Está radicado en París, Francia, desde fines de los ’80, pero sus discos rescatan mucho de nuestra cultura: desde el tango al cuarteto, para proyectarse al jazz y la world music. El percusionista Minino Garay siempre se las arregla para sonar argentino y, al mismo tiempo, ciudadano del mundo.
En 2022, editó un álbum que lo pintó de cuerpo entero. Speaking Tango aborda al género de manera recitada con una mirada sumamente personal. Por estos días se encuentra en la Argentina y se presentará el 27 de enero en Café Vinilo (Estados Unidos 2483) y 15 de febrero en Bebop Club (Uriarte 1658) junto a Pablo Murgier.
–Estás viviendo en Francia desde finales de los ’80. ¿Qué extrañás de la Argentina?
–La verdad es que extraño, pero poco. Vengo seguido al país, pero lo que más me da remembranza son ciertos olores, situaciones sociales, paisajes, amigos, familia. Esas son las cosas que aparecen siempre cuando uno recuerda las cosas de uno. Por otro lado, vengo seguido porque mi mujer se instaló en la Argentina, ella es de origen francés pero vive más acá. Y yo que soy argentino estoy más en Francia. Pero bueno, la vamos llevando de esa forma.
–¿Te sentís una especie de eslabón cultural entre dos países?
-Sí, me gusta considerarme así. Un país como Francia me ha dado de todo, me refiero específicamente a lo que soy como artista, pero del otro lado me formé en la Argentina. Yo represento a Francia desde el punto de vista de un argentino, así que llevo muy bien esas dos cosas. Cuando por ejemplo hice un disco en homenaje a la música popular de Córdoba, me refiero al cuarteto, los que me ayudaron fueron los franceses.
–¿Tenés cosas típicas de un francés después de tantos años viviendo allá?
-Siempre fui muy ordenado, con horarios, me gusta la disciplina. Todo eso es muy francés.
–¿Qué es lo que más te gusta de ellos?
-Soy un fanático de los vinos y de la buena comida. Esas son cosas que vas aprendiendo enormemente con ellos. Tienen productos regionales encantadores, por eso me considero regionalista. Pienso que de esa forma tendríamos que llamarnos todos porque cada región tiene sus encantos. Por ejemplo, cuando nombraban los pueblos de dónde venían los jugadores de la Selección, eso me encantó porque estaban presentes las regiones.
–¿Y qué es lo que no te gusta tanto?
-Hay algunas cosas que no me gustan como el carácter de la gente, lo pedante en muchas cosas. Aunque ojo, tienen cosas que también las podés encontrar en otros países de nuestra región.
–¿Te gusta el fútbol?
-Sí, soy fanático. Hay que tener en cuenta que vengo de una familia de futbolistas profesionales que jugaron contra el Santos, de Pelé, en 1966. Uno de ellos era Cacho Taborda, que jugó en Boca, y el otro era Roque Taborda. Daniel “El Loco” Willington, el famoso número 10 de Vélez, era mi tío político. Una vez en París le conté a Carlos Bianchi de esto y él lo recordaba muy bien porque gracias a ese tío, Vélez salió campeón.
–¿Cómo viviste el mundial en la Argentina?
–Yo quería estar acá porque sabía lo que era un mundial para nosotros. Si no estaba Argentina iba a hinchar por Francia, pero apareció nuestra Selección y ahí me olvidé (risas). Quiero comentarte que en la selección francesa se ve el verdadero pueblo, los extranjeros sobre todo. Me hicieron mal los cantos que se hacían sobre Mbappé, sobre todo porque en la Argentina todos venimos de inmigrantes. Eran cantos ridículos que me hicieron mal.
–¿Fue terrible para ellos perder la final del mundial o no tanto?
-Sí, lo fue. Cada vez hay una pasión más grande por el fútbol allá. Salieron dos veces campeones en poco tiempo, invirtieron mucha plata en el deporte y eso despertó una gran pasión. De todas formas, Francia nunca tendrá la pasión por el fútbol que se respira en la Argentina, están a años luz. Aman también al rugby y tienen muchos argentinos jugando allá, así que se dividen con las pasiones, pero también hay división social.
–¿Cómo es allá la grieta?
–Están los trabajadores y quienes manejan las grandes empresas. Los medios de comunicación están dirigidos por tipos que tienen mucha plata y son tan poderosos como el gobierno. Ahora, por ejemplo, están mostrando todas las cosas que se rompieron en los festejos del campeonato nuestro, aunque yo creo que lo que pasó no es nada. Participaron cinco millones de personas en los festejos por el campeonato mundial, en ese marco los incidentes fueron insignificantes. El 99% se comportó bien, más allá de los estúpidos que hicieron desmanes.
–¿Hay tanto amor por el tango en Francia como suelen decirnos?
–Sí, totalmente. Y hay muchos jóvenes que están en la vanguardia, inclusive. Siempre los hubo de todas formas, como El Cuarteto Cedrón, Tomás Gubitsch y varios otros. Tienen una escuela de bandoneón, la única de Europa. Pero en lo personal, puedo decir que conocí más el tango estando en París que en la Argentina.
–Siempre se dice que los cordobeses son más que alegres. ¿Es verdad o es un mito?
-Tiene un poco de ambas partes el asunto (risas). Los que me conocen y trabajaron conmigo se habrán dado cuenta que soy un poco histérico, medio rompepelotas. Así que a ellos se les fue rápido la idea de que el cordobés es alegre (más risas). Yo diría que muy rápido, como a los diez minutos más o menos, ya se les borró la idea. «