“Urgente y necesario”, define al documental su director, Ernesto Fontán. Tarará es uno de los más importantes botones de muestra del espíritu que guió a los revolucionarios que entraron en La Habana el 1 de enero de 1959: “La patria es humanidad”, la frase tomada del líder por la independencia José Martí, se convirtió para ellos en una máxima de la que nunca dudarían más allá de cualquier contratiempo, incluso de los propios errores que los pudieran llevar, por momentos, a tener más fallas que éxitos.

Tarará fue un balneario de la oligarquía cubana durante la dictadura de Batista que la Revolución convirtió en un centro médico, de recuperación y recreación, dedicado especialmente a los niños. Allí empezaron a llegar, a partir desde 1990, en el comienzo mismo de lo que se denominó Período Especial (de grandes restricciones económicas que incluyó racionamiento de comida, debido a la caída de la Unión Soviética), primero decenas y luego centenas de niños ucranianos afectados directamente por el accidente nuclear de Chernobyl (26 mil hasta 2011). “Los cubanos siempre nos decían que no dan lo que les sobra, sino que comparten lo poco que tienen.” En el comienzo de Tarará, en una charla informal con los primeros llegados, Fidel Castro pregunta más o menos cuántos eran los niños que por el colapso de la URSS habían quedado sin atención médica: cien mil, le traduce alguien que no se ve en cámara, que toma a Fidel de perfil: “¿100.000?”, cabecea asintiendo Fidel. “Nosotros… podemos hacer algún esfuerzo”, tranquiliza.

“Cuando nos dijeron Tarará, la historia de los niños de Chernobyl, no había mucha información”, recuerda Fontán aquellos días de 2018, cuando buscaban un hecho solidario que reflejara la trascendencia de la Revolución en víspera de su 60 aniversario. “Incluso la gente militante no sabía mucho de esta historia. Yo particularmente no la había escuchado en mi vida, y creo que conozco bastante la historia cubana. Y no paramos un segundo en investigar y recolectar información para llegar a Cuba y saber a quién entrevistar. Nos llamó la atención esa decisión quijotesca de Fidel justo en el momento en que empieza el Período Especial en Cuba, que dura del 90 al 96. Porque era un programa de atención médica gratuita para los niños afectados por el accidente de Chernobyl -que además eran pobres-, y no entendíamos cómo habían hecho semejante gesto cuando económicamente no tenían nada. Y ahí conocimos lo que fue la grandeza de Fidel Castro, una explicación que no entra en una cabeza capitalista.” La atención incluyó la creación de una escuela con maestras y maestros que hablaran ruso para que los chicos pudieran mantener su escolaridad, viajes para conocer Cuba –para integrarlos a la vida de la isla–, llamadas gratuitas a la Ucrania natal (las comunicaciones eran caras, y más para la bloqueada Cuba) para que los niños que no habían podido viajar con padres o algún familiar hablaran con sus seres queridos.

Y sin embargo Tarará, si bien el más conmovedor, es sólo un botón de muestra de la Cuba solidaria que creó la Revolución. “Por eso contamos algunas otras historias, que están menos desarrolladas, pero forman parte de esa idea y de nuestra celebración por el 60 aniversario. Están los médicos que viajaron a Brasil a zonas de la Amazonía totalmente olvidada (mujeres cuentan la historia llorando ante lo que fue el momento de su partida) o los médicos en Zambia, de los que habla la hija de Ernesto Guevara y la hija de Retamar (que cuenta las primeras historias del HIV en África) o el proceso de alfabetización del que participó Silvio Rodríguez cuando tenía 14 años (uno de los testimonios a lo largo de todo el documental).

Y todo eso en medio de un bloqueo, que por su extensión en el tiempo y en cantidad de objeciones para comerciar con un país, el mundo moderno no tiene registro. “Dicho así a la ligera tal vez no se toma la dimensión que tiene. Y justamente a partir de esta historia de Tarará se acentúan más las instrucciones para que otros países no comercien con Cuba, ya que había caído la Unión Soviética (y se produjeron movilizaciones); lo mismo que hizo Trump antes de irse. Y eso es algo que podemos ver en espejo con las recientes movilizaciones que hubo en julio, donde la gente agobiada por los problemas económicos salió a manifestarse.”


Tarará

Dirección y guión: Ernesto Fontan. Idea Original y Entrevistas: Paola Renata Gallo Peláez. Jueves 30/9 a las 20.30 en el Centro Cultural 25 de Mayo (Av. Triunvirato 4444). También disponible en Cine.ar