La entrada principal de la Biblioteca Nacional se convirtió, al menos por un rato, en Macondo. Si bien no hay similitud alguna entre la estructura brutalista de este impactante edificio creado por Clorindo Testa con el pueblo caribeño de vegetación frondosa imaginado por Gabriel García Márquez, Netflix armó ahí una llamativa puesta en escena para presentar su serie Cien años de soledad, con fotos de las locaciones, del rodaje y una decoración ad hoc. Pese a las diferencias, la alquimia funcionaba. De hecho, ese gliptodonte de hormigón que mira al Río de la Plata bien podría haber sido la criatura más extravagante en salir de la novela. Quizás sea algún pariente perdido de los niños con cola de cerdo.
Con la pompa que acostumbra a lanzar sus productos grandes, Netflix dio algo así como el puntapié inicial a lo que será un desembarco de grandes producciones latinoamericanas por parte de las plataformas de streaming. No son los únicos. En paralelo, Prime Video y Max tienen series ya estrenadas o que se verán dentro de poco. Se trata de una apuesta importante para terminar de construir algo que el cine nunca pudo lograr: una industria audiovisual latinoamericana, con fluidos intercambios entre los diferentes países y las distintas culturas de este continente.
Si bien las plataformas vienen produciendo series y películas en la región hace ya varios años, aquí parece explotar con todo un formato que trata de saltar fronteras gracias a títulos y personajes que buena parte del continente conoce: algo así como la utilización a fondo de las Propiedades Intelectuales (conocidas como “IP”, por su sigla en inglés) de América Latina. Hay adaptaciones de las novelas más célebres del realismo mágico, pero también hay ciencia ficción made in Argentina, animación con personajes famosísimos y hasta biografías de estrellas del deporte. Y durante los próximos meses las plataformas las sacarán a la luz todas juntas.
Streaming y realismo mágico
La que dio el puntapié inicial no fue Netflix sino Max, la plataforma del grupo Warner Bros. Discovery, que estrenó el domingo 3 los dos primeros episodios de la miniserie Como agua para chocolate, basada en la novela de 1989 de la mexicana Laura Esquivel. Esta historia de amor, sexo y comida en el México profundo durante los años de la Revolución ya fue llevada al cine en 1992 en una exitosa versión dirigida por Alfonso Arau. Los responsables de la nueva adaptación, producida por Salma Hayek, han extendido su trama a seis episodios y presentan la historia de Tita –la mujer que no puede casarse por una tradición familiar, pero que opera en la vida de los demás gracias a sus artes culinarias– de un modo apto para estos formatos: prolija y cuidada desde lo formal y un tanto simplista en todo lo demás. Es algo así como una telenovela revestida de prestigio que trabaja, en segundo plano, una reivindicación de la lucha de las mujeres contra el patriarcado en ese país.
El segundo estreno del ciclo “Realismo Mágico” sí es de Netflix pero se acerca más al cine de autor que a la gran producción marketinera. Se trata de Pedro Páramo, adaptación cinematográfica de la clásica novela de 1955 del también mexicano Juan Rulfo de la que se hizo cargo, con todos los riesgos que implica, el director de fotografía Rodrigo Prieto, famoso por sus colaboraciones con Martin Scorsese, Alejandro G. Iñárritu y Greta Gerwig, entre otros. Los riesgos pasan, más que nada, por el desafío de adaptar un texto muy complejo para ser llevado al cine: por su estructura y sus formas poéticas, la novela que cuenta el viaje de Juan Preciado para encontrar al padre que jamás conoció, puede considerarse poco menos que infilmable. Y si a eso se le suma el ojo crítico que le pondrán los especialistas en la obra del autor, la complicación se multiplica. Pero Prieto, en su primer film como director, logra el milagro de no traicionar las formas atemporales del texto (que va y viene en el tiempo casi sin avisar, además de circular entre los vivos y los muertos) y salir ileso del desafío. Es una adaptación fiel y respetuosa, que funciona muy como complemento y homenaje al clásico libro.
Realismo deportivo
El siguiente impacto que buscará generar Netflix se llama Senna y el título lo explica todo. Ya no estamos ni en la literatura y mucho menos en el realismo mágico, sino en la hoy recuperada pasión por la Fórmula 1. A estrenarse el 29 de noviembre, la serie brasileña es la más cara jamás filmada en América Latina y presenta, a través de seis episodios, la corta pero fascinante vida del gran corredor de Fórmula 1 (fue tricampeón mundial) que falleció trágicamente en un accidente en el Gran Premio de Imola, en 1994. Creada por Vicente Amorim y protagonizada por Gabriel Leone, la serie que se filmó en Brasil, Argentina, Uruguay y en varios países de Europa. Se trata de una producción a gran escala, empujada también por la popularidad en la plataforma de Drive to Survive, el reality que hizo mucho por el regreso a los primeros planos de la categoría aún antes, al menos en la Argentina, del desembarco de Franco Colapinto. No es la única producción que se haría ligada a la historia de la categoría, ya que otra plataforma tiene en sus planes hacer una película sobre Juan Manuel Fangio.
Apenas unas semanas después será el turno de la esperadísima Cien años de soledad, que se armó con una estructura de miniserie dividida en dos partes de ocho episodios cada una: la primera parte se conocerá, completa, el 11 de diciembre mientras que la segunda llegará promediando el 2025. Filmada en Colombia con actores locales y una producción que incluyó miles de extras y la construcción desde cero de Macondo, con todos los cambios ligados a las distintas épocas del mítico pueblo de la novela de García Márquez, Cien años de soledad fue hecha con la aprobación y participación de la familia del escritor (incluyendo su hijo, el cineasta Rodrigo García) y los episodios de la primera temporada fueron dirigidos por el argentino Alex García López y la colombiana Laura Mora.
