Luego de diez años de pareja Alice (Audrey Lamy) se da cuenta de que la convivencia con Antoine (Manu Payet) no va más: él prefiere su vida como productor musical antes que la de padre de dos hijas que lo aman más de lo que él parece amarlas a ellas. A partir de ahí hay algo que no funciona del todo bien en el relato: diez años es mucho tiempo para darse cuenta de que él es un egoísta (hasta con cierta dosis de misoginia), al menos para los términos en los que los pone el film, que se ocupa más en remarcar el fastidio de él con la vida conyugal que la de ella con su actitud.
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Después, cuando ella decide dejarles a las nenas 5 y 9 años a cargo por 15 días, comienza otra película. Ahí aparece aquel tipo egocéntrico que en la primera parte no se vio, el que se olvidó de disfrutar de ser padre porque creyó que era más divertido ser músico. Ellas, las niñas, en cada escena le mostrarán de qué se trata y cómo es la mejor manera de ser y hacer de padre.
En el medio, él comienza una nueva relación, que seguramente lo entusiasma más que la anterior, algo que no se preocupa mucho de disimular ante sus hijas. Es un condimento más que interesante para lo que se planteaba como una comedia de hijas enseñando a un padre, pero que el film no termina de aprovechar del todo. En otros términos, lo que podía haber llevado a diferentes reflexiones sobre cómo es eso de tener una vida propia y al mismo tiempo poder ayudar a las hijas a tener la suya, se queda más en la posición del deber ser, algo que, cuando se trata de expresiones artísticas, suele ser contraproducente.
Todo para ser felices (Tout pour être heureux, Francia/2015). Dirección: Cyril Gelblat. Con: Manu Payet, Audrey Lamy, Aure Atika, Pascal Demolon, Bruno Clairefond y Joe Bel. Guión: Cyril Gelblat, basado en la novela Un coup à prendre, de Xavier De Moulins. 97 minutos. Apta para mayores de 13 años.