El paso del tiempo hace que solo algunas figuras puedan resistir a ese factor, dejando un espacio siempre especial para ellos. En el apartado de los que son recordados más allá de cualquier temporalidad, el nombre de Astor Piazzolla siempre emerge como un valor imposible de ser olvidado.
El próximo 11 de marzo se cumplirán cien años del natalicio de Piazzolla, una fecha que todo el mundo del tango local e internacional recordará de manera intensa. Con esa conmemoración a punto de llegar es que Escalandrum, el sexteto de jazz comandado por Pipi Piazzolla (nieto de Astor y baterista del proyecto), editará un nuevo álbum al que inequívocamente llamaron 100, y que actúa como un sentido homenaje a la música de Piazzolla en el marco del centenario de su natalicio.
La idea del grupo esta vez se centró en reinterpretar bajo otros parámetros la música del bandoneonista marplatense, aunque siempre con la mirada particular que rige en los trabajos de Escalandrum. El álbum fue grabado en dos instancias que bien vale resaltar, ya que una primera parte del registro se realizó en los míticos estudios Abbey Road de Londres durante dos jornadas que se realizaron en octubre de 2017, pero también sumó tres sesiones complementarias en los estudios ION de Buenos Aires durante agosto pasado.
La gran particularidad que exhibe el disco es la de contar con una grabación totalmente inédita de Astor Piazzolla ejecutando un solo de bandoneón a mediados de los ’70. El registro, realizado justamente en ION durante esa década, fue cedido a Escalandrum por Osvaldo Acedo, propietario del mítico espacio de grabación local. En términos generales el álbum estará disponible en todos los formatos (digital, CD y doble vinilo) y será editado el 11 de marzo. “La verdad es que sacar un disco en estos tiempos es algo terrible, fundamentalmente porque es una locura todo en esta época en la que vivimos. Creo que a pesar de la pandemia, lanzar un álbum como este le va a permitir a la gente celebrar a Piazzolla como lo merece”, dice orgulloso Pipi.
–La mitad del álbum fue grabada en Abbey Road en 2017. ¿Ya en ese tiempo pensabas en este homenaje?
-La verdad es que no, pero cuando te sobra el tiempo en un estudio hay que grabar. En ese momento no pensaba en el centenario de mi abuelo, y estábamos ahí en la grabación de otra cosa, que terminó siendo después Studio 2, un disco de material original. En ese entonces habíamos reservado dos días de grabación, pero como lo terminamos rápido nos pusimos a grabar otras cosas, entre las cuales están algunas composiciones de lo que ahora es este nuevo disco. Ya el año pasado, cuando se habilitaron los estudios de grabación, enseguida les dije a los muchachos de Escalandrum que teníamos que grabar de nuevo, así que nos fuimos a ION y ahí grabamos el resto del material. Todo esto fue hecho con muchas ganas, porque cada uno estudió en su casa de manera muy profesional. Desde hace varios años que yo tenía el sueño de regalarle a mi abuelo un disco como este, algo que finalmente llegó como un obsequio por su centenario.
–Si bien habían grabado algo en Londres, el disco se completó en Buenos Aires. ¿Te resultó difícil la elección final de los temas?
–Toda la música de mi abuelo es espectacular, así que afuera siempre quedan cosas. Es muy difícil elegir. A nosotros nos gusta tocar su música porque hay elementos urbanos, el jazz, el tango… Además, eso nos representa porque todos nosotros en Escalandrum somos porteños. Hay algunos temas que no quedaron en el disco, pero también aparecieron otras cosas, como por ejemplo ese registro de mi abuelo, eso nos disparó las ganas de hacer la «Suite troileana», que mi abuelo le dedicó a Troilo. A esa composición la conozco mucho porque mi papá tocaba en el octeto electrónico con mi abuelo y esos temas eran los que se escuchaban en mi casa, en los ensayos, en vivo o en ese disco hermoso grabado en el Olympia de París. Después, teníamos una nueva versión de “Adiós Nonino” que yo no quería que quedase afuera, y luego teníamos “Michelangelo 70” que estaba en un compás diferente y me pareció llamativo que estuviese por el cambio de métrica. También hicimos una versión de “Muralla de China”, que es instrumental en contraposición a todas las que yo escuché, que son cantadas. Esa es una que tiene mucho power.
