Pedro “Pepe” Rosemblat comenzó su carrera en Twitter, allá por 2012, cuando con su alter ego El Pibe Trosko construyó una fama que no se esperaba. Veloz como el pajarito de la red social, su impronta fue llegando cada vez a más gente hasta que con su otro personaje, El Cadete, aterrizó en la pantalla de C5N. De ahí en más, su derrotero se multiplicó al/ ¿en el? teatro, la radio, el infinito y más allá. Hoy sigue agitando sus ideas desde las redes y en las plataformas de Internet, en las que también despliega su asociación artística con Martín Rechimuzzi. Este año Rosemblat planea lanzar un programa diario por YouTube y Twitch.
–¿Sos tan canchero como se te ve en YouTube en Esta semana en Springfield?
–Es la manera que encontramos de explicar la realidad sin que sea un bajón. También en Personajes en 5 minutos, con el equipo de trabajo que me acompaña, pudimos encontrar un lenguaje atractivo que nos identifica.
–¿Recordás tu primera aparición en la tele?
–Sí, fue el 31 de mayo de 2016.
–¿Y qué pasó?
–El otro día un amigo me lo recordó: entré justo después de una conversación telefónica con Alberto Fernández, por entonces dirigente del Frente Renovador, en la que criticaba al gobierno de Macri. Cuando cortaron la comunicación, entré como un cadete que pasaba por ahí.
–¿Qué fue lo primero que dijiste?
–Saludé e hice como que traía algo para la gente del programa. Navarro se tenía que hacer el sorprendido y me dijo: “Pará, flaco, ¡acá estamos laburando!”. Yo le respondí “tampoco están descubriendo una vacuna…”. No estaba en el guión, pero me salió eso. Visto hoy es muy loco.
–Lo hiciste de caradura.
–Y sí, soy un caradura apasionado que encontró la manera de continuar mi militancia y mi manera de decir lo que pienso en este híbrido entre actor, presentador y lo que sea. Creo en algo y voy por ahí.
–Un intuitivo nato.
–Sí, pero tengo un grupo de trabajo, de amigos, que me ayuda a diagramar una estrategia para plasmar eso que nos proponemos. Nunca me imaginé las oportunidades que se me fueron dando.
–¿El Pibe Trosko te trajo suerte?
–Lo inventé para joder, porque usaba bastante Twitter. Pero a medida que fue teniendo repercusión, fui dándome cuenta de que el humor político y sus derivados eran algo que me salía natural.
–¿Y qué te pasa cuando te dicen “¡eh, Cadete!”?
–Probablemente me sigan llamando así un tiempo más. Fue una linda etapa. Ahora siento que la estoy dejando de a poco. Pero no me molesta. Es un personaje que se hizo conocido y me permite hacer lo que hago.
–¿Su secreto fue…?
–Que era un momento difícil de la Argentina y por eso tuvo el impacto que tuvo. Satirizar al discurso macrista no era fácil y logramos hacerlo. Me parece que pudimos aportar para sobrellevar ese período oscuro que duró cuatro años.
–¿Dónde encontrás ese humor?
–La risa a veces es la mejor respuesta al sufrimiento.
–¿Al que generó el macrismo y la pandemia, por ejemplo?
–Claro, cosas como estas hicieron que reírse de la realidad sea una necesidad, para que la piña en la cara duela menos.
–¿La amargura y la indignación son peligrosas?
–Tiene que haber un espacio donde distenderse, sin tomarse tan en serio todo, para que no pese tanto la vida misma.
–¿Qué hacés para distraerte?
–Me gusta escuchar música y leer. Con eso corto un poco. Soy amiguero, me gusta salir de noche cuando epidemiológicamente se permite. Me gusta la joda. Le doy espacio al ocio y al goce también.
–¿Para descomprimir?
–Exacto. Estoy de novio ahora, así que me gusta compartir con ella mucho tiempo. Siempre que podía, una vez por semana también iba a jugar al fútbol. Pero últimamente estoy alejado de las canchas.
–Te rompiste el tendón de Aquiles dos veces este año… ¿No será mucho?
–¡Sí! La primera en un partido y la segunda fue mala suerte. Pero sí, me marcó el año de marzo a octubre. Pasé mucho tiempo con médicos, botas, muletas y demás.
–¿En qué puesto jugás? Tenés la estampa de un wing derecho que tira buenos centros…
–Me gustaría jugar de 10, pero termino siempre convirtiéndome en un 4 ordenado, correcto, que cumple.
–Paradójicamente por la derecha…
–¡Correcto! Paradójicamente. Pero bueno, es fútbol. En otros aspectos tengo claro que nunca iría por ahí.
–¿Sos menos oficialista de lo que se cree?
–Apoyo a este gobierno. Pero uno no puede ser obsecuente con este gobierno aunque se lo propusiera.
–¿Cómo es eso?
–Imaginate que dentro del Gabinete hay diferencias… Uno desde afuera tampoco va a salir a despejar todas. No puedo decir que estoy de acuerdo con todas y cada una de las decisiones que se tomaron. Y está claro que el estilo de conducción de Alberto es distinto al de Cristina, pero me parece que las fuerzas políticas necesitan esas diferencias.
–¿Hasta dónde la pandemia marca la agenda?
–Por suerte, la vacunación está muy avanzada. Quizás sí hay que volver a ciertas restricciones, pero diferentes a la de los confinamientos. El gran iceberg en el horizonte es el acuerdo con el FMI.
–¿Se puede esquivar o tenemos destino de Titanic?
–Es complejo arreglar algo que sea lo menos perjudicial para el pueblo argentino y su felicidad. Ese es el gran desafío que tiene este gobierno. «