Inquieta, obsesiva, trabajadora: Roma Ramírez rara vez se detiene. No parece haber virus o pandemia capaces de eclipsar su necesidad vital de hacer. La cantante comenzó su recorrido profesional desde el jazz, se metió de lleno en el tango, abrazó con enorme entusiasmo el folklore y hasta se permite excursiones por el mundo de los boleros. No se trata de voyerismo de género ni de aventuras superficiales. Ramírez se lanza a esos caminos luego de una fascinación natural, pero sobre todo después de zambullirse con dedicación en la historia de cada uno de ellos para después interpretarlos a su manera.
La cantante lanzó casi en paralelo a la pandemia Canciones criollas del Río de la Plata, un trabajo edificado a partir de una investigación sobre el rico repertorio de estilos pampeanos, milongas, valses criollos y vidalitas. La lista de compositores –muchos de ellos postergados en la historiografía oficial– incluye a Rodolfo María Giménez, Arsenio Aguirre. Saúl Huenchul/María Eva Cardoso y Osiris Rodríguez Castillo, entre otros. El coronavirus impidió la presentación que el disco merecía, pero el registro se destaca desde la interpretación de Ramírez –de gran técnica y mucha sobriedad para administrarla– y el ubicuo acompañamiento en guitarra de Néstor Gómez. Mientras tanto, Ramírez aprovechó para estrenar algún bolero en las redes sociales y avanzar en nuevos proyectos.
–¿Cómo y con qué criterio armaste el repertorio de Canciones criollas del Río de La Plata?
–Fue el resultado de una proceso muy personal. Empecé por buscar autores y obras de nuestra región porque era el folklore que me interesaba rescatar y versionar. Me sumergí a la búsqueda de géneros casi desconocidos de nuestro cancionero argentino. Como pauta primera busqué vidalitas, cielitos, tristes, mazurcas, pajarillos, prados, triunfos, resfalosas, huellas, etcétera. Me llevó varios meses sólo el proceso de escucha y selección. Me facilitó mucho el trabajo que Antonio Rodríguez Villar (presidente de la Academia Nacional del Folklore) me regalara dos libros de su autoría: Antología de la canción criolla Vol I y II, con recopilaciones muy valiosas de obras argentinas que no se encuentran en internet. Luego, en el momento de selección, también me basé en lo que un cantor jamás puede descuidar: el universo que conlleva ajustar una obra a su propia voz y estilo, esa búsqueda de las melodías que te permiten plasmar todos los elementos técnicos vocales con soltura y relajación, para así también poder interpretar con la carga emotiva que requiere cada obra, y paralelamente, que las poesías me identificaran o me conmovieran desde algún punto.
–¿Cómo surgió la idea de armar un dúo con Néstor Gómez?
–Con Néstor toqué por primera vez en el homenaje a Nelly Omar al cual me invitaron a participar acá en La Plata. Sentí la comodidad y respaldo que de alguna manera te da el acompañamiento de un músico tan definido y seguro como él. Lo convoqué por ser un músico que sigue una línea similar a la mía en cuanto al historial musical. Néstor, como yo, ha pasado por el jazz, el tango, la música brasileña y el folklore, y acompaña como a mí me gusta que me acompañen. A mí consideración, es uno de los mejores guitarristas del país y un gran acompañante. Siempre tuve en claro que no quería hacer este repertorio con un guitarrista dedicado de lleno al folklore sureño porque no habría contraste alguno con otros discos ya existentes del género.
–¿Cantar acompañada por una guitarra es más difícil o más fácil que con un quinteto de tango?
–Es distinto. Quizás lo que a veces se traduce como volumen tiene que ver más con la energía que se mueve en un quinteto, el grupo te lleva un poco a empatarlos energéticamente para que se logre una verdadera fusión y claro que en ese proceso se modifican aspectos vocales. Con la tecnología de hoy día el cantor no debería tener que modificar ni su volumen, ni su intensidad. Los instrumentos deberían siempre acoplarse a la voz para realzar la historia cantada. Lo que me puede resultar más dificultoso es el aspecto rítmico y lúdico que se da muy diferente en ambos casos. Un guitarrista me acompaña, sigue mis tiempos y mi juego al frasear, en cambio lo que se hace con el quinteto está escrito para respetarse como el director lo ideó.
–Te conocimos como cantante de jazz, después de tango y ahora de folklore. ¿Cómo viviste ese recorrido?
–Siempre viví todos mis procesos musicales muy abierta y relajadamente, es decir, dejé que lleguen y sucedan naturalmente. Todos los cambios que viví se debieron a mi evolución interna y a la ayuda de músicos que me llevaron a madurar en esto, porque quizás vieron que tenía otras cosas para dar antes de que yo pudiera descubrirlas por mi cuenta. La música no es una carrera ni una competencia. No lo vivo como si tuviera algo que alcanzar o lograr, sino como una extensión de mi persona por ser una expresión nata, por eso nunca tuve demasiado prejuicio en cambiar de un género a otro si eso me llevaba a crecer y encontrarme cada vez más. Por otro lado, siempre renegué de ciertas cosas de la profesión. En un tiempo viví críticamente esta cuestión de tener que corromperme para encajar, vender, o ser más escuchada, pero claramente no podes vivir con esa presión, una vez que comprendés el juego de la industria musical tenés que elegir que camino recorrer, si ser fiel a vos misma o a lo que venda.
–¿Estás preparando algún nuevo proyecto?
–Sí, varios. Omar Moreno Palacios me armó antes de esta situación un trío de guitarras que me acompañará en un repertorio tanguero y folklórico. En segundo lugar estoy terminando de organizarme con todas mis composiciones, pensándolas para un disco futuro o dos, no sé en qué tiempo será, porque tengo una gran cantidad de canciones acumuladas de muchos años sin ver la luz. En tercer lugar estoy con un disco de boleros, son todos temas míos con la colaboración de Ramón Córdoba, guitarrista jujeño, más adelante veré que instrumentos incorporo. El otro proyecto es un disco soñado con música del altiplano, folklore norteño y boliviano con charango, quenas, sikus y todo ese mundo que me enloquece. Y por último, la idea de sacar dos discos sureños más. Con toda la búsqueda de repertorio que he hecho para el primero me quedó material para hacer un Canciones criollas del Rio de la Plata dos y tres. Es mucho trabajo el que hay que hacer, me entusiasma tener los caminos definidos y saber donde seguir poniendo mi energía.
–¿Cómo estás viviendo la pandemia desde lo personal y lo profesional?
–La pandemia es una gran transición para el mundo, es la posibilidad de que todo se replantee, se me hace imposible ver este virus como algo malo. Yo lo estoy viviendo como un proceso muy enriquecedor, como una gran oportunidad, tratando de no ceder ante lo negativo y el sufrimiento porque con eso no se construye absolutamente nada. Creo que el virus es una gran posibilidad para darle un fuerte golpe al sistema y empezar a independizarnos un poco de todas las porquerías que nos venden y de las cuales somos dependientes. Es tiempo de despertar espiritualmente y comprender que somos energía además de seres en busca de sustento y comodidad. Profesionalmente si bien lamento como se frenaron las presentaciones en vivo y los ensayos, además de las clases personalizadas de canto, me ha servido mucho para crear y seguir puliendo aspectos interpretativos y componer mucho.