El próximo 6 de octubre el rapero, escritor, artista y próximamente conductor de radio conocido como Rayden volverá a la Argentina en el marco de su gira despedida: Quiero que nos volvamos a ver por última vez, que construye el fin de su carrera solista, al menos en los escenarios. “Siento que la motivación para terminar la carrera en solitario es que todo lo que tenía para decir yo solo, ya lo he hecho”, afirma desde su España natal quien llegó a Madrid hace 38 años (en 1985) como David Martínez Álvarez. “Cuando llega esa sensación uno la abraza, intenta mantenerse, vivir de esa vigencia y tirarse 20 años de tour replicando las mismas canciones de siempre, pero yo siento que he llegado a un punto donde quiero nuevos retos. No descarto el día de mañana con un grupo, con una banda de varias voces empezar de cero y otra vez a trazar el reto y tener nuevos sonidos y nuevas cosas, pero de momento en solitario todo lo que tenía que contar ya lo he hecho, así pues con mucho gusto, alegría y satisfacción saber cerrar ese ciclo.”
Además de estar metido en una nueva novela (la última fue El acercamiento de la mujer cactus y el hombre globo), tiene un ofrecimiento para conducir un programa de radio tradicional que comienza en estos días (“mi única experiencia fue como entrevistado”), algo que por ahora considera suficiente. “Será para abrir palabras abstractas y emociones, que todo el mundo ha sido (después de la pandemia) un poco viudo de todas esas palabras, de lo que significaban para nosotros.” Y es que Rayden, que siempre ha estado jugando con las palabras y los senderos que tienen para abrirnos, encontró luego de la pandemia eso, que las palabras nos han dejado viudos y viudas, o sea que a su manera se han muerto. En su arte, La victoria imposible.
“Sin la pandemia este disco no hubiese salido. Pero en el momento en que hemos salido de la pandemia y vimos que el significado que nos servían para las mismas palabras de siempre ya no nos servían, pues me dio la idea de hacer La victoria imposible, un disco que entra en debate con todo el discurso que había tenido hasta entonces. Sin cambiarlo y sin negarlo, pero pudiendo discutirlo y acuñar y renombrar palabras de toda la vida.”
-Si no nos queda la palabra, ¿qué nos queda?
-El silencio (lo dice después de un breve pero marcado silencio). En los tiempos que corren de tanto estímulo saber cuándo mantener el silencio, saber cuándo tienes que responder a una pregunta con un no sé, no tengo una opinión formada, me parece que es lo mejor que podemos hacer por respeto a la palabra.
Rayden también deja lo que llama “una vocación orgánica”, la única que conocía hasta que no descubrió la novela. “Empecé con mis amigos como hobby y cuando me quise dar cuenta ya estábamos sacando maquetas y luego discos.” Claro que se puede especular que esa vocación orgánica continúa en la escritura como una nueva etapa: escrita en novelas, hablada tan etérea como contundente en la radio. “Siempre que hablo de esto digo que el mayor reto es la novela. Muchas veces tienes momentos de lucidez, de estado de gracia en el que enlazas cuatro frases y haces un estribillo coreable: un coro que vas a las salas y todo el mundo agota entradas para mirarse y poder corear ese estribillo que va a llegar. Creo que ese punto de estado de gracia en una novela lo tienes que mantener en cada página, y en cada página se establece como un túnel del minero del que tienes que conseguir salir, y que si vas con un periquito, cuando salgas, siga vivo.”
Con más de 20 años de carrera y siete discos, luego de una gira con la que recorrerá toda España y algunas ciudades de Latinoamérica (que en Argentina también incluirá Rosario) y de la que todavía falta un año para que concluya, el artista dejará los escenarios de forma indefinida. “Veremos qué pasa cuando esté más cerca del final. Por ahora sólo he pasado la línea roja de los 365 días y empiezo la cuenta regresiva”, ríe. “Sentí un vértigo muy bonito.”
No deja de ser todo un símbolo que el artista que hizo de las palabras su música (antes de la aparición del rap acaso habría sido imposible que un tema musical se pudiera hacer con pocos acordes, al menos alguno que hiciera mover a las masas) tome la decisión de dejar las escenarios, de pasar a otros modos de la palabra, incluso a lo que aporta tanto a su sentido como el silencio. «Creo que cada generación necesita las cosas más directas, más filtradas. Y eso tal vez tiene que ver con el número de acordes -con uno, dos, tres acordes te mantienen toda la canción y ya no hacen falta esos acordes imposibles-, canciones sin estribillo y todas estas cosas, pero esto tal vez también tiene que ver con la repentina que tiene cada generación. Tengo un hijo de 7 años y ahora lo estoy empezando a convencer para ver películas de más de una hora: antes eran capítulos de 9 minutos y pará de contar. Si esto lo extiendes a una generación audiovisual que todo el mundo intenta contar su vida a todas horas en menos de 15 segundos, son personas que tienen mucha capacidad de comunicación pero poca retentiva. La música es igual a lo mejor. Son épocas diferentes, ni mejores ni peores Y al igual que en los 80 había esas cajas reverberadas imposibles (ríe), pues ahora hay esa voz unificadora que a lo mejor puede ser el autotunes, que me parece que es como un instrumento que aunado y ha equilibrado la balanza, y el día de mañana será otra cosa. A mí me encanta estudiar las trayectorias, ver adónde nos lleva cada cosa.”
-¿Y cómo te está yendo en eso con tu hijo?
-¡Muy bien! En cuanto creas un espacio en el que poder hablar con él y él contigo empiezan muchas cosas. Y justo cuando hablas es cuando se desbloquean cosas.
Rayden
Quiero que nos volvamos a ver por última vez. Viernes 6 de octubre, 20 hs, Niceto. Entradas anticipadas a la venta por sistema Passline.