El 2 de junio de 2002 la señal de cable HBO estrenaba The Wire. La serie de cinco temporadas y 60 capítulos se emitió hasta marzo de 2008, y hoy está disponible en la plataforma HBO Max. Pero 20 años atrás, y como casi toda producción, primero fue puesta a prueba. El canal que, desde sus inicios, quiso distinguirse por ofrecer contenidos originales, dudó en darle lugar a un relato que, a priori, podía pensarse como uno más entre tantos otros de detectives y malhechores. Sin embargo, The Wire tuvo su estreno y pudo demostrar cuán lejos estaba de repetir fórmulas y clichés. Por el contrario, su manera de abordar las historias de delito, marginalidad y pobreza en la ciudad de Baltimore alcanza niveles de sensibilidad tanto estética como social que vuelven única a la serie.
El creador de The Wire, David Simon, fue periodista de Policiales del diario The Baltimore Sun durante trece años. Ed Burns, su mano derecha en los guiones, trabajó dos décadas como detective en Homicidios. Tal vez, allí está uno de los secretos del éxito. Si bien no fue un exactamente un boom, The Wire tuvo consiguió afianzarse entre el público y, según una encuesta de la BBC, de la crítica. En dicho relevamiento, especialistas de 43 países concluyeron que se trataba de la mejor serie de este siglo.
David Simon es un guionista y showrunner de una profundidad psicológica, un rigor en la construcción de mundos propios, una preocupación por el detalle y el verosímil y un autor tan alejado de la demagogia y los lugares comunes de las series contemporáneas que sus proyectos demandan un compromiso, una paciencia y una atención que buena parte del público actual, tan dominado por la ansiedad y el estímulo constante, no está dispuesto a conceder.
De formación periodística (se desempeñó durante 13 años, entre 1982 y 1995, en la sección Policiales en el diario The Baltimore Sun), Simon escribió varios libros de investigación hasta que comenzó a incursionar también como guionista en series como “Homicide: Life on the Street” (1993-1999).
Tras la miniserie “The Corner” (2000), su consagración llegó con “The Wire”, proyecto en el que trabajó otra vez con su colaborador de toda la vida, Ed Burns, y en la que participaron otros escritores de renombre, como George Pelecanos, Richard Price y Dennis Lehane. Sin embargo, este policial nunca fue un éxito de audiencia ni ganó premios importantes (recién sobre el final recibió un par de nominaciones al Emmy y fue distinguido por el sindicato de guionistas).
Así, Simon tuvo que esperar a otros proyectos -siempre asociado con HBO- como “Generation Kill” (2008), “Treme” (2013), “Show Me a Hero” (2015), “The Deuce” (2017-2019) y “The Plot Against America” (2020) para conseguir varios de los reconocimientos que en su momento le negaron a “The Wire”.
La experiencia de Burns como detective durante dos décadas en el área de Homicidios de la policía de Baltimore primero y como docente de colegio secundario después, y la del propio Simon como periodista habituado a recorrer las calles más oscuras de la ciudad hizo que “The Wire” alcanzara un realismo apabullante.
Más allá de que hay en principio un protagonista como el Jimmy McNulty de Dominic West, uno de los méritos de la serie es su estructura coral y la inmensa cantidad de notables intérpretes que pasaron por la serie: Idris Elba, John Doman, Deirdre Lovejoy, Wendell Pierce, Lance Reddick, Sonja Sohn, Seth Gilliam, Domenick Lombardozzi, Felicia Pearson, Michael B. Jordan, Amy Ryan y Michael Kenneth Williams en el papel de Omar Little, el personaje más complejo, contradictorio y fascinante de la serie.
Pero también formaron parte del elenco desde políticos hasta narcotraficantes reales que en muchos casos se interpretaron a ellos mismos en pantalla. Las miserias e internas en el seno de la policía de Baltimore, el uso de la vigilancia tecnológica en la denominada “guerra contra las drogas”, la relación con los informantes, la particular dinámica de un mundillo judicial que termina favoreciendo casi siempre a los poderosos, la vida en las calles, en esos barrios de degradados monoblocks donde conviven dealers y adictos o en el puerto donde impera el contrabando, la corrupción política y sindical, el racismo, las diferencias de clase, la problemática de la educación pública, la falsa promesa del sueño americano y el siempre controvertido papel de los medios de comunicación son solo algunos de los temas que aborda una serie que no necesita del vértigo, de la adrenalina ni de grandes escenas de acción para concitar el interés o generar suspenso y tensión (incluso puede ser considerada demasiado “lenta” para los cánones actuales).
Es un universo con su propia especificidad, su propia dinámica, sus propios códigos y sus propias reglas. «Sigue el camino de la droga y sabés dónde terminarás, pero sigue el camino del dinero y nunca sabrás hasta dónde llegarás», es una de las frases que se escuchan y que de alguna manera marcan el imprevisible rumbo de la serie.
Cada diálogo, cada mínima observación, cada detalle en principio intrascendente pueden alcanzar luego dimensiones y alcances insospechados en una historia que descree de la falsa dicotomía, del lugar común de enfrentar a héroes y villanos.
En “The Wire” nadie es del todo bueno ni del todo malo y una parte importante de los conflictos tiene su germen en las fallas sistémicas, estructurales, en la desidida institucional. Ese es el principal mérito de una serie que, más allá de su lugar de privilegio en una encuesta, merece ser recuperada o -aún mejor- descubierta por quienes nunca la han visto.