Terminó la temporada inicial de la primera serie de ficción de National Geographic, hasta el momento un canal sólo dedicado a documentales o docuficciones sobre temas históricos, casos paradigmáticos, hipótesis de la evolución de la Tierra, la vida orgánica y sobre la vida de los animales. Lo que en su nacimiento y posicionamiento estaba marcado por la especialidad, ahora es ganado por lo híbrido, en un nuevo paso hacia la convergencia no sólo hacia la interconexión de los contenidos, sino hacia una nueva forma de conocer y de transmitir ese conocimiento.
La primera temporada de Genius estuvo dedicada a Albert Einstein, el mago de la física que tenía como una de sus frases de cabecera que la imaginación es más importante que conocimiento. Creada y producida por Kenneth Biller, Noah Pink, Brian Grazer y Ron Howard (casi un experto en esto de retratar personajes de acción intelectual), protagonizada por Johnny Flynn (el joven Einstein), Geoffrey Rush (el viejo Einstein), Emily Watson (su última mujer) y Samantha Colley (la científica Mileva Marić y su primera esposa), la serie recorre todos los tópicos de la vida del gran físico, en base a la biografía de Walter Isaacson, Einstein, su vida y universo, y de otros libros que dieron cuenta de su vida.
Varios aspectos destacan a la serie, que si bien está hecha para un canal de cable, tiene el horizonte de un canal generalista: que la entienda todo el mundo. Eso no le quita destreza narrativa ni le aporta vulgaridad. Muy por el contrario, copiando el estilo de quien retrata, la serie consigue su propio equilibrio entre el drama y el humor, la ironía y la tragedia de un físico descomunal, que tuvo que atravesar dos guerras mundiales y que encima sufrió persecución por su origen judío.
Sin embargo, tal vez su mayor acierto sea darle la perspectiva que siempre ofrece sobre las vidas y los hechos el paso del tiempo. Sin juicio pero tampoco sin condescendencia, la temporada Einstein de Genius ofrece a un personaje con fuertes características misóginas, pese a todo el progresismo confeso, su internacionalismo y su militancia pacifista. Einstein no pierde oportunidad en relegar a las mujeres que lo acompañan y que tanto hicieron porque fuera el genio que fue. En particular a Mileva Marić (primera mujer en ser aceptada en el Instituto Politécnico de Zurich, donde el mismo año ingresaba Einstein), cuyo aporte a la relatividad especial (1905) es ninguneada por Einstein al momento de presentar su paper, en el que sin embargo reconoce el aporte de otro colega, varón. Y eso en cuanto al desprecio intelectual, hubo otros que incluyen las costumbres de la época, que lo igualan con el resto de sus colegas, con mujeres dedicadas al éxito de su marido. El problema no es formar parte de un espíritu de época -eso le pasa a cualquiera-, sino cuestionarlo sólo en lo que conviene al propio interés, y ese resultó el caso de Einstein, justificado en la necesidad del desarrollo de la ciencia.
Así, bien focalizado en su vida científica e íntima, Genius/Einstein se convierte en un buen retrato de las costumbres de época de un campo, el científico, que ganaba autonomía respecto a los poderes tradicionales como la política, la religión y la economía.
Con 45 millones de espectadores para su último capítulo -el mejor desempeño en la historia de la señal-, el siguiente genio será Pablo Picasso, y tendrá como productores a Brian Grazer, Ron Howard, Francie Calfo y Gigi Pritzker, aunque no se sabe quiénes serán los protagonistas. Y si el éxito continúa, habrá que ir pensando en nuevas formas de aprendizaje de la historia para las generaciones que harán la historia del siglo XXI.