El recorrido artístico de Sofía Rei expresa –saludablemente– una curiosidad y sed de aventuras singulares. A los 9 años formaba parte del Coro de Niños del Teatro Colón, más tarde se recibió de cantante lírica en el Conservatorio Nacional de Música hasta que –casi de la nada y a primera escucha– se enamoró del jazz de la mano de Bobby McFerrin. Rei suele tomarse todo muy en serio y en 2001 decidió viajar a Boston (EE UU) para estudiar en el New England Conservatory y conocer en profundidad el género que la deslumbró. Egresó con el título de maestra en Jazz e Improvisación, vive desde hace más de 20 años en Nueva York y su voracidad artística nunca se detuvo. Compartió grabaciones y shows con algunos de los más prestigiosos creadores de la escena de avant garde de EE UU –John Zorn, Maria Schneider y Marc Ribot, entre muchos otros–, pero paralelamente construyó una carrera solista que no se ciñe a las estructuras formales del jazz. Su último testimonio es Umbral, un disco en el que conjuga el formato canción y el vuelo instrumental, la tradición folklórica y la experimentación.

“Estoy muy feliz con el resultado del disco –confiesa desde Nueva York la cantante y compositora–. Es un trabajo que fui madurando durante años. Sabía que quería un montón de cosas y que no quería otras tantas, pero el gran desafío era llegar a una síntesis que incluyera y excluyera todo eso, y a la vez funcionara musicalmente con coherencia y naturalidad. Fue un largo proceso de prueba y error hasta dar con las canciones que queríamos. Creo que es la única manera de llegar a un resultado satisfactorio, sobre todo si uno busca algo distinto. La participación de JC Maillard fue fundamental en muchos aspectos. Empezando por el sonido, que nos demandó mucha búsqueda y funciona como la columna vertebral del disco”.

Umbral incluye siete temas: “Un mismo cielo”, “La otra”, “Escarabajo digital”, “Helvética 12”, “La caída”, “La quinta pata” y “Negro sobre blanco”. Propone un viaje construido a partir de una delicada alquimia entre sonidos milenarios, instrumentos autóctonos, eléctricos y sonidos procesados que acompañan la virtuosa y audaz interpretación vocal de Rei –que se multiplica en capas de sobregrabaciones, coros y audacias varias–. Este trabajo quizás sea el más sintético y preciso de su carrera solista, el que mejor articula su vocación experimental y la candidez reparadora del formato canción.

La marca de Rei también es fuerte en las letras, las cuales se desarrollan en un abanico tan amplio que va desde reflexiones existenciales a declaraciones tajantes de principios, pasando por una risueña crónica de un fallido cortejo digital –malogrado por horrores ortográficos seriales ejecutados por el pretendiente–. “Una de las letras que más me movilizaron fue ‘La caída’. Creo que es la que escribí más rápido. Todo surgió cuando un amigo tuvo un ataque al corazón… No se cuidaba, lo hablábamos y no había caso. Fue algo que nos sacudió mucho. Es una historia personal y al mismo tiempo una reflexión sobre nuestra fragilidad”, destaca la cantante y compositora criada en Liniers.

El disco nació de un viaje que marcó la sensibilidad y de Rei: “Fui al Valle del Elqui (Chile) en una especie de retiro solitario cero new age: quería sentir lo que subyace en esa zona y dejarme llevar. Fui con mi charango y mis looperas porque sabía que algo iba a componer, pero no me imaginé que la experiencia me resultaría tan movilizante. La naturaleza, la tierra, el agua, el silencio, la belleza cruda y la magia que se respira me atravesaron y marcaron definitivamente las canciones de Umbral”.

Pero no fue algo sencillo. Pasaron cinco años entre aquel viaje y la edición del disco. Mientras tanto, la cantante y compositora lanzó El gavilán (2017), un álbum en el que versiona canciones de Violeta Parra con su singular mirada y la compañía del guitarrista Marc Ribot (Tom Waits, Elvis Costello, Marianne Faithfull). Rei presentó las canciones de este disco en la Argentina a fines de 2017. “Estoy preparando todo para también presentar Umbral en Buenos Aires. Veremos cuándo y dónde, pero en breve lo confirmaré. No me quiero perder de ninguna manera ese disfrute”, confiesa.

Vivir en Nueva York pone al alcance de la mano una diversidad cultural difícil de encontrar en otras ciudades del mundo, pero también favorece muchos equívocos. Más allá de las dificultades, para Rei fue una oportunidad única que valora eternamente: “Hay mucha confusión, sí. Para la mayoría, ser argentina es ser igual a todos los latinos y por ende, me debería encantar bailar salsa y como frijoles (risas). ¡Pero yo soy del mate y el asado! (más risas). Más allá de ese tipo de confusiones y de otras, me encontré con músicos muy talentosos y también generosos, que me inspiraron e inspiran, y que quizás sin saberlo me ayudaron a buscar mejor dentro de mí y de la cultura donde nací para poder ser lo que soy ahora. Siempre me gustó desafiar los límites establecidos, pero desde hace un tiempo entiendo mejor de dónde vengo”.  «

UMBRAL-SOFÍA REI

  1. Un mismo cielo
  2. La otra
  3. Escarabajo digital
  4. Helvética 12
  5. La caída
  6. La quinta pata
  7. Negro sobre blanco