Para los fanáticos de la saga, Star Wars: The Bad Batch viene a cubrir un vacío argumental de las ficciones estelares: el arco de tiempo que va entre los eventos narrados en el Episodio III. La venganza de los Sith y el Episodio IV. Una nueva esperanza. Es decir, se conocen los sucesos que suscitaron la derrota de los luminosos Jedi y la caída de la República y luego, los de la guerra civil contra la dictadura encarnada en la siniestra Estrella de la Muerte. A su vez, la reciente The Mandalorian se ubica en el ocaso del Imperio mortífero. Pero faltaba contar los hechos y los personajes que se focalizaran en el advenimiento de los tiempos oscuros de la tiranía galáctica.
La serie animada diseñada por Dave Filoni parece dispuesta a pagar con creces esa vieja deuda a partir de un primer episodio titulado Aftermath que, por su inédita larga duración –70 minutos–, su cuidadoso nivel técnico y su ritmo trepidante remiten a lo mejor de una película de ciencia ficción, fantasía y aventuras.
Para los iniciados, es una nueva oportunidad para ser captados por la magia del perdurable universo estelar imaginado por George Lucas. Porque, en el mejor sentido pedagógico –y omitiendo el clásico prólogo que hizo célebre a la franquicia de “Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…”– la nueva entrega pasa directamente a la acción, la aventura y la presentación de los nuevos héroes de este lío, que parecen destinados a inaugurar una nueva mitología épica sin necesidad de conocer las otras.
Entre lo viejo, la República que no se termina de desintegrar, y lo nuevo, el autocrático Imperio de la muerte que no termina de emerger, soplan vientos de caos. Derrotadas las Fuerzas organizadas del Bien encarnadas en los Jedi… ahora, ¿quién podrá ayudarnos? La respuesta de Filoni a esa pregunta no podía ser más atractiva: un ejército de desobedientes sin causa.
Modificación genética
En efecto, el escuadrón de ovejas negras destinado a resistir a la opresión imperial es un quinteto de soldados modificados genéticamente con fuerzas extraordinarias para el combate bélico, pero con un defecto de base que los hace impredecibles: no les gusta seguir órdenes. Estos clones defectuosos, “que no salieron bien” porque parece faltarles una tuerca, parecen oficiar de los “locos” que necesita toda revolución para encender la mecha o ser metáfora reivindicatoria de los anormales de la sociedad. En esta nueva versión de la guerra de las galaxias, la desobediencia, la rebeldía y la diferencia –que puede tener múltiples lecturas– son explotadas como cualidades virtuosas y como el último reducto moral contra el terrorismo de los despotismos.
Presentados en el último arco de la trama de La guerra de los clones, la Fuerza Clon 99 o “la remesa mala” está conformada por Hunter, Trech, Wrrecker, Crosshair y Echo. Los clones acompañados de la pequeña y adorable Omega, con quien seguramente establecerán una relación paternal que tiene reminiscencias de la familia diversa del mandaloriano y el Bebé Yoda, prometen muchas aristas para darle larga vida a la célebre Fuerza y también algunos interrogantes: ¿sobrevivirán?, ¿qué pasará con ellos al final de la batalla?
Si todos esos recursos no fueran suficientes para captar a nuevas y viejas audiencias, el estreno de The Bad Batch fue precedido por la emisión de un corto de Los Simpson, uno de los pocos productos que pueden disputar a la saga galáctica el podio de la masividad y la perdurabilidad, titulado satíricamente El despertar de la siesta. Allí la pequeña Maggie se encuentra por primera vez con personajes icónicos del universo estelar. Así, apelando a una estrategia ya utilizada en otras ocasiones, el canal deviene un gran parque de diversiones semejante a Disneylandia donde los personajes del viejo Walt conviven con los numerosos y diversos personajes adquiridos a lo largo de los últimos años por la poderosa corporación.
Alternancia
Las dinastías Simpson y Star Wars comparten también la alternancia entre el conservadurismo y progresismo. La distopía familiar, la terca desobediencia de Bart y la vagancia e incipiente alcoholismo de Homero suelen ir de la mano del persistente triunfo de la familia nuclear americana expresado en los recurrentes happy end que no distan de las tradicionales comedias familiares. Según el contexto sociopolítico, las narraciones de las guerras de las estrellas oscilaron en la defensa de posiciones progresistas, la denuncia de la corrupción de las democracias republicanas o justificaron los orígenes de las maldades imperiales (¿Quién que tenga corazón no se compadeció de la tragedia de amor del bello Anakin Skywalker aunque haya devenido en el terrorífico Darth Vader?). En este sentido, la celebración de la rebeldía de la nueva serie puede ser leída en clave política como correlato de la promesa de un mundo mejor de la era Biden en medio de los desastres de la peste. Tampoco suena lejana a la memoria colectiva americana la postal del grupo de disfrazados –uno de los cuales evocaba ligeramente a Chewbacca– que, en repudio a la negativa de Trump de aceptar el triunfo demócrata, tomaron el Capitolio en enero de este año. Pero también puede ser leída como la utopía contraria: la apelación demagógica a la corrección política y el uso del pinkwashing –estratregias de marketing para ganar simpatias de comunidades LGTBIQ y otros grupos sociales discriminados– en estado puro.
La nueva entrega –compuesta en su primera temporada por 16 capítulos– fue estrenada el 4 de mayo, efeméride que muchedumbres de fans en el mundo erigieron como el “Día de Star Wars”. Curiosamente o no tanto, según algunas versiones remite a aquel día de 1979 en el que Margaret Thatcher asumió el poder y fue festejada por el Partido Conservador a través de una nota publicada en el London Evening News: “May the 4th Be With You, Maggie. Congratulations”, la cual derivó en un juego de palabras entre el clásico slogan “Que la fuerza (force) te acompañe” y “Que el cuarto día (fourth) te acompañe”. Quizás sean estas contradictorias polisemias las que posibilitan que, desde hace casi medio siglo, Star Wars sea un fenómeno de la cultura popular que atrapa a generaciones como guiado por los mismos astros donde se ubica la trama. «
Creador: Dave Filoni. Director principal: Brad Rau. Guionista principal: Jennifer Corbett. Todos los viernes se estrena un nuevo capítulo por Disney +.