Si bien no se puede contar mucho respecto a la serie (Netflix adelantó un par de episodios a los medios pero las críticas están “embargadas” hasta el 18 de noviembre, una práctica usual en la industria), lo que es innegable es que se trata de una producción ambiciosa y visualmente impactante que recrea en buena medida el Macondo que bien describe el autor colombiano en sus novelas. La serie arranca, como la novela, contando la historia del patriarca, José Arcadio Buendía, quien luego de un largo y complicado peregrinaje junto a su esposa (y prima), Úrsula Iguarán, y unas pocas familias, funda el pueblo en cuestión, para luego centrarse en cómo, a partir de la llegada de un grupo de gitanos liderados por un tal Melquíades, el hombre se empieza a obsesionar con la ciencia y los misterios del mundo, abandonando sus labores y el cuidado de sus hijos.
¿Casualidad o estrategia de largo plazo?
En Netflix no ven esta movida como un esfuerzo calculado para generar un mercado latino de proyección internacional, sino como parte de un proceso de crecimiento de la compañía. “Lo interesante de Pedro Páramo, Senna, Cien años de soledad, El Eternauta y otras es que como producciones son apuestas muy ambiciosas y son IPs muy conocidos –explica Florencia Bianco, vicepresidente de Relaciones Públicas para América Latina de la empresa–. Ahora, ¿por qué se da todo eso en un determinado momento? ¿Es que nos propusimos que todo saliera al mismo tiempo? No, para nada. Lo que hay es una maduración en nuestra relación con el mercado, no solo con los suscriptores de Netflix, sino, sobre todo, con la industria audiovisual y también con las familias de los autores o la de Senna, que quisieron trabajar con nosotros. Se da todo en un año, pero ese crecimiento se viene dando hace más o menos diez, desde que tenemos presencia en América Latina y producimos originales. Hay una maduración en la relación y en la confianza que te permite ir por esos IPs más grandes, que viajan más, o una historia como la de Senna que es muy querida. Son historias, además, que tenés que tratar con mucho cuidado. No se trata de una búsqueda de cruzar fronteras y encontrar algo ‘latino’ sino de un momento de la compañía en el que se dio que podíamos tomar estas apuestas”.
A este combo, Prime Video le sumará, el año próximo, La casa de los espíritus, adaptación de la novela de la escritora chilena Isabel Allende que fue editada en 1982 y llevada al cine por Bille August en una famosa película de 1993 protagonizada nada menos que por Jeremy Irons, Meryl Streep, Glenn Close y Winona Ryder. Esta versión con producción internacional (así como Hayek figura en Como agua…, Eva Longoria es la cara visible aquí) tendrá un formato de miniserie, cuenta con la coordinación de Andrés Wood (Machuca) y tiene como protagonistas a Dolores Fonzi, el mexicano Alfonso Herrera, la española Nicole Wallace y el colombiano Juan Pablo Raba, en un mix de nacionalidades un tanto curioso. La serie se está rodando aún en diversas locaciones de Chile y recién estará lista para 2025.
Calculado o no, casual o no, lo cierto es que las plataformas lanzarán durante los próximos meses una andanada de “productos latinoamericanos” más ambiciosos de lo habitual, poniendo el foco en novelas, personajes y los famosos “IPs” que son reconocidos en distintas partes del mundo. Este fenómeno audiovisual latinoamericano seguramente tiene muy poco que ver con el que imaginaron los cineastas y escritores de los años ’60 y ’70 que intentaron, sin suerte, crear una cinematografía y una literatura popular en el continente. Hoy, volviendo a García Márquez, esa “alquimia” la ponen en marcha un grupo de grandes empresas multinacionales. Los tiempos, definitivamente, han cambiado.
En la Argentina
Tras años y años de trabajo, los últimos dedicados a perfeccionar los efectos especiales que “me animo a decir que no se vieron nunca en la Argentina”, agrega Bianco, de Netflix, llegará durante la primera mitad de 2025 El Eternauta, la creación de Héctor G. Oesterheld que dirige Juan Bautista Stagnaro, protagoniza Ricardo Darín junto a un enorme elenco (que incluye a Carla Peterson, Andrea Pietra, Marcelo Subiotto, Ariel Staltari y César Troncoso, entre otros) y tiene a la productora K&S como su responsable local, además de la asesoría creativa de Martín Oesterheld, nieto del mítico creador de la novela gráfica. Según Francisco “Paco” Ramos, VP de Contenidos para América Latina de Netflix, la serie “refleja la Buenos Aires actual, se parece a la real. No creamos una Buenos Aires del futuro”. Es ciencia ficción, pero aquí y ahora.
Tomando en cuenta la virtual desaparición del INCAA de la producción cinematográfica local y la casi nula producción de ficción en la televisión abierta, las plataformas de streaming se han convertido en una tabla de salvación para la industria audiovisual nacional. El viernes 8 se estrenó en Prime Video la serie Cromañón, que ficcionaliza algunas historias relacionadas con la terrible tragedia que tuvo lugar a fines de 2004 y que dejó cerca de 200 víctimas. Pero si de grandes “IPs” locales se trata, el más internacional de los títulos argentinos es Mafalda, la creación de Quino, cuya versión animada llegará vía Netflix. La serie, ha dicho su productor y director, Juan José Campanella, tendría diez episodios de 20/22 minutos, y la historia se trasladará, con los mismos personajes, a la actualidad. Pero aún falta mucho tiempo para su estreno: la animación demanda años de trabajo por lo que no habrá Mafalda en Netflix por un buen tiempo. «