A las once y monedas de la noche del jueves las luces del escenario se encendieron en un Groove desbordado de gente. Una cruza de generaciones que se dio cita para presenciar el show de Primal Scream, una que trasciende épocas, sigue en pie y con toda firmeza.
El grupo así lo demostró a lo largo del show, de la mano de su frontman Bobby Gillespie, que entre tema y tema, y haciendo sonar las maracas a las que siempre acude, fue desplegando su desgarbado histrionismo, siempre con una sonrisa dibujada en la cara como agradecido del afecto demostrado por el público una vez más.
No estuvo presente la bajista Simone Butler por problemas de salud y fue una ausencia que se hizo notar. Pero el grupo apeló a la mística y la magia sensorial que producen sus temas, traducido en un clima festivo de mucho baile, arenga, y mucho aplauso sostenido. El público, quedó claro, no retaceó la mejor predisposición.
Fue un concierto despojado, sin oropeles más que luces verdes y rojas vistiendo el escenario y la sinergia pura de la banda desplegando su talento a favor de la métrica que caracteriza su música, esa psicodelia electrónica y su mixtura de estilos convirtiéndonos a todos en viajantes.
Tres temas oficiaron de bises, coronando el cierre con el famoso Movin´ on up de su tan aclamado disco ¨Screamadelica. Fue el pico de intensidad de la noche y la confirmación de que, más temprano que tarde, Primal Scream volverá a la Argentina.