaje pero sí un consejo. Vayan a ver la película porque les aseguro que después de verla, aparte de conocer a quienes a pesar de ellos nos hicieron reír mucho, cuando vuelvan a escuchar esos llamados, van a escucharlos desde otro lugar. Y me encanta que eso suceda. Tangalanga, como todos los genios, se merece una relectura.