Ricardo Darín entra por la puerta grande del Festival de Cannes, inaugurándolo con uno de los films más esperados del concurso: Todos lo saben, del iraní Asghar Farhadi, donde el argentino está en compañía de la pareja símbolo del cine español, Penélope Cruz y Javier Bardem.
Farhadi ya fue premiado en Cannes hace dos años al mejor guión y la mejor interpretación masculina por El cliente y en 2013 a la mejor actriz a la argentina Berenice Béjo por El pasado, ganador del Oscar al mejor film extranjero en 2012 por Una separación, por lo que es dudoso que Todos lo saben le depare a Farhadi esa Palma de Oro que le huye constantemente.
Porque a pesar de un guión esmeradamente escrito y arquitectado, como es su habitud, y una espléndida interpretación coral, su nuevo film no posee esa universalidad y esa capacidad de identificar al espectador con la historia, que caracterizaba a sus películas anteriores.
Porque Todos lo saben es un policial matizado con temas importantes como la paternidad, los rencores familiares, los intereses creados, el racismo y la explotación de los inmigrados que empero no son más que eso, matices.
A un pintoresco pueblito a 80 kilómetros al norte de Madrid, llega Laura (Cruz) con sus tres hijos para celebrar la boda de su hermana menor. Hace años que vive en Argentina donde se fue vendiendo sus tierras al que fuera su amor de juventud, Paco (Bardem), y casándose con un industrial (Darín) que está pasando por un mal momento financiero.
Todo es jolgorio y alegría hasta que la hija mayor de Laura, Irene (Laura Campra), es secuestrada en medio de la fiesta y por su liberación los raptores piden 300 mil euros, una cifra fuera del alcance de Laura y su marido, pero no de Paco que posee un viñedo importante.
A medida que se desarrolla la acción, secretos de familia inconfesables salen a relucir, colocando cada personaje de frente a sus responsabilidades.
Fotografiada en magníficos colores por José Luis Alcaine, el iluminador habitual de Pedro Almodóvar (que en un principio iba a producir la película), el film es la prueba fehaciente de la ductilidad profesional de Farhadi, capaz de dirigir a actores en un idioma que desconoce, pero que no agrega nada a su corta pero excepcional filmografía.
Darín descuella en un rol a veces ingrato (tiene un par de diálogos que solo él es capaz de salvar del ridículo) y se mide a la par con Bardem y Cruz que llevan casi todo el peso de la acción y que deben cambiar registro de actuación a mitad de película, secundado por un elenco de jóvenes, bellas y talentosas actrices como Bárbara Lennie, Inma Cuesta y Sara Sálamo y del formidable veterano Eduard Fernández.
Mi personaje es un hombre que se abraza a una fe que lo ha rescatado en el pasado y que confía, irracionalmente tal vez, que pueda salvarlo también en esta ocasión cuando su hija ha sido secuestrada, declaró Darín en la primera conferencia de prensa del festival.
Para este papel he trabajado palmo a palmo con el director y con todo el equipo lo que, unido al hecho que vivíamos todos juntos en el pueblito donde transcurre la acción, no hizo más que facilitar mi tarea, agregó.
Cuando hago una película fuera de mi país, lo primero que hago es encontrar puntos de contacto entre mi cultura y la del país donde filmo declaró Farhadi pero esta vez no pasó como con El pasado cuando escribí el guión sin saber quiénes iban a ser los actores. Esta vez me había encontrado con Javier hace 5 años en Los Angeles y con Penélope poco después en Madrid y lo escribí pensando en ellos y luego en Darín, de quien sabía ya todo su talento.
Yo creo que las emociones y los sentimientos son universales y comunes a toda la raza humana, lo que cambian son solo las maneras de expresarlos y el cine tiene esa posibilidad de subrayar esa proximidad de actitudes que nos caracteriza, agregó.
Todos los finales de mis películas son abiertos porque quiero que una vez terminada la proyección se abra una nueva historia para el espectador y mi ilusión es que mis personajes sigan viviendo en la mente de las personas que han asistido a su historia, subrayó.
Y añadió: espero haber hecho una película muy española con una óptica muy iraní y en eso sigo la enseñanza de Abbas Kiarostami para quien la puesta en escena debía desaparecer en beneficio de la historia, porque lo que importa es la obra y no el artista.
Penélope Cruz no oculta su admiración por Farhani: Hace dos años vino a vivir a España para aprender el castellano y a retener como una esponja todo lo que veía. Es un hombre muy humilde que pregunta y sabe escuchar y eso lo vuelve diferente de la mayor parte de los directores con los que he trabajado.
Cuando tenía veinte años confesó la actriz me torturaba para entrar en el personaje, hoy sé perfectamente lo que es trabajo y lo que es realidad y paso tranquilamente de uno a otra.
Esta es una de las películas más españolas que se han hecho en toda la historia de nuestro cine, aseguró Bardem, que abraza todo el tiempo a su director y hablando de la película y de la situación política en general afirmó: El honor mal entendido nos conduce al error y no nos lleva a ningún sitio. Si nos olvidamos del honor es más probable que comprendamos a las otras personas.
Finalmente, Farhadi expresó su deseo de que las autoridades de su país permitan a su colega y compatriota Jafar Panahi (a quien le fue retirado el pasaporte y el permiso de hacer cine) viajar a Cannes para presentar en concurso su nueva película, Tres caras.
Siento un profundo respeto y admiración por Panahi que en todos estos años ha sabido resistir pasivamente a las decisiones de las autoridades de mi país y espero sinceramente que se le permita viajar a Cannes para afrontar la mirada de un público que hasta ahora le ha sido negada.