Alguna vez refiriéndose a sus clásicos estudios comparados entre personajes de la Antigüedad griega y romana, el célebre Plutarco señaló que él no escribía biografías, sino vidas. Para el filósofo no importaban los hechos heroicos, épicos o escandalosos que suelen ser el material y la sustancia de las biografías sino anécdotas, pequeños hechos o acontecimientos que podían dar cuenta de un carácter o reflejar una época. Ese también parece el espíritu de DemoGracias, la serie de 40 microprogramas de la TV Pública con narraciones de Pedro Saborido y dibujos de Miguel Rep que pretenden evocar, con información, cultura y curiosidades, ciertos eventos que quedaron grabados en la memoria colectiva y que dan cuenta de los 40 años ininterrumpidos de democracia en la Argentina.

Con un equipo que se autodefine como cuarteto democrático, conformado por el periodista, el dibujante delante de cámara, Santiago «Tati» García Isler como director y productor y Jorge Repiso oficiando de guionista («Lo intelectual y la hechura somos los cuatro. Sin los cuatro se cae la cosa» aclaran reiteradamente Saborido y Rep), DemoGracias celebra este hecho inédito y que para generaciones de argentinas y argentinos representó una utopía jamás vivida: la perdurabilidad del sistema democrático.

–¿Cuál fue el criterio de selección de los acontecimientos paradigmáticos de estas cuatro décadas de democracia?

Pedro Saborido:–Los momentos seleccionados no siempre están relacionados con la política. Uno tiene como flashes, cosas que quedaron en el recuerdo y quizás sean expurgados de las historiografías oficiales. La gran Historia habla de las administraciones de gobierno, de la macropolítica. Pero hay otras cuestiones que van acompañando porque la democracia es también la forma en que nos relacionamos, la música que escuchamos, el deporte, las imágenes televisivas. No sabemos si en los anales de la historia figurarán que quiénes vivimos este acontecimiento de cuatro décadas democráticas, estuvimos cuarenta años conviviendo con Charly García o con Maradona, miramos por televisión el debate por el canal de Beagle entre el canciller Dante Caputo y Vicente Saadi hablándole de las «nubes de Ubeda». En la memoria popular está el Juicio a las Juntas, pero también la Ferrari de Menem como símbolo de la ostentación del neoliberalismo. Cosas tan serias como aparentemente banales fueron parte de nuestra vida en democracia.

Miguel Rep:–Son micros de los cuarenta años de la democracia vistos desde otro punto de vista, menos en clave de efemérides, más mezclados de una manera lúdica, sin solemnidad, ni respeto de cronologías. El año pasado hicimos Mundialistas y mostramos de una manera lúdica pero muy rigurosa acerca de los veintiún mundiales precedentes al de Qatar. Ahora estamos contando hechos que ocurrieron en estos 40 años, pero también caprichosamente elegidos.

Pedro Saborido.
Foto: Diego Martinez @ildieco_diegomartinezph

–¿Qué papel les parece que cumple el programa en estas épocas en que algunos discursos amenazan la idea y el valor de la democracia?

P.S.:–Nos parece necesario apelar a aquello que recordamos la mayoría, que también muestra la inocencia de la primera democracia. Lo difícil que fue la relación con los resabios de la dictadura, con militares y represores como masas en disponibilidad y dispuestos a cualquier cosa. Para las personas de más edad sirve poner a la democracia en contraste con la dictadura. A los chicos que hoy tienen 15 años, para valorar la democracia quizás haya que hablarles de otras cosas. Nuestro programa es un pequeño grano de arena para valorizar la democracia como sistema político, como cultura y como forma de vida. Es un repasar para sacarle la vulgaridad que adquirió la democracia en su habitualidad. La democracia se ha vuelvo tan habitual que no entendemos lo que es no tenerla. La democracia hay que cuidarla, y a veces para cuidar algo hay que ponerlo en perspectiva de perderlo. Suena como cliché, como frase berreta, pero es cierta. No por cursi deja de ser obvia y no por obvia deja de ser verdadera. Es importante mirarnos en el espejo de lo que fuimos con la flexibilidad que otorga el humor, el chiste.

