La constante y sostenida repetición de prácticas y pensamientos fue tan fuerte que lo mejor fue aceptarlo. Y tanto fue así, que todo eso se transformó en una obra que gira sobre una problemática hecha de puro valor conceptual.
En Rumiante, el último disco de Florencia Ruiz, la instancia de ese acto central –un hecho que podría entenderse como el de volver incansablemente sobre situaciones recurrentes donde siempre hay canciones, pensamientos o sonidos, entre tantas otras cosas– se transforma en el nervio, la discursividad y el motor ostensible de once nuevas canciones producidas por Mono Fontana (viejo estratega tecno en muchos de los mejores discos de Luis Alberto Spinetta) y (el exmiembro de los no menos tecnológicos Pornois) Sebastián Landro.
Tal vez por eso, la trilogía iniciática de tracks como «En el suelo», «El árbol da» o la apertura sensible de «Lugar Nuevo» describe una atmósfera donde flotan afirmaciones, preguntas y tensiones, pero por sobre todo construyen un espacio donde siempre mandan los climas de guitarras y sintetizadores. «Por más que suene a cosa demasiado dicha, este disco es especial para mí porque quería hacer algo que hablase de mi obsesión rumiadora. Es una fortuna haber contado con los dos productores que estuvieron conmigo porque esa compañía es la que me llevó a generar canciones que llegan a donde yo quería que llegasen», dice Florencia algunos días antes de la presentación formal de Rumiante, este viernes en el Centro Cultural Kirchner.
Sin embargo, llegar a contar con la ayuda de Fontana no fue fácil. Si bien haber tenido la colaboración de Landro es algo que se remonta en el tiempo, lograr que el extecladista de Spinetta tomase las riendas de una parte de la producción no fue algo sencillo. «Si bien con El Mono tocamos hace mucho tiempo juntos, nosotros nunca habíamos hablado formalmente de que se encargase de la producción de algunos temas o algo así… Hasta que se lo pedí. Él es una persona medio reacia a palabras o a términos como ‘producción’, ‘productor’ o similares. Pero finalmente fue lo que hizo en la mitad del disco», explica Ruiz.
Si cada nuevo disco tiene incertidumbres propias sobre cómo será recibido, en el caso de Rumiante esa expectativa fue rápidamente saldada cuando las canciones llegaron al público. «Siento que lo que hicimos fue muy bien recepcionado por la gente. Primero lo tocamos en septiembre pasado en el Teatro Margarita Xirgu y pude percibirlo, luego me fui a tocarlo a Japón y pasó lo mismo. Inclusive en ese país lo toqué con pistas pregrabadas, algo que es una novedad para mí. Tengo una formación académica y por eso toco mi música en vivo, pero me hice amiga de toda esa parte nueva gracias a un set en el que disparo secuencias. Pero cada vez que toco Rumiante en vivo siento que gano cosas, porque si así no lo hiciese sentiría lo contrario, perdería cosas, perdería una oportunidad. Además de lo social, compartir me da la chance de crecer de verdad. El disco en ese sentido es un espejo, pero hecho de a tres».
Ruiz no recuerda bien cuántos discos tiene editados. Una rápida cuenta, de la que tampoco está muy segura, le da una docena de álbumes que llevan su firma. Afortunadamente este nuevo pack de canciones fue editado con un logrado arte, algo que facilita el valor de la «experiencia» rumiante. «Quería editar este disco de forma física sin dudarlo. En lo íntimo me planteo siempre muchas facetas con cada nueva cosa que voy a publicar. Esta vez, lo primero que quería era trabajar con la palabra. Soy una persona sencilla y sociable, pero para hablar de cosas me cuesta mucho. Entonces hablar de lo que significaba el rumiar podía ser muy vasto, así que eso me llevó a pensar en la gran marea de información que existe en nuestros días. A su vez quería saber qué espacio podía tener mi música, sobre todo porque no tengo ningún aparato de publicidad, ni nada parecido. En definitiva, quería que esas cosas que me obligan a rumiar llegasen a la palabra». «
Florencia Ruiz presenta Rumiante junto a Sebastián Landro y Juan Carlos «Mono» Fontana. Viernes 24 de mayo en el Centro Cultural Kirchner, Sarmiento 151.