Los domingos en Timbre 4 Paula Ransenberg hace Juicio a una zorra, el unipersonal dirigido por Corina Fiorillo en el que expone una visión de mujer sobre uno de los personajes más emblemáticos de la historia occidental: Helena de Troya. La mujer condenada a la eternidad por su padre, a la que otros hombres vieron y trataron como Helena de Esparta, tiene en esta obra una merecida y risueña reivindicación histórica.

La ruta habitual de este tipo de proyectos es el interés de una directora por un autor, un autor que le ofrece las obras que tiene disponibles, una directora que elige. En este caso Fiorillo vio una obra de Miguel del Arco, y el autor le contó de otras, entre ellas Juicio a una zorra. Ransenberg y Fiorillo ya habían conformado dupla en Nerium Park, y la directora pensó en Paula al encontrarse con la Helena de Juicio a una zorra: «Primero, lo que me interesó es que es un unipersonal; me gusta ese contacto de estar sola con el público –dice Rasenberg sobre su contacto con la obra–. Me pareció un personaje que uno lo tiene en el limbo o mal juzgado, lo tiene como en esa fantasmagoría, mezcla de una Angelina Jolie con toga griega. Era algo interesante tomar el mito de un objeto sexual y traerlo a la Argentina, a nuestra Latinoamérica donde la mujer se comercializa, para ver qué pasa cuando una mujer se convierte en un trofeo».

En Juicio a una zorra, la mujer que siempre fue mirada y hablada por hombres, y que fuera por ellos encontrada culpable de desencadenar la guerra más famosa de la historia, tiene su oportunidad de ser una mujer pensada, sentida y hablada por una mujer. «Por un lado, lo que hoy se sigue estudiando de la filosofía griega tiene una sabiduría, un pensamiento humano, podríamos decir. Pero es masculino, incluso de lo femenino. Cuando empecé a vincularme con Helena –y creo que tiene mucho que ver con lo que está pasando en este tiempo– me replanteé cosas de ese pensamiento. Hay un corrimiento de certezas. Yo decía: qué lejos estoy de ser un ícono de belleza, de esa visión masculina de belleza. Y ahondando te das cuenta de que muchas son visiones masculinas o femeninas que aceptamos como propias, pero en realidad son masculinas. Como cuando una piensa en lo que es ser un ícono sexual, y en lo que sufrieron las mujeres por serlo. Entonces, es tomar la visión de una mujer contada por una mujer y que esa voz hasta ahora callada, desoída, empieza a tomar valor».

Lo que se dio a conocer como proceso de deconstrucción también tiene sus partes risueñas. «Tengo un hijo de cuatro años y tengo un montón de libros de mitología griega. Y se los leo: Ulises es un héroe, Teseo es un héroe, y en la historia que contamos, por lo menos, son criticables. Y yo le estoy contando estas historias en las que las mujeres ni aparecen o si aparecen son unas cretinas, salvo las que fueron funcionales como Penélope. Y mi hijo se llama Ulises», ríe. 

En esa gracia, la puesta de la obra juega un papel fundamental. «Tiene una estética de boliche glamoroso y medio decadente; el Caballo de Troya tiene una mezcla con carroza de comparsa de la Fiesta Nacional de la Manzana que le da mucha potencia». Y esto, para una actriz que gusta de ver las reacciones del público como si se tratara de un stand up, produce un estímulo mayor. «La obra apela a alguien que lo acerque desde la historia, el mito, y se encuentra con una señora embutida en un traje rojo, pintada como una puerta, como si fuera su vecina. Y enseguida empieza a meterse y disfrutar esta historia desde un lugar muy cercano».

–¿Descubriste uno de esos monstruos que te gusta construir?

–Para mí, los monstruos tienen algo de muy humorístico y muy trágico, una combinación explosiva. Una se ríe y se compadece con ellos. Como dice la poeta trans Susy Shock: «Reivindico mi derecho a ser un monstruo». Helena es una sobreviviente con kilos de maquillaje y ropa ajustada que está contando su historia de vivir la condena de su padre a la eternidad envejeciendo. Y ese monstruo me parece alucinante. «



Juicio a una zorra

Dramaturgia: Miguel del Arco. Actúa: Paula Ransenberg. Dirección: Corina Fiorillo. Asistencia de dirección: María García De Oteyza. Iluminación: Ricardo Sica. Escenografía: Gonzalo Córdoba Estévez. Domingos a las 19 en Timbre 4, México 3554.