Un antiguo reloj despertador que atesora la sabiduría de tiempos felices se ve amenazado por wifi, un modernísimo teléfono que detrás de su inocente apariencia eficiente oculta una voraz intención de adueñarse del mundo. Esa es la trama de Tic-Tac, el héroe del tiempo, la obra de títeres que se desarrolla los domingos de abril y mayo en la sala Osvaldo Pugliese
En este nuevo espectáculo sin palabras, el titiritero solista Omar Álvarez, combina delicados títeres construidos a partir del reciclaje de objetos vintage, con recursos de multimedia y proyecciones de stop-motion creados especialmente para este trabajo, proponiendo una poética aventura como metáfora del mundo actual. Este trabajo invita a la reflexión, aún en los más chiquitos, acerca de lo humano en relación al orden que establece el mundo.
Soy de la idea que con los chicos se puede abordar cualquier tema porque ellos transitan el mundo real sin anestesia, ni poesía que atempere lo que pasa. Desde las peleas de los papas por plata, rezongando por el mundo laboral, a los conflictos armados y el hambre o la inseguridad y pobreza, o lo que sea que encuentren en las multipantallas que hoy son su manera de relacionarse con el mundo», afirma Omar Álvarez. «Todos, grandes y chicos nos emocionamos con los mismo y nos gusta que nos cuenten un cuento. Lo importante es el tratamiento que se le dé», agrega Álvarez, cuya compañía de títeres cumplió 30 años recientemente.
«Me propuse tomar el código vertiginoso de hoy, pero tratando de apelar a la mirada sensible que es lo único que nos puede salvar de no olvidar lo importante», afirma el creador que buscó la tensión en el tiempo que se pulsa la vida para armar esta obra, sin tratar de polemizar sobre el avance del progreso, porque reconoce, sería una batalla perdida. «Lo único que queremos es interpelar al espectador, sea niño o no, al lugar que le damos a lo importante y a la tecnología en lo cotidiano», resume el titiritero.
Sus espectáculos giraron por escenarios de todo el mundo, con giras por países como Canadá, EE UU, Dinamarca, Finlandia, España, Polonia, Israel, Corea, Singapur, Hong Kong, Malasia, Sudáfrica, Brasil, Méjico, Colombia, Japón, China y Rusia, entre otros. «Viajar por culturas tan distintas me permitió aprender un lenguaje más universal a la hora de narrar. Di la vuelta al mundo, fui con mis shows desde Siberia a Ushuaia, desde Asia o África a Ballester, mi lugar. Pude aprender a trabajar más allá de la palabra, con el gesto preciso, transmitiendo emociones de cada concepto», concluye Álvarez.
Tic-Tac, el héroe del tiempo. Domingos a las 17, CC de la Cooperación (Av. Corrientes 1543).