La idea de una instancia paralela a nuestra realidad es el punto sensible de una película que hace de esa propuesta todo un nervio central. Con el rol protagónico de Érica Rivas, El prófugo es la nueva apuesta de la directora Natalia Meta (antes conocida como la responsable del film Muerte en Buenos Aires, su debut cinematográfico, en 2014), la cual se encuentra directamente inspirada en la novela El mal menor, del escritor argentino Carlos Eduardo Feiling.
Esta segunda película de Meta, que se estrenó este jueves en cines, también incluye en su elenco a Daniel Hendler, Nahuel Pérez Biscayart y las participaciones especiales de Cecilia Roth y Mirta Busnelli. Antes había recorrido el Festival Internacional de Cine de Berlín, el de La Habana y el de Londres, instalando una temática que explora el cine de terror desde una óptica no tradicional.
El prófugo hace justicia a la etiqueta de thriller psicológico no mucho después de los diez minutos iniciales. El personaje de Inés (Érica Rivas) rápidamente se roba la atención cuando junto con Leopoldo (un nuevo novio, interpretado por Daniel Hendler) se encuentra a punto de emprender un soñado viaje de placer. Sentados en las butacas del avión es cuando comienzan a aflorar los miedos de la protagonista, sus inseguridades y fobias. Poco más tarde, la tensión aumenta a gran escala cuando una vez instalados en el hotel del lugar, una fuerte discusión entre ambos parece saltar de la pantalla presagiando lo peor, situación que se traslada al cuerpo del espectador.
Lo sobrenatural crece como un gran signo de pregunta que recorrerá toda la película. Inés es una actriz de doblaje y miembro de un coro femenino profesional. Será en estos dos espacios donde ella experimentará que algo no está bien en su psiquis, y que ese algo no puede verse y mucho menos palparse. Pero está ahí: es una presencia que incomoda cada vez más. En un estudio de grabación, una presencia paranormal invadirá el espacio de manera no convencional. No es un monstruo ni un fantasma, pero se expresa con un sonido raro, metálico, que se mete sin permiso en el estudio para alterarlo todo.
Pero eso no será todo. Si en la tarea de Inés como actriz las cosas no van bien, tampoco parecen mejores en el coro, donde rápidamente comienza a sentirse indefensa ante la aparición de sensaciones corporales y psíquicas desconocidas. Para sacarse de encima situaciones que ella cree se trata de fobias y que no la dejan dormir, recurrirá a las pastillas, pero las abandonará rápidamente porque el efecto que le produce su ingesta acrecienta sus temores. “Tomate estas que son muy buenas”, le recomienda el director del coro, pero ni los fármacos ni los consejos surgen efecto alguno en ella. La existencia de una presencia recorre sus sueños, acrecienta sus temores y alimenta un estado cercano a la paranoia.
En términos de representación actoral, pivotean de muy buena forma las presencias de Roth y Busnelli, pero el trabajo de Biscayart representa una bisagra en la historia que ayuda a entender cierto nervio de la trama. Esto último resulta fundamental, ya que apariciones o situaciones anormales no se explican tampoco de manera parcial o de forma sugerida. Al menos una enunciación fragmentada habría jugado en favor de la historia. En el camino de El prófugo la tensión climática de la historia es uno de los puntos fuertes y acertados de una propuesta que el espectador atento sabrá valorar.
El terror de autor representa una de las instancias más celebradas de la industria del entretenimiento actual, aportando nuevas miradas y aproximaciones al género. En ese contexto, propuestas como El prófugo logran correr el eje habitual de lo esperable y convocar a los espectadores menos conformistas. «
El prófugo
Una película de Natalia Meta. Guión: Natalia Meta. Actúan: Érica Rivas, Nahuel Pérez Biscayart, Daniel Hendler, Cecilia Roth y Mirta Busnelli, entre otros. En cines.