Los Paseos es el primer largo de ficción de Esteban Tabacznik y cuenta la historia de Diego y Belén: él, empleado en una librería y estudiante de arquitectura con dudas sobre continuar con la carrera, es contratado para pasear en auto a la madre de un familiar. Ella es la empleada que cuida de la mujer mayor los fines de semana, que además de tener otro trabajo similar el resto de los días, también estudia y cocina.
La parte principal y la más extraña es la anécdota que da origen a historias distintas: Diego y Belén son de clases sociales diferentes pese a que hagan trabajos asignados, en teoría, a los mismos sectores de la jerarquía social. “Es un proyecto que tengo en la cabeza desde hace mucho tiempo y está parcialmente basado en una historia personal”, comenta el director. “Justo había dejado de estudiar Filosofía, había largado la facu y estaba medio boyando: hacía trabajitos ganapán, como los llaman, y en ese interín me ofrecieron ese laburo a través de un familiar.”
Lo que le interesaba rescatar de la anécdota, sigue el realizador, era destacar “en qué cosas se nota lo que llamamos ‘diferencia de clase’, no desde un punto de vista material, sino de cómo se configura el universo, las expectativas y la búsqueda amorosa nuestra. Después, uno empieza a trabajar los personajes y eso se va particularizando, y no decirlo más desde un punto de vista sociológico, sino indagar sobre eso”. En Los paseos, eso se logra especialmente hacia la segunda parte del film, donde las asperezas quedan manifiestas explotando los indicios que con inteligencia supo sembrar: en la formación de una atmósfera de cierta abulia en el personaje de Diego, en su mirada que desmerece la falta de “inquietudes” artísticas de Belén (desconociendo el agotamiento físico que le produce sus continuas jornadas laborales) y en la ambición de ella por el progreso social, Tabacznik encuentra los ejes de su narrativa para hacer de una historia íntima, una amplia lectura social.
Si en aquel nuevo cine argentino de los ’90 el eje era la decepcionada juventud de clase media ilustrada, en esta película-no casualmente producida, filmada y montada durante el macrismo, un período dominado por el mismo modelo económico- el entusiasmo de un horizonte que permite romper con la apatía queda ceñido a las clases bajas.
Durante sus viajes en auto, la película invita a recorrer lugares emblemáticos o periféricos de la ciudad, contando algunas curiosidades. Como por ejemplo que el arquitecto que pensó el barrio de Lugano lo hizo imaginando uno residencial, similar al que había dejado atrás su familia, y del que luego se terminaron apropiando los trabajadores. Tabacznik tenía ganas de “tirar más los actores a la calle”, precisamente como había ocurrido en filmes como Pizza, Birra, Faso, apunta el realizador. Pero las condiciones de producción no se lo permitieron: “La cámara era muy pesada, no daba muchas posibilidades; y además era prestada y no la teníamos a disposición del todo”, comenta sobre los avatares del rodaje. Que no fue de continuo, sino con las vicisitudes de una producción sin presupuesto, “en la que la gente -en especial Santiago Muñoz- fue fundamental porque la bancaron, estuvo cuando se la convocó, que era cuando nos prestaban la cámara en al FUC”, de la que Tabacznik es egresado.
Y ahí Los paseos reconoce más, a la vez que se hace reconocible, en ese universo del nuevo cine argentino. Por un lado, en su recorrido urbano diferente al habitual, no por transitar lugares nunca vistos, sino porque los transita de manera distinta. Por otro, por ese mimetismo que consigue con el lugar que la contiene y al que habita. Pero sobre todo por su adaptación de las condiciones de producción a las condiciones materiales (dinero, tiempo, personal) que cada momento histórico político impone.
“En Lugano hay una situación social real que termina modificando el proyecto de este tipo, que quería rehacer la ciudad de sus antepasados: es un poco como tener la cabeza en otra parte. Y metafóricamente es la idea con la que trabajé: la relación entre ellos y una ciudad que tiene un poco esa forma”. Una ciudad que se autopercibe de otra categoría como Diego, pero carece de la ambición de Belén. “Totalmente. Y además tiene como esas dosis de realidad, de estar con los pies más en la realidad. Y ahí hay una ventaja, porque si todavía tienen sueños, por ahí están mejor plantados en relación a cómo poder llevarlos a cabo. En esa metáfora, acá en la ciudad se traen cosas de afuera, casi como capricho de la gente: ‘no puede ser que Buenos Aires no tenga espacios para andar en bicicleta’. Pero tené la cabeza acá, en las necesidades y posibilidades de acá. Y siempre lo veo medio como tirado de los pelos. Como esa cosa de no quedarse atrás, pero hecho sin la cabeza puesta en cómo es la vida y las necesidades de este lugar”.
Los paseos
Una película de Esteban Tabacznik. Con Sergio Mayorquín, Camila Peralta y la participación de Alejandro Catalán, Gaby Ferrero, Iván Moschner y Susana Pampín. Hasta el 16 de febrero a las 21 en Cine Gaumont, Avenida Rivadavia 1635.