–En estos 40 años también sucedieron hechos dramáticos. ¿Se puede hacer humor con la tragedia?

P.S.:–No lo sé. Bueno, poder, siempre lo podés hacer. El tema es lo que le va a pasar al otro. Vos podés hacer lo que quieras, ahora lo que hagas puede traer consecuencias. El chiste que le divierte a uno, a otro le molesta. El caso extremo es Charlie Hebdo. El humor no tiene límites, lo que tiene es consecuencias. Entonces siempre hay que buscar, en lo que a mí respecta, el cuidado y la elegancia.

Rep:–No elegimos mostrar hechos trágicos. La democracia está hecha de comedia y tragedia. Yo no quiero hacer un dibujo sobre hechos trágicos. Estos micros tienen una gracia que creo que amerita que lo trágico no tiene que estar obscenamente mostrado en un dibujo. Tratamos de mostrar aquellas cosas que son paradójicas como la construcción y la convivencia democrática que tienen idas y vueltas porque lo que parecía una promesa inamovible y un camino super asfaltado que fue la primavera alfonsinista desde el 83 al 86, nos encontró luego con muchos empedrados hasta el día de hoy. También hay vueltas que suponen retrocesos en el camino a la democracia ideal, se gasta el camino, el asfalto, hay que cortar la ruta. La democracia es como la vida y 40 años es realmente una vida. Si vos escribís la biografía de alguien encontrás drama, tragedia, comedia, felicidades, sinsabores. La democracia es un sujeto colectivo que tiene sus destinos de idas y vueltas.

–¿Cuál es la función del humor en tiempos de democracia y en tiempos de dictadura?

P.S.:–El humor es siempre un analgésico, un momento donde hacer catarsis, donde a veces podés imaginarse otros mundos más cómicos. En el humor coexiste una dosis de valentía y otra de cobardía. Con algunas cosas que te pasan en la vida o pasan en la sociedad a veces no podés hacer más que un chiste. Es la manera de tramitarlas. El humor sirve para sacarse el miedo. Ojo: tampoco es la solución de nada. Es algo que acompaña ciertas vicisitudes, pero hay cosas más importantes. El humor es una manera de encarar y un instante de liquidación de la lógica: mirarlo todo, pero mirarlo como nene nuevo desprovisto de cualquier prejuicio o de idea anterior. Debemos estar muy sometidos a habitar un mundo lógico y en la lógica que necesitamos soltar un rato y ahí nos reímos. Descolocamos las cosas para volver a hacer niños.

Miguel Rep.
Foto: Soledad Quiroga

Rep:–Son muy cambiantes, si hay algo cambiante en el sentido común de la sociedad y en la sociedad misma es el humor. No es lo mismo el humor en los últimos tiempos de la dictadura que en los primeros años del destape alfonsinista que el humor de los ’90 o el humor de ahora. Se vuelve muy inocente el humor anterior. El humor se va poniendo cada vez más zarpado. No se habla de lo mismo en los programas de humor o en los medios en general en el 86 que en el 2018 o el 2023. No se puede hacer humor como en los ’80. El humor acompaña los sentidos comunes presentes. El guionista revista aquellos tiempos, pero la mirada es la de hoy. Seguramente DemoGracias en el año 1993 hubiera sido muy diferente.

–¿Cómo están ordenados y organizados cada uno de los cuarenta micro programas?

P.S. y Rep:–De ninguna manera y con ningún criterio (risas).

Rep:–La ventaja que te da el arte y el humor es que no hay que tener una coherencia historiográfica. Se puede ir pasando de un hecho a otro sin ninguna coherencia, sentido común, ni ilación que hace que vos tengas que unir tal hecho con otro porque en torno a un hilo visible o invisible. A la rebelión carapintada le sigue un hecho que pasó en el Congreso unos años antes o después. Acá saltamos de un tema a otro para demostrar que la democracia está llena de azares, caprichos y momentos que no tienen nada que ver el uno con el otro pero que impactaron en estos años. Como el juicio a la Juntas y los goles del Diego.

