Aunque no se considere de esa manera, Claudio “Tano” Marciello es uno de los guitarristas más legendarios de la Argentina. Al principio más autodidacta, luego más estudioso, al llegar a Almafuerte en 1995 (banda de la que fue socio fundador y estuvo hasta su separación, en 2016), ya su estilo se destacaba a fuerza de talento y carácter.

Hoy disfruta y hace disfrutar con su grupo CTM, que el 28 de diciembre llegará al Estadio Malvinas Argentinas para conmemorar la obra y el legado de Almafuerte.

–¿Tenés ídolos?

–A mí la palabra ídolo me suena a fanatismo. Entonces, como todos son humanos, cuando hacen algo que no te gusta pasarían a ser una mierda. Y no estoy de acuerdo con eso. Pero tengo guitarristas que me gustan mucho.

Eddie Van Halen.

–¿Cuáles?

–Eddie Van Halen, que para mí cambió la historia de la guitarra. Jeff Beck, que se mantuvo en la vanguardia hasta su muerte. Steve Morse, Frank Zappa, Gary Moore, Johnny Winter… Todos esos son muy buenos y tienen mucha personalidad.

–¿Ubicarías en el lugar de ídolo a Juan Moreira?

–No sé si de ídolo, pero Juan Moreira fue una película que se estrenó en 1974 y me mató. La fui a ver al cine de mi barrio, donde también vi a Invisible y me voló la cabeza: toda la obra de Spinetta es una biblioteca inagotable. Volviendo a Juan Moreira, la película me impactó muchísimo. Me pareció una obra increíble de Leonardo Favio, a tal punto que fui a Lobos, donde hay un museo en la que fue una casa de Juan Domingo Perón, y ahí tienen los facones, el trabuco y está el cráneo de Juan Moreira.

Leonardo Favio.

–¿Hubo alguna conversación que te haya marcado para siempre?

–Conversación creo que no, pero lo último que me dijo mi viejo antes de irse.

–¿Lo podrás contar?

–»Cuidá a tu madre», y cuando me vio entrar me dijo: “sos un ángel”.

Frank Zappa.

–¿Qué marca de zapatilla te hubiera gustado tener de chico y no te pudieron comprar?

–Adoraba los botines Sacachispas. Pero mi viejo murió en el 76, así que desde ese momento salí a laburar.

–¿A quién le mostrabas el boletín de la escuela?

–A mi vieja. Pero mi viejo estaba enterado de todo porque lo tenía que firmar. Incluso en cuarto grado, cuando me iba mal. Mi vieja me cubría. «Por favor, tratá de mejorar», me decía. Y cuando mi viejo veía el boletín decía: «¿Dónde está?». Y la cagada a pedos me la comía mal.

Johnny Winter.

–¿Qué es lo que más te acercaba a Ricardo Iorio?

–Bueno, obviamente que nos acercó todos los años que estuvimos tocando juntos, la música que hicimos. Con Ricardo tuvimos una etapa de  compañerismo amigote muy fuerte y después se distanció. Nos comunicamos meses antes de que falleciera, aunque de forma esporádica.

Jeff Beck.

–¿Qué era lo que más te gustaba de él y qué era lo que los distanciaba?

–Con Ricardo disfrutamos mucho, pero también nos carajeábamos, discutíamos… A veces hasta nos insultábamos. Al punto de que por momentos nos abríamos: cada uno se iba para su lado y después nos encontrábamos en el camarín o tal vez yo iba y le golpeaba la puerta de la habitación, o nos encontrábamos en el hall del hotel: “Ya está, loco”, le decía. Y él me respondía: “Bueno, está bien”. En otros momentos por ahí estábamos días enteros juntos, más en los primeros tiempos. Y cuando había algo que no me gustaba, me iba para otro lugar. Había cosas en las que coincidía y otras en las que no, y lo mismo le pasaba a él conmigo. Le encantaba cómo yo hacía las canciones, pero a veces me decía: “Che, Tano, esta canción no la entiendo”. Y eso de no entender para mí no era una ofensa. Entonces daba vuelta el tema o lo hacía con otro ritmo. “Ah, ahí me cierra ahora entiendo, ¡con razón!”, me decía.  «

CTM.

Ping pong con el Tano Marciello