Falta cada vez menos para que Silvia Iriondo pueda coronar el largo periplo de su último disco, Pasionarias, con un concierto presencial en el Centro Cultural Kirchner junto a Cato Fandrich Horacio «Mono» Hurtado y Tiki Cantero. “Hace más de 15 años que surgió este proyecto”, dice sin pena ni letanía; muy por el contrario, está muy feliz de que lo que empezó a construir ante un descubrimiento distinto de Frida Kahlo, haya llevado el tiempo que llevó.
“Fui armando los textos de Frida con las imágenes en una carpeta y llevé el proyecto al Malba –rememora–. Creí que era el espacio ideal -y lo sigo creyendo- para presentar el disco porque ahí está la única obra de Frida Kahlo en Latinoamérica, que es Autorretrato con monos. Y hubo una serie de entrevistas y un recorrido un poco áspero, y finalmente no di con el resultado esperado, sobre todo por el tema de la impresión, que yo quería que fuera una impresión especial porque se trataba de las obras de Frida.” El rechazo dio lugar a seguir su camino por otro lado. Entonces apareció el proyecto de un disco producido por Egberto Gismonti. Al terminar, volvió “a la carga”, pero Mujeres Argentinas, a partir de una presentación en Tierra del Fuego con repertorio grabado por Mercedes Sosa, volvió a relegarlo. Enseguida la delicada situación de salud de Leda Valladares la lleva a pensar que era mejor hacerle un homenaje directamente y no tanto por medio de Pasionarias. Así que llegó Anónima, donde recopila “14 canciones elegidas por Leda misma”. Nada la hacía olvidar de Pasionarias, pero nada, tampoco, la hacía caer en la obsesión. Así que al llegar el ofrecimiento de un productor japonés para hacer un disco, le propuso Pasionarias: “Me dijo que no quería algo conceptual. Así que fue el turno Tierra sin mal y casi enseguida de Antiguo Rezo, ya que Juan Falú me pidió hacer un disco juntos”. Concluidos, como ella dice, volvió a la carga. “En esos años nos aceptan la propuesta en mecenazgo cultural y aparece el apoyo de La Corte -un espacio donde se hacen videos documentales y demás producciones fílmicas relacionadas con la cultura- para poder cubrir todo lo que imponía Pasionarias desde lo visual, que va acompañado con 40 páginas del librito que era muy importante.”
Con los años, el CD -y más su librito- fue perdiendo fuerza, incluso sentido, ante el avance decidido de la música en streaming. “Quería esta cosa del objeto, que mientras la gente va escuchando se va deteniendo en la obra, iba leyendo esos textos; quería ese recorrido, que fue el que a mí me surgió cuando fui leyendo las reflexiones de Frida, su diario íntimo, y fui descubriendo qué impresionante la empatía que hay entre estas mujeres: arman un rompecabezas, una mirada de la cultura americana muy similar. Y además está en sus vidas, con un recorrido muy similar, rupturista con la posición política dominante, contra todo lo establecido, una mirada respecto a lo femenino muy liberadora. Me encanta que se haya podido plasmar este libro en un momento donde no hay libros que acompañen un disco, donde no hay cuerpo físico en un disco. Cuando se plasmó tuve una gran emoción: sentía ‘qué lindo poder haber sostenido este deseo y que se haya podido concretar, más en una pandemia’. Las personas se van armando a través de la concreción de sus deseos.”
Deseos hoy en jaque: porque si la cultura es ese intercambio permanente con otros, el aislamiento que protege la salud física, afecta la del espíritu. Milenios de civilización precedidos de otros tantos de construcción de ritos, símbolos y arte, paralizados por algo menor a una célula: sin dudas va a ser un golpe duro de asimilar. “Creo que el modo es ir a conectar a las raíces más hondas de uno, donde uno va generando y gestando su decir, su mirada. Y desde ahí seguir construyendo. Pero es una construcción desde una soledad, no la del ir y venir. Sino más en la conversación de uno con uno mismo. El arte en realidad siempre es una construcción en soledad, si bien vienen preguntas de afuera; y la pandemia también es una pregunta que nos viene a preguntar muchas cosas, y es un silencio que viene a decir mucho más cosas que un movimiento o un ruido, que por supuesto existía antes de la pandemia. Con lo cotidiano, los compromisos, los hábitos uno va eludiendo esas preguntas que no tienen respuesta, y la pandemia te conecta con ese lugar, un lugar de mucha incertidumbre: no se sabe dónde uno va, cuál es el sentido, si esto sigue de alguna manera; las preguntas de la existencia. La pandemia evoca ese lugar que nos genera mucha angustia, ese lugar de incertidumbre que nos hace sentir sin rumbo.”
Pasionarias devuelve a ese lugar de protección y cobijo que es la cultura, a ese lugar de pertenencia. Y lo hace con Cato Fandrich en piano, Horacio «Mono» Hurtado en contrabajo y Tiki Cantero en batería y percusión. Que junto a Alejandro Ros, de cuyo talento salieron casi todas las tapas de los disco de Iriondo, forman el grupo de “compañeros de vida y de construcción y deseo: sin ellos nada de esto podría haber sido posible, así que a ellos mi más profunda gratitud”.