–¿Qué factores les parece que ponen en riesgo a la democracia?

P.S.:–La apatía política es un llamado de atención, una advertencia de que hay que cuidar la democracia. Esa apatía política se puede convertir en apatía democrática. Si hay algo que no me ayuda a cambiar mi vida, en esa relación que tengo del uso de las cosas voy a terminar pensando que es inútil que vote porque nadie va a hacer nada para mejorar mi vida. Entonces eso, si no hay determinados mecanismos o estrategias que tomen esas advertencias, puede derivar en apatía democrática. O peor, en antipatía a la democracia.

Rep:–La mentada grieta que desde el humor se trata de desestabilizar. Estamos conviviendo en una sociedad donde todos nos visualizamos como enemigo del otro y eso es algo que no era así en los primeros tiempos de democracia. A la derecha le conviene esa grieta y que se empoderen la derecha y la ultraderecha es un peligro para la democracia. Nosotros desde el humor tratamos de alertar sobre eso y pensar situaciones que podrían tener un final dramático, darle resoluciones más sencillas. El lema y el desafío es desangustiar sin hacerse el boludo.

–En ese sentido, ¿qué reflexiones y sentimientos les merecen los recientes resultados de las elecciones de las PASO?

Rep:–Paso de las PASO.

P.S.:–Atención frente a gente que se expresó para ver qué macanas se hicieron, qué aspiraciones se tienen. Las indignaciones narcisistas con los votantes de Milei, por ejemplo, no sirven de nada, hay que ocuparse. Es peligroso sentirnos más íntegros, más morales y éticos frente al resto. Alguien tiene que intentar interpretar bien lo que ocurrió porque lo de Milei es un fenómeno nuevo. Es muy grande para decir simplemente que se trata de cuatro locos o cuatro psicópatas. Evidentemente hay mucha gente que no se siente representada, se siente excluida de cualquier modelo que le propongan los partidos más tradicionales, aun de la izquierda. «

DemoGracias

Con Pedro Saborido y Rep. Dirección y producción: Santiago García Isler. Guión: Jorge Repiso. Microprogramas animados de emisión diaria, por la TV Pública.

Hay equipo. Pedro Saborido y Miguel Rep.
Foto: Prensa / Televisión Pública

Alegrías del primer cuarto oscuro

Una experiencia inolvidable para quienes la vivieron fue la oportunidad de ingresar al cuarto oscuro después de una década de no celebrarse elecciones presidenciales en la Argentina. Eso hizo que, para centenares de miles de jóvenes y adultos fuera la primera vez.  Otras y otros volvían a ver meter el voto en una urna con sentimientos encontrados: emoción, tristeza, dolor por las desaparecidas y los desaparecidos o por haber sufrido tantos traumas perdurables durante la larga noche de la dictadura.

–¿Con qué sentimientos recuerdan la experiencia del primer voto?

P.S.:–Recuerdo la incredulidad. Te juro que no lo podía creer, algo que no me imaginaba, nunca lo había vivido, fue una fiesta y una verdadera alegría. Era entrar en otra realidad, pero con alegría, no con miedo. Había algo que empezaba con todas las fragilidades, había mucha conciencia de todas las fragilidades. Habíamos vivido más años en dictadura que en democracia. Era muy delicado, al principio. Una alegría con atención.

Rep:–Fue una experiencia lindísima. Empecé esta democracia con el pie derecho a pesar de haber votado una fórmula que no ganó, pero me parece que la democracia ganó con cada voto. Aquel voto fue muy hermoso, una fiesta, los resultados personales fueron tristes pero el 10 de diciembre cuando fuimos a acompañar a Alfonsín estábamos todos muy contentos. Con mi hermano Jorge, por el envión de la multitud entramos en la Casa Rosada detrás del presidente. Salimos por la puerta de Balcarce y vimos la alegría, la esperanza, como un bebé que recién nacía. Ahora, a los 40 años y como toda vida, llega con alegría, represión, traumas e inmensas ganas de vivir.