Nació en Haedo, el 19 de agosto de 1988. Es actriz, modelo y en silencio se prepara para ser cantante. Pero sobre todo, si se le pregunta, se considera una amante de las artes en general. Florencia Elizabeth Torrente, o simplemente Flor, como se la conoce en el medio, ya no es aquella joven que comenzó siendo reconocida por ser la hija de Araceli González. Participó de ficciones como Alguien que me quiera, Herederos de una venganza (El Trece), Graduados (Telefe) y la tercera temporada de la serie En terapia (TV Pública), entre otras. También formó parte de los famosos que participaron de Showmatch en los ciclos Bailando y Cantado. Hizo teatro (se destacó en la versión de La casa de Bernarda Alba, dirigida por José María Muscari) y tuvo algunas experiencias más acotadas en cine.
–¿Siempre quisiste ser actriz?
–Por suerte en mi familia me dieron herramientas y me enseñaron a aprender diferentes cosas. Obviamente gran parte de mi niñez y adolescencia la pasé acompañando a mi madre en los estudios de grabación o en los set de cine, siempre me dio curiosidad y me gustaba. Es algo cercano, pero no siempre quise ser actriz, se dio.
–¿Te atraían las actividades artísticas en general?
–Sí, desde los tres años me gustaba mucho dibujar. Siempre supe que iba a estar relacionada con algún tipo de expresión artística. Por eso ya de grande estudié de todo, para entender qué quería hacer.
–¿Fuiste a Estados Unidos?
–Sí, a Nueva York y a Boston: me fui a estudiar actuación, música, fotografía, dibujo, artes plásticas, y hasta hice cursos de administración de empresas. Volví sabiendo que quiero hacer de todo.
–¿Se puede hacer todo?
–Si se hace con constancia, con responsabilidad, con respeto a cada tarea, con trabajo y con ganas, se puede hacer todo lo que tengas ganas de hacer. Yo hice muchas cosas en silencio, sin mostrarlas, otras con más exposición, pero estoy tranquila porque cada cosa que hago, la hago con pasión.
–¿Qué es lo que más en secreto haces?
–Quizás la música. Pero dibujo todos los días de mi vida, tengo una empresa hace diez años… Quizás lo que más se ve es que soy actriz. Mi trabajo es explorar, sólo que aflora en diferentes formas.
–¿Cuál sería tu escenario ideal?
–Me encantaría poder dedicarme todo el día a pintar, como en mi primer viaje a Estados Unidos. En esa oportunidad estudié mucho anatomía y teoría de los colores: soy fanática.
–¿Fanática de los colores?
Sí, me interesa el sentido que tiene cada color, que significa cada uno, dependiendo cómo y cuándo los uses. Pero bueno, eso lo combiné con clases de canto y actuación, pero cuando conocí Berklee, me volví loca. Ahorré unos años, apliqué y pude entrar: fue la mejor experiencia de mi vida.
–¿Qué te gustó más de estudiar allá?
–Había gente de todo el mundo, eso te abre la cabeza terriblemente. Hice amigos de todos lados, te cambia para siempre. Te digo la verdad: me tuve que volver porque no podía seguir pagándolo. Estuve un semestre, con una beca a la que aplican miles de personas. Lloré en el avión porque no quería volver. Fue una de las experiencias más increíbles de mi vida. Creé una familia en otro lugar y eso es lo que más recuerdo, más allá del crecimiento académico: para hacer canciones o música en general, no creo que haya un lugar mejor.
–¿Hay un proyecto musical en tu futuro?
–En silencio lo estoy armando, en algún momento me lanzaré, pero tranquila, todo a su tiempo. Es una de las cosas que más me gusta hacer en la vida, pero no hay que apresurarse. No quiero hablar mucho, porque ahora estoy actuando y no quiero confundir con que es lo que hago.
–¿Hay algún género que te guste más?
–Me gusta el jazz, el R&B, el pop. Mi mundo sonoro se nutre de todo eso. Es una búsqueda que todavía no cierro, por eso sigo trabajando para más adelante. Como dijo Steve Jobs, la vida es conectar puntos, nada de lo que hacemos es porque sí: todo es consecuencia del paso anterior que dimos. Cuando escuché eso, me cambió la visión de todo.
–¿Qué hacés cotidianamente para estar bien? ¿Qué te gusta por fuera del trabajo?
–Dibujar, meditar, el yoga, hacer ejercicio me despeja bastante, y siempre trato de tomar clases de algo, de lo que sea. Me gusta mucho leer. Lo que más hago es leer.
–¿Novelas, cuentos, poesía?
–Novelas no tanto. Me interesan mucho las biografías de artistas clásicos. Pero también el contexto histórico en el que creaban, cosas de historia. Por ejemplo, estudié mucho a los Médici, su estructura de poder y esas cosas. Pero me gustan también aprender de otras culturas o libros como Emociones para la vida, de Enric Corbera. También me encanta Joe Dispenza. Es interesante, a veces leo hasta cuando cocino: sin que se me queme nada, pero me pasa que me engancho y no lo dejo.
–¿Entonces te gusta también la gastronomía?
–Me encanta. Es sin duda otro arte más que me interesa. Mi familia es muy de la cocina, haciendo ravioles o asados, todos juntos. Me gusta desarrollar la creatividad por ahí también.
–¿Tu plato emblema?
–Soy muy buena haciendo risotto. Y me mando unas sopas espectaculares, hasta yo misma me sorprendo (risas). Me gusta inventar, mezclar sabores. Lo que busco yo es que pase como en Ratatouille: ¿viste la escena donde el cocinerito le hace probar al hermano y ve los sabores en colores? Quiero que me pase eso en cada bocado. «