Si no fuera periodista deportiva 24/7, a Ángela Lerena le hubiera encantado ser bailarina de videoclips, como las que pegan piruetas a los costados de los artistas famosos en los shows, en los estadios de fútbol, en los teatros. Tal vez bailarina de hip hop o de alguna otra danza urbana. Fantaseaba con esas cosas a los 14 años, cuando el periodismo no estaba todavía en su radar, pero ya le decantaban otras fichas internas… Aunque asistía a un secundario conservador de San Isidro, en el mundo alterno de su adolescencia noventosa, el punk rock estaba dinamitando todo lo aprendido. Si sus compañeras llevaban a la clase de expresión corporal el último hit de las Spice Girls, Lerena se aparecía con canciones donde se hablaba de gente detenida que soñaba con salir de la calle.
Hoy Ángela Lerena es una de las periodistas deportivas más admiradas de la Argentina y una reconocida militante de prensa. Fue la primera mujer en comentar los partidos de la Selección Argentina, para la TV Pública en el Mundial de Qatar 2022. Actualmente trabaja en TNT Sports, donde conduce el programa Gol Femes.
–¿Qué te pasó cuando empezaste a escuchar punk rock, en el secundario?
–A los 14, 15 años escuché Attaque 77 y me cambió totalmente la cabeza. Yo iba a un colegio conservador y no había conocido gente con espíritu crítico y, de pronto, esta música me mostraba que estaba bien cuestionar el mundo, la vida, el orden de las cosas. Desde entonces supe que no iba a ser complaciente con la sociedad, ni con los demás, ni conmigo misma tampoco. Creo que por ahí estuvo el germen de lo que fui después y de lo que soy. Es gracioso recordarme y ver a una punk inserta en un mundo tan diferente. De grande sigo escuchando The Clash, Sex Pistols, The Ramones. También Green Day, Bad Religion, NOFX, Rancid, Shaila.
–¿Cómo fue tu primera experiencia frente a una cámara de televisión?
–A los 19 años ya trabajaba de periodista deportiva, así que esas primeras experiencias fueron de muy chica. Pero me acuerdo en particular de mi primer móvil en vivo, que fue en un entrenamiento en la cancha de San Lorenzo: estaba por irse el entrenador y yo tuve que ir a hacer la cobertura de ese despido, de esa salida de un entrenador, que siempre son momentos de mucha tensión en los clubes. Recuerdo que me temblaba muchísimo la mano y que no se notó al aire, pero yo estaba nerviosísima. El técnico que se iba era el Coco Basile, año 1998.
–¿Tenés alguna cábala antes de cubrir un partido importante?
–No tengo cábalas pero sí tengo un ritual, que es maquillarme yo misma. Algo que requiere mucha precisión, paciencia y realizar acciones bien concretas. Así llego al partido sin hacerme la cabeza porque me estuve ocupando de algo.
–Además de ser una reconocida periodista, militás desde hace muchos años en el gremio de prensa. ¿Qué foto hacés de la coyuntura actual del periodismo y de nuestra actividad como trabajadores?
–Hace rato que el periodismo viene siendo debilitado por censuras y ataques a la libertad de expresión. Pero lo que sobre todo debilita al periodismo es el ataque a los medios materiales indispensables para garantizar su ejercicio: cuando los periodistas no conseguimos trabajo en blanco, cuando ganamos muy por debajo de la canasta familiar, cuanto tenemos que tener dos o tres empleos; cuando son atacadas las organizaciones sindicales, las comisiones internas, nuestro sindicato, el SiPreBa. La posibilidad de organizarnos y de defendernos colectivamente no sólo redunda en mejores ingresos –algo importante para tener independencia intelectual–, sino que también nos ayuda a luchar contra la censura… Si los trabajadores estamos organizados y tenemos comisiones internas, es mucho más difícil que vengan a censurarle a un periodista una investigación, para proteger a alguna figura poderosa amiga del dueño del diario. Hoy el periodismo está vulnerable y desarticulado, y no puede cumplir su rol de contralor de la democracia, de guardián de la democracia. Por eso tenemos el gobierno que tenemos, tan orientado a los intereses de los multimillonarios y las grandes corporaciones, y tan agresivo contra las grandes mayorías, que están viendo cómo caen violentamente su calidad de vida y sus derechos laborales y humanos.
–¿En qué otros ámbitos del periodismo te gustaría desarrollarte?
–Me encanta el periodismo político y también el de internacionales, todo lo que sea relaciones geopolíticas entre los países. Y no descarto dedicarme a ellos en el futuro, porque siempre me mantengo informada sobre esos temas.
–¿Estás leyendo algo interesante? ¿Viste algo en el streaming que te cautivó?
–Tengo dos libros esperando para leer, probablemente en las vacaciones. Uno es de fútbol, Generación Wunderteam, que es sobre la Selección de fútbol de Austria de 1930, una de las mejores de la historia. Es muy interesante para ver la génesis de los equipos actuales. Y otro libro pendiente es de Mauricio Kartun, Salo solo, el patrullero del amor, que me regalaron para mi cumpleaños. En plataformas acabo de ver Disclaimer, una serie que se tradujo al castellano como Desprecio y está en Apple TV; habla de una historia del pasado que vuelve en el presente para perseguir a una familia, a una mujer puntualmente, con algo que le pasó en otro momento de su vida. Es una serie muy disruptiva, que te hace pensar en la fragilidad de la estabilidad mental y familiar. Me gustó, es entretenida.
–¿Cuál es tu lugar preferido para desenchufarte y recargar pilas?
–Mi lugar preferido es el río, a donde voy cada vez que puedo. Vivo en Provincia de Buenos Aires, así que aquí lo tenemos muy bien aprovechado. Y ya con sentarme frente al agua me relajo y me sirve un montón. Si puedo ir al mar, muchísimo mejor. Todas mis decisiones importantes las he tomado mirando el mar o después de contemplarlo. Y si no puedo al río ni al mar, me doy un baño de inmersión. «