Desde sus inicios el cine supo manejarse sin el sonido, pero resultaba casi una entelequia que se atreviera a encontrar imágenes de gente que no las puede observar, como los no videntes. ¿Qué hago en este mundo tan visual? es un documental que se anima al desafío a partir de una particular relación entre Zezé Fassmor y el realizador y también músico Manuel Embalse. Fassmor es un artista multidisciplinario peruano que vive en Buenos Aires. En su biografía de redes sociales, dice: “Hago de todo, menos ver”; Embalse, un músico que luego de ocho discos se metió más de lleno en el cine. La historia cuenta que luego de un show, Fassmor se acercó a Embalse y le pidió hacerse una foto. “Digo que sí, y me quedo con la pregunta: ¿Por qué se saca fotos si no las puede ver?”. Se atrevió a compartir su inquietud con Zezé en una charla que duró un buen rato. Y todo quedó ahí. Hasta que Embalse tuvo un sueño.
“Lo increíble era mi punto de vista, era mi subjetiva, aunque todo lo que veía estaba con movimiento -recuerda hoy cómo fue recordando ese sueño que lo llevó a llamar de nuevo a Zezé para juntarse y ver cómo podían generar imágenes a partir de lo que le pasaba a él-. En ese momento estaba empezando a experimentar con material analógico de Súper 8, que en el material de revelado, al comienzo y al final del rollo, tiene unos colores como entre violeta, amarilo y azul. Entonces fue estar en una especie de viaje muy visual, de muchos colores. Y era con humor, no como que la estaba pasando mal. Al despertarme me acordé del humor de Zezé y cómo se toma la vida. Como realizador pienso en imágenes y uno de mis máximos miedos es estar ciego, y yo pensaba que no ver era triste: bueno, me dije, quizás hay otras formas de ver, otras formas de tomarse la vida y de ver el mundo. Cuando le conté a Zezé el sueño, me dice: ‘Sí, claro, qué te pensás, que veo negro’. Una vez fuimos a un recital de jazz y me dice: ‘en este momento estoy viendo verde, el saxo resalta los verdes’. Ese sueño me marcó.”
De ese encuentro surgió hacer una película que contara el viaje de Zezé, que también produce imágenes y sonido con su celular, a las Cataratas del Iguazú, el lugar que no conocía y del que, si algún día volvía a ver -porque la ciencia tiene sus cosas, como sugiere en la película, y tal vez algún día recupera la visión que perdió a los 25 años-, quería tener registro de cómo eran. Y sobre todo cómo era él entre ese paisaje que tanto lo cautivaba, porque a través del sonido lo veía distinto. “Es un personaje que tiene múltiples facetas, múltiples características -describe Embalse a Zezé-. Vamos ahí con una expectativa de qué le iba a pasar con el agua, ya que él, metafóricamente, ve su vida desde lo acuático, desde esa escena con la mitología griega. Y por otra parte, cómo va a recibir todo el mundo turístico su presencia.”
La película consigue uno de sus aciertos no buscados, por decirlo de alguna manera. “Creíamos que iba a haber menos gente, que iba a ser más ideal la visita, conectarse con las cataratas y armar imágenes en su cabeza. Pero una vez que estábamos ahí, bueno, era la vida prepandemia y estaba lleno de turistas de todos lados del mundo. Y un poco lo que pasó -que fue una de las cosas más interesantes, también- es que nunca pudimos encontrar ese momento ideal de Zezé conectando con las cataratas. Fuimos a las 8 de la mañana y de repente vino toda una horda de gente, que fue también un poco lo que terminamos convirtiendo en la edición a través del diseño que tuvo Zezé: su percepción. A nosotros nos interesaba qué imágenes podía habernos generado el ruido blanco solamente sin tantos humanes. Pero fue una de las grandes contradicciones que se presenta en la peli: Zezé quería ser uno más entre la multitud, pero la multitud está en otro plano, buscando esa selfie perfecta.”
El contraste entre esos turistas y Zezé es impactante: él buscando la conexión sonora con ese espacio natural, el resto, la mejor posición para la selfie que atestigua que estaban donde luego publicarían que habían estado. “Era una situación violenta: había mucho golpe, mucho empuje. Nosotros éramos cinco en el equipo, y somos altos, y recibimos golpes como para conseguir un lugar; la gente estaba como que no importaba nada, era como estar en una especie de peatonal con un montón de personas. En todas las maravillas del mundo hay como una desesperación porque están cinco minutos con el tour, el tipo del tour te dice sácate la foto y vamos, y así.”
¿Qué hago yo en este mundo tan visual? fue realizada gracias al apoyo que significó ganar el premio de Experimentación Audiovisual de la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires 2019, y ahora tuvo su estreno en salas. “Me gusta decir que fue revelador hacer la película. Me dejó la idea de escuchar más y hablar menos, o escuchar más el mundo que tengo a mi alrededor. De hecho, me pasó algo muy loco, que justo en ese momento dejé de cantar: mi último disco es del 2017, y esta peli la empiezo a desarrollar en el 2019. Y siempre fui muy prolífico: de los 17, que fue mi primer disco, a los 26, saqué ocho discos. Y más allá de que soy músico y me interesa la técnica, nunca había pensado en el sonido en 360, y como dice Zezé: ‘mirando con los oídos’. Esa fue la enseñanza más linda: aprender a escuchar.”
¿Qué hago en este mundo tan visual?
Dirección, guión, montaje y diseño sonoro: Manuel Embalse. Intérprete y cámara: Zezé Fassmor. Producción: Esteban Vijnovich. Durante febrero, funciones todos los sábados a las 18 en el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken, Agustín R. Caffarena 51.