Necesitábamos música. Necesitábamos amor, buenas noticias y aires de libertad. Necesitábamos arte. Es por eso quizá que la salida de Random es una brisa de belleza imprescindible en este pesado, denso y caluroso febrero.
En los primeros días de este segundo mes de 2017, apareció La máquina de ser feliz, el corte de difusión. Como pasó con Chipi chipi a mediados de los 90, los primeros acordes, las primeras palabras de la canción, ya transmitían que se trataba de algo distinto, de un punto de inflexión con delicadeza musical, con rasgos rockeros y profundidad muy Charly García. Reminiscencias de otras épocas de su autor, mezcla de La hija de la lágrima y Cómo conseguir chicas, todo eso se reconoce en Random. En los diez temas que integran el disco, Charly recupera su más refinado costado musical y sus más grandes influencias. Pasa por Chopin, por los Beatles, juega con sus mismos comienzos, se va hacia algunos sonidos propios de una Amy Winehouse en su plenitud y vuelve a ser García.
«Ella es tan Kubrick», es el segundo tema del disco, con fuerza en los teclados e impacto en las letras que condensan las simpatías del músico con el cine. «¿Saben quién es Kubrik?, deberían averiguarlo», dirá después desde el video producido para saludar a la prensa invitada a la escucha del disco, que se realizó el miércoles 22 en Sony.
De ahí se sucede la magia. Un banjo logra -como pocas veces ocurre dentro del rock-, encantar. «Primavera» se presenta en el listado de temas como un preanuncio personal, «porque estaré pronto a renacer, porque hoy yo estoy más joven que ayer». Y esa es la clave del García de Random, la modernidad poética y musical que transcurre en todo el disco. Condensa novedad, originales formas de asumir la canción rockera y una inteligente manera de transmitir la influencia.
Hay canciones hermosas, logradas, acabadas como el pegadizo corte de difusión, o como la bonita «Lluvia», donde se encuentra al mejor Charly. El disco sigue con «Rivalidad», «Otro», «Believe» (logradamente Beatle de principio a fin), «Amigos de dios», «Spector» y «Mundo B»; y está inserto en la era Say No More porque, por momentos, hasta parece un hijo de La Hija de la Lágrima. Y está impregnado del García de todas las épocas, porque reúne lo mejor de él, que comienza con la interpretación del piano, pasa por la voz dulcemente arrastrada, se acomoda en los rasguidos exactos de las guitarras y en la (extraña) precisión de los loops.
El arte de tapa está basado en óleos, dibujos y trabajos plásticos del mismo artista con fotos de Nora Lezano.
Charly está en escena nuevamente, Charly es la máquina de ser feliz. «