Ópera prima del guionista y director Yuval Delshad, ganadora del premio a Mejor Película de 2015 de la Academia de Cine de Israel, algo que la habilitó a ser representante por ese país al Oscar extranjero. Su mayor logro es de producción: se trata de un film hablado principalmente en persa, idioma de origen de la familia iraní protagonista, radicada en Israel desde los años 80. Una forma, de parte del cine israelí, de mostrar que la cultura y el arte admiten la diferencia, y eso los hace permeables a una tolerancia que el poder político acostumbra menos. Una forma, también, de obturar la posibilidad siempre asociada al arte de que lo imprevisible suceda: esa autoimposición hace olvidar que los 80 no son los 2000.
La historia remite a la relación entre Yitzhak (Navid Negahban), rígido padre de un niño de 13 años llamado Moti (Asher Avrahami), heredero del criadero de pavos erigido por su padre (Rafael Faraj Eliasi), quien convive junto a ellos y la mujer de Yitzhak y madre de Moti. La relación entre padre e hijo está marcada por la transmisión cultural a través de la profesión o actividad laboral, poco se mete en usos y costumbres heredados de sus ancestros, aunque aparezcan escenas referenciales.
Como cualquier chico de cualquier lugar del planeta lo que quiere es ganarse la vida con una actividad distinta al padre. Además de un acervo de fácil refutación, los trabajos y profesiones suelen ser el epicentro en el que se manifiesta una disputa que tiene que ver con el conflicto que siempre genera lo nuevo por venir y lo viejo que no quiere morir; y esas disputas son más bien generacionales, y por lo tanto sociales. A eso el film le esquiva todo el tiempo.
Así, por ejemplo, la escena de la escuela en la que el padre, prepotente, hace retractar al maestro que había castigado a Moti, tiene como único objeto mostrar el autoritarismo amoroso del padre (lo obliga a seguir cuidando pavos pero lo defiende ante el maestro) y así justificar la relación con el hijo.
La película escala en la agresión del padre al hijo con escenas que alejan de la comprensión de los miedos y dificultades que a cualquier progenitor le generan la crianza de un hijo en un mundo que ya no es el que aprendió de chico, que ha cambiado mucho y que en consecuencia no está tan preparado para ayudar a sus hijos en las dificultades que se le presentan.Y en ese subrayado permanente, aunque pretenda lo contrario, el film conduce a un obvio corolario.
Querido papá (Baba Joon. Israel, 2015). Guión y dirección: Yuval Delshad. Con: Navid Negahban, Asher Avrahami, Fariborz David Diaan, Viss Elliot Safavi y Rafael Faraj Elliasi. Duración 91 minutos. Apta para mayores de 13 años.
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