–¿Qué se plantearon para el disco en el plano de las reversiones para este lanzamiento?
–Nos planteamos cosas, pero eso es algo que apareció también en 2010. En esa época durante un asado dije que me gustaría hacer cosas de mi abuelo, pero sin llamar a un violinista ni bandoneonista, para poder despegarnos de las versiones originales. Así que la idea esta vez fue la de siempre, la de hacer música donde haya improvisación y un encare desde el punto de vista jazzero. Lo que importa es que no se pierda la esencia de la música, y siempre teniendo en cuenta que los temas originales son insuperables. Estas son otras versiones, otras formas de hacer, algo que a mi abuelo le encantaba cuando su música era tocada por otros. Recuerdo que le gustó mucho lo que hizo el grupo Alas o Nuevos Aires, porque le encantaba la mirada de otros sobre su música.
–En el disco aparece un registro inédito de Astor tocando el bandoneón. ¿Cómo supiste de esa existencia y cómo llegó esa grabación al proceso final?
–Soy amigo de Osvaldo Acedo, el dueño de estudios ION y el tipo que grababa a mi abuelo. Un día me llamó y me dijo que tenía la grabación, me preguntó si quería usarla, que era algo que estaba muy guardado y que solo sabían de la existencia mi viejo y en ese momento yo. Automáticamente dije que sí porque sentía que podíamos tocar arriba de esa versión.
–Me imagino tu emoción…
–La emoción fue terrible en ese momento. Recuerdo que después de eso sentí que era muy difícil o casi imposible seguir la música, porque la grabación es una improvisación de él solo en el estudio. Pero después compartí el registro con los miembros de la banda, tocamos arriba de la grabación y la emoción volvió a salir. Más tarde sentí que la idea pasaba por ir jugando con lo que hacía mi abuelo, sin partituras, en mi caso. Antes de la grabación escuché el registro muchas veces para conocer dónde se aceleraban las notas o donde respiraba Astor. Con la banda toda junta fuimos viendo cómo nos metíamos, cuándo atacábamos o cuándo entraba o salía un instrumento. La verdad es que me gustó mucho el resultado.
–Astor fue muy criticado durante su vida. ¿Sentís que todo eso quedó atrás y finalmente se lo festeja como una figura vital de la música argentina?
–Sí, ya creo que sí. Por suerte eso quedó atrás, pero es cierto que fue muy criticado, y también creo que fue una persona que nunca mereció ciertas críticas. Escucharlo cuando no estás en el país es algo tremendo, y eso muy pocos lo generan, porque afuera de Argentina él es como Mozart. Lo que quiero decir que en nuestro país él es Astor Piazzolla, pero fronteras afuera es considerado como un músico clásico, al nivel de Mozart o Beethoven.
–Durante su vida tu abuelo fue un músico que buscaba la evolución del género de manera permanente. Hoy el tango se hace de diferentes formas gracias a esa búsqueda. ¿Lo sentís de esa forma?
–Es muy probable que sea así. Pero él lo hizo de esa forma porque conocía mucho la tradición del tango. No tenemos que olvidarnos de que arrancó tocando con Gardel y después con Aníbal Troilo, a los 18 años. Mi abuelo conoció lo tradicional para luego cambiarlo de la manera en que lo hizo. Nosotros en Escalandrum, si no supiéramos de tango y de jazz, no podríamos mezclar las dos cosas, pero conocemos la tradición de los dos estilos y entonces podemos hacer ciertas cosas, porque hay reglas en cada estilo. No se trata de romper por romper y nada más. Obviamente, la música de mi abuelo siempre inspira a ir para adelante y hacer cosas nuevas. Evidentemente, fue un tipo que fue demasiado lejos, y eso se notaba en su música y en sus gustos. Le gustaba mucho la música clásica y tiene muchas obras grabadas en ese sentido, pero también le gustaba mucho el jazz; entonces, si conocés de esos dos mundos y si encima manejás la tradición del tango, podés hacer maravillas. Y él las hizo. «
De Escalandrum. Músicos: Daniel “Pipi” Piazzolla (batería), Nicolás Guerschberg (piano), Mariano Sívori (contrabajo), Gustavo Musso (saxo alto y soprano), Damián Fogiel (saxo tenor) y Martín Pantyrer (clarinete bajo y saxo barítono). Disponible desde el 11 de marzo en plataformas, CD y vinilo doble.