Secretos, suspenso, angustia, dolor. La ópera prima de Martín Kraut tiene todo eso y bastante más. Hace casi ocho años el director y guionista leyó una noticia sobre dos enfermeros que, por decisión propia, aplicaron la eutanasia a varios pacientes en Uruguay. Ese fue el punto de partida de La dosis, inspirarse en una historia que tiene antecedentes globales muy similares para indagar en las motivaciones y sombras de los seres humanos.
“Acaban de condenar a un tipo en Estados Unidos por matar a cientos de personas. Tenía un modus operandi: cada vez que sus compañeros sospechaban, se iba a otro hospital –cuenta Carlos Portaluppi, cabeza del elenco del film–. En el caso de los uruguayos en el que está inspirada la película, nunca les pudieron probar nada”.
Portaluppi reconoce que la temática lo apasiona: «Realmente me atrapó ni bien Martín (Kraut) me fue contando de qué iba la película. Después el guión me gustó mucho y todo fue creciendo a medida que empezamos a laburar. Me resultan muy interesantes las vivencias de personas como estas, que están durante mucho tiempo en la sala de terapia de cuidados intensivos y, en muchos casos, conviven con personas en situaciones que son irreversibles, muchos de los cuales tienen deseos de terminar con su sufrimiento. En la película, Marcos (mi personaje) empieza a tomar la decisión de acabar con la vida de esas personas por una cuestión humanitaria. Hasta la llegada de Gabriel, que descubre sus métodos porque son similares a los que él venía utilizando en otra clínica. Pero cuando comparten ese espacio se dispara una especie de competencia: Marcos siente amenazado su lugar y su continuidad por la presencia de este otro enfermero. Hay cosas que me gustan muchísimo de mi personaje, y ni hablar del elenco qué armó Martín”.
Pero además, Portaluppi transitó una situación personal relacionada con el tema. “Tengo la experiencia de haber pasado cinco meses en terapia intensiva cuidando a mi hermano menor. Fue en 2015, tuvo una complicación y finalmente falleció. La verdad es que no nos esperábamos ese desenlace. Fue una situación muy compleja, muy dolorosa, sufrí muchísimo. Pasó por catorce cirugías. Por momentos él mismo pedía acabar con su sufrimiento: quería terminar con el dolor porque la morfina a veces no alcanzaba. Estar en una sala de terapia intensiva puede ser una experiencia muy dolorosa. Acompañarlo en ese lugar me ayudó a pensar más claramente lo que venía haciendo. Haber conocido cómo se movía la gente en una terapia fue una referencia importante para el rodaje», destaca el actor.
Portaluppi reivindica el trabajo de los intensivistas: “En estos tiempos que estamos atravesando, los enfermeros son más fundamentales que nunca para la salud de los pacientes. Son tanto o más determinantes que un cirujano. El cirujano tiene la posibilidad de intervenir en tu interior, abrirte, partirte, sacarte y también tiene el riesgo de que te quedes en el quirófano. La enfermera y el enfermero no cargan con esas responsabilidades, pero tienen otras muy importantes también: cuidar al paciente, lidiar con su dolor y sufrimiento, y con su familia. Nadie comparte más con un paciente que un enfermero o enfermera, son los que están al pie del cañón. Y eso ahora lo estamos viendo más que nunca. Es un oficio de gran importancia y merece ser reconocido, tienen que cobrar bien, mucho más de lo que se les está pagando”.
Los actores son parte de uno de los colectivos más afectados por la parálisis que impone la pandemia. Pero Portaluppi sobrelleva esta situación a su manera: «Es algo realmente angustiante. Yo ya llevo cinco meses sin pagar el alquiler de mi casa. Tengo la comprensión del propietario, que me está aguantando, aunque en algún momento se va a complicar mucho porque las deudas se acumulan. Pero mientras tanto soy feliz de que tengo salud y sé que en algún momento esto tiene que pasar. Si nos cuidamos y hacemos los deberes y trabajamos para esta solución que se está buscando, que es una vacuna, podemos mantenernos».
–¿Te molesta que, siendo parte de uno de los colectivos más afectados por la pandemia haya gente que diga más livianamente «no aguanto más»?
–Lo comprendo porque yo tampoco aguanto más. Pero no soy un loco, no voy a salir a estar con 50 personas en la calle. No podemos estar arriesgando nuestras vidas y las de los demás. Hay que tener mucho cuidado. Las emociones se exacerban y algunas personas se ponen muy nerviosas. Sucede cada vez más. Pero hay que buscar que el Estado pueda llegar a todos los ámbitos. Porque la ayuda está siendo insuficiente, y tampoco hay muchas alternativas. Me parece que hay que encontrarle la vuelta entre todos: sabemos que el bicho es peligroso, entonces hay que tenerle cuidado, no miedo. Eso es lo que tenemos que desarrollar. «
Dirección y guión: Martín Kraut. Elenco: Carlos Portaluppi, Ignacio Rogers y Lorena Vega, entre otros. Estreno: 22 de octubre en Cine.ar
Amor, compromiso y dolor
A pocos días del estreno de La dosis, Carlos Portaluppi confiesa que la película resultó una experiencia profunda que lo modificó. “Mejoró la conexión con mi hermano Diego. Cada día que estuve en el set me hizo pensar en los cuidados que le dimos junto a su mujer, hasta el último día. Eso me dejó un gran aprendizaje. Ella le dio mucho amor, no se despegó de él ni un solo día. Yo vivo a cinco cuadras de la clínica y una sola vez en cinco meses vino a mi casa a dormir una siesta, a descansar un poco. El resto se la pasó ahí, al pie del cañón, durmiendo en un sillón de al lado de la cama de mi hermano. La película me hizo pensar mucho en mi hermano que ya no está. Pero en su sufrimiento nos dejó una experiencia tremenda de amor y de ganas de vivir, porque la luchó y la peleó hasta el último día, aunque finalmente no pudo seguir adelante».
Amor, compromiso y dolor
A pocos días del estreno de La dosis, Carlos Portaluppi confiesa que la película resultó una experiencia profunda que lo modificó. “Mejoró la conexión con mi hermano Diego. Cada día que estuve en el set me hizo pensar en los cuidados que le dimos junto a su mujer, hasta el último día. Eso me dejó un gran aprendizaje. Ella le dio mucho amor, no se despegó de él ni un solo día. Yo vivo a cinco cuadras de la clínica y una sola vez en cinco meses vino a mi casa a dormir una siesta, a descansar un poco. El resto se la pasó ahí, al pie del cañón, durmiendo en un sillón de al lado de la cama de mi hermano. La película me hizo pensar mucho en mi hermano que ya no está. Pero en su sufrimiento nos dejó una experiencia tremenda de amor y de ganas de vivir, porque la luchó y la peleó hasta el último día, aunque finalmente no pudo seguir adelante».